La vida pública de Santa Brígida ha venido marcada en las dos décadas pasadas por el mamotreto y, por ende, la especulación urbanística en la época de la falsa bonanza y la denigrante dejadez política. Electoralmente este municipio es un feudo tradicional del PP y, como en Telde, históricamente el PSOE ha sido una fuerza secundaria. De hecho, la izquierda se disgrega en múltiples plataformas que aparecen y desaparecen. Con todo, el peso de los votantes en el Monte Lentiscal, Bandama y zonas aledañas constituye un estimable caladero de respaldos que, aun sin implicarse en el sentir del casco pues numerosos hogares sirven como dormitorio del ajetreo laboral capitalino, ajenos en fin a la cotidianeidad de lo municipal, votan al PP con independencia de quién es el cabeza de cartel. El actual regidor, Miguel Jorge Blanco, se agarra a ello y es sabedor de que ha encontrado un refugio en el que pertrecharse.
El intento de moción de censura que hubo el otoño pasado, cuya formulación fue un chasco y despuntaron las mentiras mutuas, un experimento digno más bien de un sargento chusquero, reforzó al alcalde en cuanto que fracasó antes de tiempo. Y eso que hubo diferentes reuniones donde las deslealtades se propagaron y algunos enviaron a sus emisarios. El poder agita la ambición, y mucho. Miguel Jorge Blanco, que tiene trienios en política, tiene en mente que este tramo final del mandato le permitirá acondicionar el casco de Santa Brígida alrededor del mamotreto amén de la peatonalización y recuperación de la milla de oro para el bienestar ciudadano. Se esfuerza en ello y cuenta con el respaldo del Cabildo de Gran Canaria: Antonio Morales es otro combatiente del mamotreto satauteño.
Miguel Jorge Blanco sabe que una ola electoral estatal del PP le permitirá engullir a Unidos por Gran Canaria y Ciudadanos, ambos son aliados suyos hoy por hoy pero, a poco que las urnas se lo permitan, los ninguneará por completo. Su objetivo es la mayoría absoluta. En términos futbolísticos, juega en casa. Santa Brígida es plaza electoral propensa a los populares, el abrigo ideal para tiempos adversos. Pero si no lo logra, y se queda cerca de la mayoría absoluta, corre el riesgo similar que ya padeció el anterior primer edil, José Armengol.
El regidor ha hecho gala de un talante moderado y conciliador, sustentado en las buenas formas. Un hombre que desea aglutinar todos los apoyos ciudadanos posibles. ¿Tendrá el coraje de recuperar la nomenclatura de Sataute para el municipio? Aunque en un pleno reciente su arenga a favor de Isabel Díaz Ayuso descolocó a los asistentes y enseguida saltó la duda de si, en realidad, milita en el ala ‘aznarista’. Eso, más la publicación del consistorio en su página oficial en Facebook el 12 de octubre conmemorando “el nacimiento del imperio español”, ha chirriado a muchos satauteños y cuestiona si, en verdad, es un democristiano estilo Angela Merkel. El transcurso de los meses desvelará el perfil de un responsable público que ya fue consejero en la institución insular en la etapa de Pedro Lezcano y cuyo centenario de su nacimiento festejó, para bien, desde su gobernanza local al que fuera un vecino ilustre del pueblo. La cita electoral en 2023 despejará si cosecha o no su ansiada mayoría absoluta; lo que sí es muy probable es que algunos de sus socios vigentes se queden por el camino.
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