MANOLO OJEDA
Querido amigo: La última técnica de adelgazamiento rápido consiste en una reducción de estómago. La operación quirúrgica consigue que, al dejarte la tripa más pequeña, te baste con poca comida para saciarte.
Hoy día cualquier problema estético tiene solución ya seas gordo, flaco, calvo o feo, y solo es una cuestión de tiempo para que dentro de poco podamos ir al cirujano plástico con la foto de nuestro actor preferido y decirle: "Para este verano quiero que me ponga de Robert Redford, por favor".
No sé cómo nos van a reconocer entonces pero, igual nos obligan a implantarnos un chip de identificación debajo del pellejo, como los perros.
Vas a echar de menos mi cara, mi calva y mi oronda barriga, Gregorio pero, aunque me coja algo viejo, voy a intentar que me pongan la jeta de Sean Connery, que el muy puñetero tiene mejor pinta de viejo que cuando era joven.
Cuando veo por Telde a Julita, la viuda, me pregunto que a dónde quiere ir a parar estirándose la piel y rellenándose los labios con silicona. A la pobre se le han quedado las bembas tan infladas que parece un mero. Hay que ver, con lo bonito que es lo natural.
Siempre he pensado que los problemas te dan la oportunidad de superarte y que, si todo lo arreglas sin esforzarte, estás perdiendo una buena ocasión para crecer.
El viernes pasado me tropecé con Don Agapito y el hombre está bastante bien para su edad, aunque se ha quedado un poco sordo. Le tuve que pegar un par de bocinazos para que me oyera, aunque a él, oírme más o menos, no parece que le importe mucho, así que los dos nos alegramos de vernos.
Es curioso Gregorio pero, cuando dos personas se conocen bien, no hace falta mucho para entenderse. Ya cada uno sabe lo que el otro piensa aunque no lo diga. Eso es lo bueno que tiene el seguir viviendo en el mismo lugar que has nacido y poder encontrarte con la gente de siempre. Llegados a una edad ya no se cambia y, de una forma o de otra, sabemos quién es un trasto y quien sigue siendo una buena persona.
Al final, eso es todo lo que nos queda, la satisfacción de haber hecho lo que tenías y no tenías que hacer o, al menos, el haberlo intentado.
Cuando me encuentro con uno de nuestros amigos por San Gregorio, aprovecho para decirle: "Qué bien que te veo, fulano", y no es que trate de engañarlo, es que estoy viendo todo lo bueno que siempre ha tenido dentro.
Un abrazo, viejo, y hasta la próxima.
Manolo Ojeda es natural de Telde, directivo de El Casino La Unión y galerista de Arte.






















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