El legado de Juan Pedro Pérez Medina

Querido hermano: Nuestros padres (D.E.P.) nos inculcaron grandes valores, pero principalmente dos: “no eres más ni mejor que nadie” y “ayuda a quien necesite, sin esperar nada a cambio”.

Papá fue un trabajador social de a pie. Muchas amistades y conocidos siempre nos han comentado que le estarán eternamente agradecidos porque gracias a él unos recuperaron tierras de sus antepasados, a otros les ayudó a tramitar pagas de orfandad o viudedad y a algunos, les ayudó a conseguir un trabajo.

Y ese fue el legado del que tú te apropiaste para seguir sus pasos, luchando ciegamente por la playa de nuestra infancia, donde mamamos y escuchamos aquellos comentarios por una lucha: “que el grande entienda que no es dueño de lo que un grupo de pequeños quiere disfrutar”. Lucha incondicional que él logró conseguir con un deslinde marítimo y terrestre de Costas, demostrando con ello que también el pobre puede ganar. Se lanzó a ello sin importarle los enemigos que ganaría, ni los amigos que le dejarían en la estacada…. aquellos que le prometieron compromiso y arrimar el hombro pero que se quedaron por el camino.

Y tú querido hermano, seguiste con su lucha. Nunca te preocupó anteponer los problemas de vecinos y amigos a los de tu familia y tu hogar. Poniendo muchas veces la otra mejilla porque nunca llueve a gusto de todos y en colectivos vecinales esto ocurre aún más.

No te derribaron las críticas ni los traspiés, que creo te hacían más grande. Te revolucionabas y buscabas aún más posibles soluciones. En parte, sé que todo ello te alimentaba las ganas de vivir y seguir adelante sin pensar que te restaba salud y te privaba muchas veces de tu familia.

Mi querido Pedro – como te llamábamos en casa-, descansa en paz. Ojalá que los que aquí permanecemos mientras, sepamos valorar todo aquello por lo que luchaste incluso en otros pueblos y barrios de otras islas como en Tenerife (El Chovito) y Fuerteventura (El Jablito).

Dejaste en toda tu lucha comunitaria no solo tu empeño y salud, sino también tu bolsillo. Asumiendo gastos de gestión y asesoramiento técnico/jurídico con orgullo y desinterés, insistiendo a boca llena: “no me importa, lo volvería a hacer”. Fuiste feliz con tus vivencias y luchando por lo que creías.

Querido hermano, que la tierra te sea leve y como dice una canción: “al atardecer de la vida, me examinarán del amor”. Puedes estar tranquilo para ese examen. Te queremos todos como yo, tu hermana.