Me duele Canarias

Me duele Canarias. Me duele en qué nos hemos convertido. No puedo celebrar ese día porque no encuentro nada que celebrar. Me duele la ignorancia y desidia en la que vivimos inmersos.

Canarias sigue estando en los últimos puestos en educación, en listas de espera en la Seguridad Social, porque la sanidad está abarrotada, atendiendo a nativos y foráneos (ancianos europeos jubilados que jamás se integrarán a nuestra cultura pero que utilizan los servicios sanitarios y colapsan las listas).

Me duele el servilismo al turismo, la propaganda de estampa idílica de unas islas paradisíacas. Me duele el derrotero autocomplaciente y maniqueo que ofrecen las autoridades de unas islas abandonadas a su suerte, donde se lleva a cabo un expolio sistemático de las costas para beneficio de grandes hoteleros. Me duele no poder acudir a una playa porque los grandes hoteleros se creen con el derecho de comprar lo que es de todos.

Me duele el abandono a nuestro patrimonio histórico: los yacimientos cerrados y abandonados, la historia reciente oculta que algunos se obstinan en acallar.

Me duele la precariedad laboral: el destino seguro de muchos jóvenes será el turismo, donde les explotarán trabajando horas extras que no pagan, con sueldos de miseria.

Me duele que se diga que esto es un paraíso cuando los únicos que viven bien son los de siempre, los que han incrementado sus presupuestos con el dolor de los más pobres.

Me duele unos servicios sociales desmantelados, una ciudadanía apática y acrítica que ha perdido la confianza en la clase política.

Me duele que estemos en la cabeza de Europa en pobreza infantil y abandono escolar.

Por eso hoy no celebro nada, porque está todo por hacer y nada por callar.

Nieves Rodríguez Rivera es profesora de Lengua y Literatura.