TELDEACTUALIDAD
Telde.- Hay un dicho popular que reza que las cabras tiran siempre para el monte. Y no solo las cabras. También las plantas. Ahí está si no la piña de mar, que se creía extinta en la zona de El Castellano, que fue la población que sirvió para identificar a la especie en el siglo XIX, pero que ha vuelto allí, donde ha resucitado con al menos ocho ejemplares.
Según relataba días atrás el periódico Canarias7 en un reportaje que lleva la firma del periodista teldense Gaumet Florido, la sorpresa se la llevó un ecologista histórico, José Manuel Espiño Meilán, cofundador además del grupo Turcón. Sabía que en ese punto del litoral teldense habitó durante años la Atractylis Preauxiana y en uno de sus paseos recientes por este tramo de costa entre Taliarte y Playa del Hombre ha dado otra vez con ella. «Son solo siete u ocho ejemplares, pero sobreviven en apenas un metro cuadrado», recalca con entusiasmo Espiño. Dan cara a la maresía y están en un tramo pendiente de la ladera que acaba en una cala en El Castellano.
El hallazgo no tendría mayor relevancia si no fuera porque no se trata de una planta cualquiera. Es un endemismo canario que solo crece en Tenerife y Gran Canaria y que figura clasificada desde 1998 como en peligro de extinción en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, de ahí la alegría de Espiño al descubrir que ha rebrotado allí donde se creía que había desaparecido desde hace años. Ya figuraba así en el Atlas y Libro Rojo de la Flora Vascular Amenazada de España que definía los taxones prioritarios en 2004.
Es más, esta población en concreto se consideró ya extinguida en 1977. Lo dio por hecho el prestigioso botánico Günther Kunkel. Pero, poco después, en 1983, el biólogo Víctor Montelongo descubrió que aún quedaban ejemplares, aunque en estado crítico y a punto de ser sepultados por escombreras. La estocada final se la dieron a principios de este siglo, con la construcción del actual paseo marítimo.
Con todo, más curioso es aún que, según apuntan algunos especialistas, este emplazamiento en El Castellano o en su entorno inmediato es el locus classicus de la piña de mar, el lugar donde en 1846 Schultz Bipontinus dio con esta planta y la describió como nueva especie, como viene recogido en el Phytographia Canariensis de Webb & Berthelot.
Tan crítica ha llegado a ser su supervivencia que el Gobierno canario aprobó en 2007 un plan de recuperación de esta especie, poco vistosa por su morfología achaparrada, pero considerada una joya botánica que solo existe en cinco municipios de Tenerife y Gran Canaria, y en apenas 12 núcleos poblacionales. El más numeroso está en Arinaga.
Turcón insta al arreglo del vallado
Muy cerca de donde Espiño halló estos nuevos ejemplares está el solar donde Turcón descubrió en el Lomo de Taliarte una población de piñas de mar de la que no se tenía constancia.
Fue en enero de 2002. Estaba afectada por el desarrollo de una urbanización residencial, pero se llegó a tiempo para evitar su destrucción y hasta se modificaron los planos del nuevo barrio y se mudaron varios chalés para dejar libre el espacio en el que por fortuna ha seguido creciendo el también llamado cardo de mar o de costa (pica al tacto).
Y esa ha sido otra de las sorpresas de Espiño, darse cuenta de que la población que crece en ese solar, donde comparte protagonismo con las antiguas baterías militares de Taliarte, goza de buen estado de conservación.
El problema es que el vallado que le colocó el Gobierno presenta aberturas que facilitan el paso por el enclave, de ahí que Espiño y Turcón insten a su reposición cuanto antes. El último censo publicado contó aquí 720 ejemplares.
























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