Quienes son conocedores de la Literatura hecha en Canarias, al menos les sonará de algo el título elegido para encabezar el presente artículo. Para no ser acusado de nada original, confieso que éste es una variante del que llevara en 1984 la primera obra de Juan Vega Yedra, escrita entre México y Gran Canaria, que entonces dio en titular El Señor Cónsul de Canarias en México.
Vega Yedra nació en Telde en 1910 y falleció en 1990, entre ambas fechas transcurren ochenta años de una biografía tan azarosa como apasionante. Las calles por entonces empedradas del Barrio de San Juan y, concretamente del lugar que llaman La Placetilla, son testigos del corretear de un niño obeso y travieso en demasía. Sus años escolares, tanto los de sus estudios primarios como buena parte de los secundarios, los cursó en su ciudad natal, destacando en los mismos debido a su naturaleza inquieta y a la búsqueda incansable de la Verdad. De joven llamaba la atención la extrema pasión que ponía en asuntos más bien de adultos. Preocupado como estaba por la Justicia Social, unos años más tarde le llevará, junto a su amigo el poeta y crítico de Arte Patricio Pérez Moreno (Telde, 1912-Santa Cruz de Tenerife, 1986), a fundar la Agrupación Socialista de Telde.
El poeta y dramaturgo teldense Montiano Placeres Torón (1885-1938) lo describe así en un bello poema titulado Cordialmente
Este amigo que ansía a Dantón,/y que todas las noches por la tertulia viene,/asegura que España,/para salvarse, tiene/que ser purificada por la Revolución.//Habla de Rusia y habla de la emancipación/de todos los esclavos…/
Terminado los estudios de Magisterio, ejerce tanto de maestro como de Inspector de Enseñanzas Primarias, lo que le lleva a Madrid. Es en la capital de España, en donde le sorprende la Guerra Civil Española (18 de julio de 1936 - 1 de abril de 1939), Juan es por entonces un hombre de carácter exaltado, radical y también, por qué no decirlo, militante del anticlericalismo tan en boga en las izquierdas españolas de aquellos años. Perdida la Guerra, se exilia, como otros tantos españoles, en la República Mexicana, bajo la altruista y benemérita protección del presidente Lázaro Cárdenas del Río (México, 1895 - 1970). Allí, trabajó en varios oficios, destacando en el de periodista. Casado y padre de una única hija, regresa a Gran Canaria al recobrar nuestro país la tan ansiada Democracia. Venerado por unos y denostado por otros, muy pronto fue admirado y querido por casi todos.
Al autotitularse Cónsul de Canarias en México no hizo otra cosa que aceptar de muy buen grado lo que de él se decía en la sociedad mexicana. Juan Vega Yedra fue un referente de españolidad y canariedad por igual. Su hija y su nieta nos hablaban de lo feliz que le hacía encontrarse con los escasos miembros de la colonia canaria en la capital azteca. Allí, alrededor de una mesa y siempre acompañados por un aromático café, se rememoraban mil y una situaciones vividas en el pasado insular.
La añoranza y los recuerdos hicieron mella en el cansado corazón del viejo socialista. Desde que tuvo ocasión tomó los bártulos y volvió a Telde, en un primer momento sus estancias fueron más bien cortas, pero muy pronto, se afincó en su casa familiar de la que hizo un lugar de encuentro y proselitismo de sus ideas revolucionarias. Al pasar el tiempo, Juan se dio cuenta que la España que ahora vivía, no era la misma que la que había dejado cuarenta años atrás y muy a su pesar, se tuvo que adaptar.
Este teldense, de resuelta pluma, no solo escribió la obra antes mentada, sino que compone otras que verán la luz tras su muerte, tal es el caso de Cuatro poetas de Telde, en 1991, Ramilletes de cuentos en 1992 y Dos banderas en 1993.
La ciudad de Telde quiso honrar su memoria dedicándole una calle en el sector de Los Llanos de San Gregorio, en este sentido su Consistorio tomó el acuerdo plenario de 28 de noviembre 1996. Muchos son los ciudadanos que aún hoy ansían sus animadas tertulias, en donde se entremezclaban el riguroso saber con el chispeante conocer. Juan, a pesar de los años, nunca dejó de ser un joven idealista.
Caso bien distinto representan las estancias de otros teldenses dispersos por el Mundo que analizaremos detalladamente en la segunda entrega del presente artículo.
Antonio María González Padrón es licenciado en Historia del Arte, cronista oficial de Telde, Hijo Predilecto de esta ciudad y académico correspondiente de la Real Academia de la Historia.
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