En el fin de semana pasado, aparecía vandalizada la placa que conmemora la figura de la actriz, comunicadora y activista de los derechos LGTBI, Isabel Torres.
La placa está inserta en el mural que en su homenaje, su ciudad, Las Palmas de Gran Canaria, el Gobierno de Canarias junto al Cabildo de Gran Canaria y el ayuntamiento capitalino han querido hacer en un reconocimiento a su trabajo como activista en la defensa de los derechos de las personas LGTBI en el muro exterior del Parque Insular, en Paseo de Chil, donde puede leerse “Canarias orgullosa de Isabel Torres” junto a un retrato de la artista.
Este tipo de acciones vandálicas vienen a reflejar, por una parte la conducta destructiva que se traduce en un acto hostil e injustificado hacia el mobiliario urbano. En muchas ciudades y pueblos se está registrando un aumento de las acciones vandálicas, acciones contra el mobiliario urbano, pintadas o incluso pequeños robos que están llevando a una cierta sensación de inseguridad.
Desde la psicología nos explican que son múltiples los factores que pueden llevar a una persona a cometer actos vandálicos, aunque en la mayoría de los casos suelen ser comportamientos adquiridos desde la infancia y que se desarrollan en la adolescencia. Las restricciones que han venido motivadas por el Covid-19 en toda la sociedad y el confinamiento han generado frustración en la sociedad, una frustración que no todo el mundo ha sabido tolerar y que al final, se ve reflejado en acciones de llamadas de atención, se declaran en rebeldía.
Pero, ¿y cuando esos actos vandálicos son realizados desde el odio?, desde la ceguera más absoluta, desde la miseria de quienes inoculan mensajes de odio en nuestra sociedad con mentiras, injusticia y maldad. Nuestra isla ha sido siempre un lugar de respeto e inclusiva. Nuestra paleta de colores, de hablas, de culturas, de razas, de orientaciones e identidades así lo han corroborado a lo largo de los años. Ante ese ataque a nuestra idiosincrasia, al principio mas elemental y constitucional de respecto a los derechos humanos, debemos declararnos en rebeldía.
Rebeldes ante su intolerancia, rebeldes contra su odio, rebeldes contra su continua e insultantes soflamas que denigran los principios más básicos de la convivencia. Nadie nos dijo que sería fácil convivir entre distintos y distintas, pero no por ello desiguales. No venimos al mundo con instrucciones bajo el brazo. Quienes nos quieren someter desde el miedo, con la esencia de su nacional-catolicismo patrio, quienes se aprovechan de los símbolos, de su significado y no nos respetan, no deben representarnos.
Como sociedad hemos ido avanzado y una revolución aparentemente inofensiva, se ha apoderado del debate y los sectores mas reaccionarios, a los que siempre molestó la libertad, siguen con sus bulos, con sus mensajes de odio a todo lo distinto. Nos quieren aún en las catacumbas, no quieren que las personas distintas, seamos sujetos políticos, sujetos de derecho, por eso atacan a la raza, a la cultura, el habla, la religión, la identidad o el género. No saben convivir. No quieren convivir con distintos y distintas, quieren verticalidad, homogeneidad en el pensamiento.
Todos estos signos de vandalismo que se han ido produciendo en distintos lugares del país, a distintos referente de la vida civil, sobre todo a referentes lgtbi, ponen de manifiesto la amenaza real que nos acecha. La intolerancia da paso a los actos de odio, a la injusticia social, a la oscuridad y ante ello debemos revelarnos.
Tenemos la obligación ética y moral de construir la justicia social, la equidad, desde la rebeldía, desde el principio fundamental a ser quien tu quieras ser.
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