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Domingo, 14 de Diciembre de 2025

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Juan Antonio González, enyugando a Carbonero y Mariposa (Foto TA) Juan Antonio González, enyugando a Carbonero y Mariposa (Foto TA)

Los Suárez González mantienen vivo el arado tradicional en Lomo Magullo

Esta familia teldense recupera la técnica para surcar un campo en este barrio del Distrito Cumbre de la ciudad

dojeda Viernes, 28 de Febrero de 2020 Tiempo de lectura:

DANIEL OJEDA

Telde.- El barrio teldense de Lomo Magullo es un pueblo que siempre ha estado muy apegado al campo y a sus costumbres, no en vano la labranza de las tierras y los animales han dado de comer a mucha de su gente. Ejemplo de ello es la familia Suárez González, que con un burro y cuatro reses se ha propuesto recuperar uno de los símbolos de la agricultura tradicional, el arado animal o de tiro.

 

La industrialización de la sociedad trajo consigo mejoras que permitieron aumentar la productividad y aliviar la carga de trabajo de la gente del campo, pero colateralmente también provocó que costumbres de toda la vida, como el arado de la tierra por medios tradicionales, cayeran en el olvido. Las máquinas y los tractores han sustituido a las bestias; tracción mecánica frente a la animal. Pero en Lomo Magullo hay quien todavía no da su brazo a torcer y a base de sudor y mucho sacrificio se empeña en mantener vivo el arado animal.

 

Este es el caso de José Suárez Bosa, patriarca de una familia en la que tanto la agricultura como la ganadería han sido siempre muy importantes. Y que a sus 75 años de edad todavía conserva la vitalidad suficiente como para transmitir a sus hijos y nietos una técnica que aprendió de su padre y de su abuelo, y que luego perfeccionó durante muchas añadas.

 

Después de alrededor de diez años sin arar con animales, este invierno, empujado por los suyos, sobre todo por su hijo Esteban, se decidió a ello. Sacó los aperos de labranza que heredó de sus antepasados y que guarda como oro en paño (un valioso yugo de más de cien años de antigüedad, además de las coyuntas, frontil o un bazón de cuero de vaca y álamo y el arado con chaveta) y se echó de nuevo al campo.

 

Con una yunta de novillas –Hermosa y Ligera– y otra mixta de un novillo y una novilla –Carbonero y Mariposa–, además de un burro, Platero, que también hace lo suyo, en alrededor de dos horas se ventiló ayudado por un familiar, Juan Antonio González Peña, un cercado de unos 500 metros cuadrados, lo que viene siendo un celemín, para sembrar avena. Todo con la esperanza de que si la lluvia es generosa el campo les obsequie con una buena cosecha con la que poder alimentar al ganado unos cuantos meses.

 

Al principio les costó. Tuvieron que enyugar unas cuantas veces. Y es que estos animales eran primerizos en esto del arado y no estaban acostumbrados a trabajar ni mucho menos a labrar la tierra. Pero con un poco de paciencia y la sabiduría que atesora José Suárez todo salió a pedir de boca.

 

"Hay que saber y tener maña para que hagan bien el trabajo y arrastren, que entierren bien el arado y surquen, y no se dediquen a correr. Que caminen rectos y no se desvíen, porque el trabajo se hace todo a ojo, sin tirar líneas ni utilizar otros métodos. El burro es muy obediente, pero con las vacas el trabajo es más fácil", explica este lomomagullense que lleva prácticamente toda su vida ligado al campo, desde que cuando apenas era un chiquillo se dedicaba a plantar tomateros en la costa.

 

Toda una vida entre animales
Los Suárez Bosa y ahora los Suárez González son una familia que siempre ha estado rodeada animales. Actualmente, entre su hijo Esteban y otros familiares, cuidan y alimentan diariamente a tres toros y cinco vacas. También tienen algunos perros, ovejas y cabras, y un burro que es el orgullo de esta estirpe de Lomo Magullo. Y es que desde 1992, recuerdan padre e hijo, "siempre hemos tenido entre nosotros al menos a un burro".

 

Todo esto se traduce en cuatro horas al día dedicadas a atenderlos. Dos veces cada jornada, mañana y tarde. Hay que darles de comer, y ese alimento (paja, pitas, millo, rollón, afrecho, etc.) primero hay que ir a buscarlo. Limpiarlos e ir amansándolos al yugo ya que son ejemplares jóvenes.

 

Y todo por amor a los animales ya que poco reciben a cambio. Si acaso alguna ayuda cuando van a las ferias o la leche que ordeñan diariamente que la emplean en hacer algún queso para la casa. Lo comido por lo servido.

 

La ilusión de José Suárez Bosa es transmitir toda esta pasión que él siempre ha tenido por los animales y la agricultura a sus descendientes. Por ahora parece que no lo ha hecho mal ya que tiene cuatro nietos que vienen empujando fuerte y que también sienten predilección por el burro, Platero.

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