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Pan...demia y circo

direojed Sábado, 24 de Octubre de 2020 Tiempo de lectura:

Si casi el 60% de las plazas de acogida para migrantes que hay en la península están en este momento libres mientras en Canarias se vive una situación de alarma, al estar desbordadas las infraestructuras existentes y es materialmente imposible prestar una asistencia digna a cuantos llegan, qué torticera estrategia o nauseabunda idea impide la derivación de los que ahora andan hacinados en naves, botados en el suelo de un muelle al raso o bajo una precaria carpa, o en vetustos centros de internamiento que el propio juez responsable califica de cárceles.

 

Cuántas voces más, aparte del Defensor del Pueblo, la Agencia de la ONU para los refugiados (Acnur), ONG e instituciones de las islas de toda índole, tienen que elevarse para que la situación de Canarias como región frontera pase a ser prioritaria en la política de Estado, fundamentalmente en el tema migratorio, más aún ahora que se ha convertido en la ruta más peligrosa de cuantas existen, en ese camino a Europa que emprenden decenas de miles de desesperados.

 

Pero no, siguen sin entender lo que desde siempre ha refrendado la sabiduría popular y que no es otra cosa que de Tuineje a Berbería se va y se viene en un día, por lo que, entregado el colchón del Sáhara, la situación de estas islas debiera obligar a una atención que en ningún caso pasa por el desprecio.

 

Todos hablan pero nadie escucha. Es el fin del diálogo, mientras a los de aquí nos condenan a clamar en medio de la marea, como si quisieran que perdiésemos la esperanza. Y si no hay esperanza, como ha dicho Félix de Azúa, el pasado vuelve sobre nosotros y como una maza nos aplasta. De esta manera y en estas circunstancias a quién puede extrañarle que los brotes de xenofobia y racismo empiecen en germinar ahí donde rara vez han existido, para júbilo de los intolerantes.

 

Dicen que dividir es el truco más viejo de la política. Seguramente. Pero no se olvide que tal estratagema suele terminar siempre con sangre. Luego, corríjanse las mañas y las artes con prontitud. Aplíquense en atender las prioridades, que no son otras que las múltiples crisis que nos asfixian. La sanitaria, la económica, la social y también la migratoria, que podrá, esta última, no zaherir a los metropolitanos pero que a nosotros, los ultramarinos, si nos hiere.

 

Menos circo de moción de censura, o mejor, de refrito de insultos, y más decisión y acción unánime en favor del bien común. Además de palabras que haya gestos.

 

Vicente Llorca Llinares es director adjunto de Canarias7.

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