Pablo Rodríguez, vicepresidente

SERGIO DOMÍNGUEZ-JAÉN

La política canaria es una ciencia en sí misma, tan difícil que más parece ingeniería política que método de administración de lo público. Si ya de por sí es complicado articular y consensuar asuntos en un territorio fragmentado, con intereses dispares y con señas culturales propias de cada isla, más lo es que se consiga un gobierno sólido, coherente y dispuesto a trabajar en una de las nacionalidades más empobrecidas del estado.

Y los intereses políticos mixturados con los empresariales, con el nepotismo y el poco o nulo interés ciudadano en los asuntos públicos cansados de tanto maquiavelismo en cualquier dirección a donde mires, está agotando el seguimiento de los proyectos sociales. No hay un solo partido en Canarias que no esté atravesando por dificultades y los principales son el PSOE y Coalición Canaria a raíz de la ruptura del pacto de gobierno que ha dejado al ejecutivo canario en minoría y casi asfixiado con lo que se le viene encima. Porque como no dejan de moverse, los partidos que no forman parte del gobierno están este año que comienza intentando que el ejecutivo de Clavijo no despegue con los nuevos nombramientos.

Y el nombramiento de Pablo Rodríguez como vicepresidente del gobierno es una buena noticia para Gran Canaria y más concretamente para Telde. Pablo viene de ascendencia política: su abuelo y su padre -el recordado Juan Rodríguez Betancor-, fueron  políticos  que pasaron etapas muy duras en el siglo pasado.

¿Por qué tendría que ser una buena nueva que Pablo Rodríguez sea de Telde? Telde no es solo el nombre de la cuarta ciudad del archipiélago, con una masa industrial potente y unas instalaciones empresariales preparadas para acoger iniciativas que desarrollen propuestas para  que la cohesión social sea un acierto.

Y en Telde hay unos barrios que están entre los más pobres del archipiélago, donde más paro se registra, donde más recursos se destinan para paliar la escasez de alimentos, de agua o de luz.

Este paisaje desolador es lo que conoce Pablo de primera mano y se debe empezar tendiendo manos para el dialogo con los sectores sociales más deprimidos; no hay nada exagerado en estas apreciaciones: las listas del paro están ahí y los informes de Caritas, también.

Pero hay otra coyuntura que lo hace más proclive a comprometerse con su ciudad y sus ciudadanos, porque Coalición Canaria forma gobierno con Nueva Canarias en Telde y si al trabajo serio y coherente de Carmen Hernández al frente del ayuntamiento se une el poder de decisión que tiene el vicepresidente desde el minuto cero, la ciudad puede empezar a asomar su verdadero rostro en los medios de comunicación y en la calle, por encima de la terrible situación económica y administrativa que lastra el empeño de las fuerzas políticas por sacar a esta población de su desamparo.

Lo primero es mirar hacia abajo, hacia donde no queda casi dignidad humana, para trabajar en que la marginación que atenaza no siga destruyendo tejido social o atomizando conductas individuales que no producen más que daño.

Dialogar es lo primero y me consta que tanto Carmen Hernández como Pablo Rodríguez están más que capacitados para ello. Es una ocasión única y especial en la historia de Telde y hay que saber estar a la altura de la responsabilidad que tiene en sus manos.

Sergio Domínguez-Jaén es poeta y escritor.