La alcaldesa de Telde,Carmen Hernández, resaltó esta tarde-noche que el artista Luis Arencibia, fallecido en marzo de este año, “hizo de este mundo, y de esta ciudad, un lugar mejor. Su obra, quiero decirlo de forma clara, mejora nuestras vidas”.
Hernández formuló esta aseveración durante el discurso que pronunció en la ermita de San Pedro Mártir en el solemne acto de entrega Honores y Distinciones, con motivo del 670 aniversario de la fundación de Telde, en el que se le rindió un homenaje póstumo al artista Luis Arencibia Betancort, quien entró a formar parte del conjunto de personas ilustres de la ciudad en el mes de mayo después de que el Pleno municipal aprobara por unanimidad otorgarle el título póstumo de Hijo Predilecto, acuerdo que fue leído por por el secretario general Ángel Sutil Nesta desde la mesa presidencial del acto.
El diploma acreditativo de título honorífico fue recogido por Idaira Arencibia Blanco, mientras que la medalla la recibió Víctor Arencibia de la Vega, ambos hijos del afamado artista, de quien la primera mandataria reclacó que era “hombre humilde y generoso, Luis era, sobre todas las cosas, cultura. Dijo el novelista francés André Malraux que “la cultura es lo que, en la muerte, continúa siendo la vida”. Luis Arencibia continuará siendo vida para nuestra ciudad.
“Telde se honra de haber sido la ciudad donde nació Luis Arencibia Betancor y también de ser el cobijo de tantas y tantas de sus creaciones”, aseveró la presidenta de la Corporación municipal, en una ceremonia a la asistió una amplia representación de los ediles que integran el Pleno y de la sociedad teldense y en la que, además de la alcaldesa, intervinieron desde el atril Luz María Blanco Manzanas, esposa del Luis Arencibia, así como su hijo Víctor Arencibia. Finalizó tras la fotografía oficial con la actuación de la soprano Magdalena Padilla y del pianista Vicent Bru.
De esta manera la ciudad reconoce la trayectoria de Arencibia, un artista que a pesar de residir durante muchos años en Madrid mantuvo siempre su vinculación con el municipio de Telde. Prueba de ello es que el paisaje urbano y natural de Telde está salpicado con obras suyas, como el emblemático Neptuno en Melenara, las escultóricas fuentes del parque Arnao, El Faycán de la plaza de San Pedro Mártir de Verona o el Ángel situado delante del cementerio de San Gregorio, entre otras.
Con este nombramiento, el Ayuntamiento de Telde devuelve en cierto modo el amor y la dedicación que Arencibia demostró siempre hacia su ciudad, a la que donó varias de sus obras y a la que ayudó como intermediario con otros artistas y colaborando en numerosos proyectos.
El título de Hijo Predilecto se suma a los muchos reconocimientos que ha recibido, como el Premio al Mérito Cultural del Círculo Cultural, la Placa al Mérito Cultural del Ayuntamiento de Telde y el de Hijo Adoptivo de Leganés -donde residía-, entre otros.
(Francisco Javier Santana)
(Antonio Alí)
Discurso de la alcaldesa
Muy buenas tardes nuevamente a todas y todos y gracias por acompañarnos en un día tan señalado.
Como cada siete de noviembre, la ciudad de Telde hace entrega de sus honores y distinciones, reconociendo así la labor de sus hijos e hijas que, mediante su labor, su determinación y su talento han ofrecido a la colectividad un verdadero y gratificante ejemplo y han realizado una aportación valiosa para el progreso de nuestro municipio.
Esta tarde tenemos la gran suerte de que nos acompañen algunos de ellos. Telde ha sido, es y será cuna de insignes mujeres y hombres que han ayudado a construir y a adornar la extensa y rica historia de la ciudad más antigua de Canarias.
En esta velada que estamos disfrutando se entremezclan encontradas emociones. Todavía nos duele de manera profunda la marcha de Luis Arencibia. La vida, la muerte, el destino o como queramos llamarlo, quiso que partiera prematuramente provocando una pena honda entre las innumerables personas que lo conocieron y lo estimaron.
Estoy convencida de que su arte, nacido a borbotones en distintas disciplinas, solo adquirirá su verdadera dimensión con el paso del tiempo, pues aunque seamos conscientes de su calidad profesional y su dimensión como hombre de la cultura, lo cierto es que el paisaje de muchos lugares, con Telde ocupando un lugar destacado, nos dejará ver con el transcurrir de los años la manera rotunda y hermosa con la que Luis Arencibia hizo de este mundo, y de esta ciudad, un lugar mejor. Su obra, quiero decirlo de forma clara, mejora nuestras vidas.
El Senado –con el busto de otro teldense imprescindible, Fernando León y Castillo-, la Biblioteca Nacional de España, la Casa de la Moneda, el Museo Postal de Estrasburgo, el Museo de Salamanca o el Museo del Grabado son solo algunos de los lugares donde hoy podemos seguir aprendiendo y gozando de su trabajo.
Aquí en su tierra, Canarias, enclaves tan relevantes como el Museo Tomás Morales, el Museo Néstor o, ya aquí en Telde, el Museo León y Castillo representan igualmente refugio para la actividad creativa de este genial y polifacético artista, pintor, dibujante, grabador y escritor, además de escultor.
La isla de Gran Canaria, en distintos municipios, también hospeda obras de Arencibia, pero, indudablemente, las dos ciudades que más amó, Telde y Leganés, sentirán siempre el privilegio de haberse erigido en escenario principal de su virtuosismo.
En la ciudad madrileña, el Museo de Escultura al aire libre –reciente renombrado Museo de Escultura Luis Arencibia Betancort- y especialmente el Caballo de Agua, conocido como el Caballo de las cuatro cabezas, son solo una muestra de toda la maestría con la que Luis regó el sur de Madrid, donde se instaló en su juventud y donde se involucró en la lucha contra la dictadura y a favor de los trabajadores.
Pero déjenme recrearme y darme un paseo por el Telde de Luis Arencibia, comenzando en Los Llanos de San Gregorio, donde vino al mundo, para caminar hacia el parque de Arnao y contemplar una vez más las sirenas, los peces y las ranas que lo embellecen.
Pasamos por el Instituto donde estudió y que lleva el nombre de su también ilustre padre, José Arencibia Gil, para llegar a uno de los grandes símbolos de nuestra ciudad, la basílica de San Juan, que alberga en su capilla mayor la mesa-altar gótica de cantería verde nacida del ingenio de Luis.
San Francisco y su relieve en bronce es otro de los puntos de obligado paso, y antes de continuar hacia la costa, nos detenemos, cómo no hacerlo, justo aquí al lado, en el Monumento al Faycan, esbelto y noble, presidiendo la plaza de San Pedro Mártir. Toma hoy mucho más sentido y orgullo que esa palabra, Faycan, tan relevante en la historia de Telde, quede para la posteridad apegada a una pieza escultórica de enorme e incuestionable belleza.
Y por fin, llegamos al mar, tan lleno de la misma grandeza y libertad que alumbran toda la trayectoria artística y vital de de Luis Arencibia. El imponente Neptuno de Melenara se ha convertido por derecho propio en una de las fotografías más representativas de esta isla redonda. Admirarlo, colosal, supone mirar de frente al talento mayúsculo de un artista con mayúsculas.
Esa escultura del rey Neptuno significa, para las y los teldenses, más de lo que pueda parecer. Símbolo inequívoco de nuestra ciudad, no solo dota de singularidad y personalidad a nuestro litoral, sino que apuntala la autoestima y el orgullo que como pueblo vimos lastimados y que hoy hemos recuperado, con paso firme hacia un futuro cargado de esperanza.
Además de un hombre humilde y generoso, Luis era, sobre todas las cosas, cultura. Dijo el novelista francés André Malraux que “la cultura es lo que, en la muerte, continúa siendo la vida”. Luis Arencibia continuará siendo vida para nuestra ciudad.
Telde se honra de haber sido la ciudad donde nació Luis Arencibia Betancor y también de ser el cobijo de tantas y tantas de sus creaciones.
Hoy lo nombramos hijo predilecto de la ciudad para sentir, si cabe, más orgullo aún. Luis, Telde te añora y te agradece. Tu bonhomía y tu arte permanecerán para siempre en nuestro recuerdo.
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