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Imagen de archivo de La Fraternidad (Foto TA) Imagen de archivo de La Fraternidad (Foto TA)

La deuda que nadie reconoce a La Frate

La histórica sociedad casi centenaria afronta un difícil trámite burocrático para sanear sus cuentas sin que la ciudad para la que tanto ha dado parezca reconocer el papel que ha jugado

dojeda Lunes, 03 de Junio de 2019 Tiempo de lectura:

TELDEACTUALIDAD

Telde.- Llegar al siglo de vida no es tarea fácil. Ni para el ser humano ni para los colectivos, por eso es siempre motivo de celebración. La Sociedad de Cultura y Recreo La Fraternidad, en Los Llanos, está a un paso de conseguirlo. En 2022 cumplirá 100 años de servicio a su ciudad y a Gran Canaria. Pero ¿logrará resistir? ¿Le dejarán conmemorar su centenario?

 

A lo mejor no. Sobre su supervivencia pende una espada de Damocles, un proceso concursal por el que tendrá que hacer frente a una deuda de 375.000 euros, explica el periodista teldense Gaumet Florido en una información que el diario Canarias7 publica este lunes. Si no pasa esta prueba, podría perder su sede. Los números son números, y los derechos de los acreedores, legítimos, pero también es verdad, como recuerda su actual presidente, el joven José Luis Macías, que la Frate, como es conocida, no es una empresa ni tiene ánimo de lucro. Puestos a contar números, la deuda de Telde y de Gran Canaria con esta sociedad es mayor. Otra cosa muy distinta es que nadie se la reconozca. Y otra todavía peor: que la sociedad asista impasible a su caída.

 

A Macías no le parece suficientemente justo el trato que la fría administración concursal está dando a La Fraternidad. No tiene en cuenta el papel que juega y ha jugado ni que tampoco tiene como fin una renta anual de beneficios. Sin ir más lejos, ni su presidente ni su directiva perciben un euro. Al contrario, el cargo les cuesta dinero. Las secuelas de esa fiebre austericida y economicista que el espíritu de los hombres de negro sembró por Europa tras la crisis de 2008 se muestra implacable con el devenir de una sociedad que pese a nacer como Centro Obrero, en 1922, en una entonces muy pujante zona comercial de San Gregorio, sobrevivió a dos dictaduras, a una república y también a la pérdida de brío del entorno empresarial del que brotó.

 

burocráticos criterios de los que administran, desde un despacho, su posible supervivencia, La Fraternidad sigue dispuesta a dar más de lo que recibe. Basta un vistazo a las memorias anuales con las que la directiva da cuenta a sus 915 sufridos socios de las actividades organizadas durante el año. Es evidente que ya no tiene el peso de hace décadas, pero esta sociedad no ha bajado la guardia en la consecución de sus fines culturales, de recreo, deportivos o educacionales. Sin ir más lejos, en esta última campaña electoral fue foro neutral para la participación democrática. Acogió la presentación de una candidatura y también sirvió de escenario para una charla-coloquio con los candidatos del PP al Ayuntamiento, al Cabildo y al Parlamento canario.

 

Memorias anuales

Durante 2018 sus salas fueron escenario de varias exposiciones (una de escolares sobre Igualdad, otra colectiva y otra de la asociación Sueños en color); foros de encuentro como el que celebró el Ayuntamiento para elaborar un plan de acción para el clima y la energía sostenible, otro sobre la Ley de Contratos que organizó el PSOE, la charla sobre la economía del bien común que montó Equo, la de la labor social de la madres, que promovieron los jóvenes de CC, o la de las kellys que convocó NC; la presentación de dos libros; una reunión de la plataforma de afectados de Idental; competiciones de ajedrez, conciertos de la Banda de Música; la impartición de clases de baile y de yopa-pilates y hasta la organización de una Casa del Terror.

 

Además, su contribución social ha sido reconocida de forma implícita por instituciones como el Cabildo, que, por cierto, acaba de concederle una subvención nada menos que de 89.000 euros para la instalación de un ascensor con capacidad para cinco personas que permitirá hacer accesible el edificio. El problema es que producto de la concursal tampoco pueden recibir esa subvención. La burocracia, y la deuda, les atrapa en un bucle sin salida.

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