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Sábado, 11 de Octubre de 2025

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Gregorio Viera (Foto TA) Gregorio Viera (Foto TA)

Una fábula

TA ofrece una nueva reflexión del concejal socialista Gregorio Viera Vega

direojed Viernes, 28 de Septiembre de 2018 Tiempo de lectura:

GREGORIO VIERA

Les traigo la fábula de Las dos hormigas amigas. En una aldea lejana vivían dos hormigas amigas, compartían colonia, trabajo y como buenas guerreras, se defendían mutuamente de los embates que el día a día les ponía delante.

 

Pero un día, llevada por los cantos de otras hormigas de colonias más poderosas decidió dejar atrás su casa y emprendió un camino que la llevó a recorrer otras colonias, buscando lo que podría ser el trampolín de sus aspiraciones, dejar de ser obrera para convertirse en una hormiga soldado.

 

En ese caminar conoció a otras hormigas. Hormigas cansadas, aburridas, hormigas obreras y trabajadoras que vieron en esta joven hormiga, una luz que entraba por una de las rendijas de la colonia.

 

Otras, la vieron como quien podría desbancar a la hormiga reina, aprovechando la situación reinante en la gran colonia. Su amiga, la otra hormiga, veía como si se tratara de una montaña rusa, como subía y bajaba arrastrada por quienes formaban un ejército de hormigas obreras, donde las hormigas soldados se ponían a la sombra, todavía oigo el eco de sus anuncios, sus carreras por los senderos trazados para cambiar las formas, sin deber nada a otras hormigas, sin carga para aligerar más el paso, entre un tumulto de hormigas de varias colonias se pudieron oír gritos de renovación, nuevas ideas.

 

Hoy día la historia de esta hormiga hubiera sido distinta si hubiese logrado los objetivos de quienes movían hilos por otras colonias.

Luego cuando todo calló, cuando comprobó y vio bajo sus antenas que aún no estaba preparada para asaltar la gran colonia, regreso a la suya. Su amiga la esperaba y, hablaron durante días y noches de empezar a fortalecerse en su colonia, pero algo no marchaba, el peregrinar por otras colonias la había cambiado, ya no era la misma hormiga, la humildad que le caracterizaba entre sus iguales se fue transformando, se fue encerrando en si misma y los brotes de aparente rencor se dejó entrever en sus acciones.

 

La colonia sigue aquí, expectante y aunque parezca de una normalidad supina, revolotea por sus aledaños, comportamientos que recriminábamos a las hormigas reinas y sus ejércitos de hormigas soldados y obreras.

 

Las dos hormigas amigas siguen trabajando en su colonia, luchando para que ninguna hormiga se quede en el sendero, porque se debe contar con todas las hormigas de la colonia y no dejarlas en la cuneta por no pensar igual, o tener capacidad de opinar de forma distinta, o ser una rival, o por incluso tener la capacidad de ejercer un liderazgo dentro de la colonia.

 

Las hormigas amigas ya no hablan mucho, ambas dejan que el tiempo ponga orden en algo que ambas conocen y saben cómo hacerlo en su colonia, porque ambas saben que el futuro será suyo, de la hormiga joven, pero para ello no sirve elegir a cualquiera de las hormigas que comparten colonia. Ambas hormigas saben que tiempo atrás hubieron muchos días de incertidumbre, de idas y venidas, de frio en las esquinas, en el banquillo y que presagiaron días convulsos, que dinamitaron a parte de la colonia, renovarse en la colonia no debe ser más de lo mismo, es quedarse porque lo otro no se consiguió.

 

Ahora cuando en la colonia se habla de aprovechar los talentos y no la rivalidad, de derechos entre las hormigas, sean obreras, reinas o soldados, se comprueba que cada hormiga ha ido por libre, han solicitado apoyos para la hormiga que cree que les debe guiar, han errado de todas, todas, porque al hacerlo han cercenado derechos de otras hormigas que también quieren decir algo en la colonia y que con esas acciones, se han mirado en el espejo que criticaban cuando querían asaltar la colonia grande.

 

¿Qué miedos se puede tener si saben que todo está controlado?, que todo está decidido de antemano, pero eso no les quita a las hormigas a expresarse libremente, en libertad, porque de algo estoy seguro, una de las hormigas es libre, y en su libertad está hablar a la colonia.

 

Y como en cualquier fábula su moraleja; no por recoger más se llega más lejos, la avaricia puede romper el saco…

 

Con la pluma del Faycán.

 

Gregorio Viera Vega es activista social y concejal socialista en el Ayuntamiento de Telde.

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