"Mi penosa experiencia en el Centro de Salud Mental de El Calero"

Mi experiencia en el Centro de Salud Mental de El Calero

Soy madre de una paciente del Centro de Salud Mental de El Calero, con domicilio en Telde. Como muchos pacientes de dicho centro, mi hija ha tenido que esperar hasta cuatro meses para tener cita con la o el psiquiatra, porque durante dos años los profesionales de Psiquiatría que le asignaron estaban enfermos o sencillamente se fueron a la privada o a otro país, y no se incorporaron más, y los sustitutos-as tardaron en llegar.

La próxima cita será con el cuarto profesional que se le asignan, con atención preferente después de dos meses de espera porque en la última cita hubo un error en la hora de visita y la psiquiatra (que ya no está en el centro) se encontraba en una reunión y en ningún momento se nos avisó del cambio. Presenté una reclamación, que no procedía según me contestaron porque la tenía que haber presentado mi hija que es mayor de edad.

Además del psiquiatra hay psicólogos-as, enfermeros-as que en este centro han pedido traslado y no han tenido sustituto-a de forma inmediata.

Esta situación supone para las personas de este municipio que tienen que acudir al Centro de Salud Mental de El Calero y a sus familiares con los que conviven una dolorosa falta de atención que incide en el deterioro en la salud mental y física de todos.

Siendo la familia un soporte imprescindible en la red de la salud mental, sin embargo, se le hace un "doble juego" por una parte son pacientes dependientes y para atenderles si está la familia, pero para informar y hacer un seguimiento controlado entre la familia y el equipo de profesionales para seguir la evolución del paciente y de su entorno familiar y social no, para eso son mayores de edad y no se puede dar ningún tipo de información.

No es serio, es un "juego trampa", en el que parece que la medicación se cronifica sin alternativa, no digo que la medicación no sea necesaria, pero no es el único tratamiento.

La familia en la mayoría de los casos en los que observa una crisis o un deterioro progresivo del hijo- a, padre o madre llama al 112 y la pregunta al otro lado del teléfono es: ¿está agresivo-a?.

Estándolo la situación tiene que ser muy extrema para poder intervenir si el paciente se niega, entonces la familia se queda sola, nos quedamos solos en un mar de dudas y sufrimiento que podría evitarse.

Esta es la realidad, los especialistas recetan medicación y usted que es mayor de edad es responsable y si no se la toma es su problema, la familia que es consciente de que una enfermedad mental no es como otras enfermedades, es dolor, dolor por la paranoia, por los ataques de terror, por los delirios, las percepciones distorsionadas, por el retraimiento social que no dejan vivir la parte sana, que convierte la vida en una interminable pesadilla.

Quiero denunciar que la atención a la salud mental en nuestro municipio tiene que revisarse y mejorar.