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Dibujo antigua iglesia/Naranjo Suárez J. Dibujo antigua iglesia/Naranjo Suárez J.

Visitas episcopales a la arzobispal ciudad de Telde

Miércoles, 19 de Octubre de 2022 Tiempo de lectura:

Comencemos el presente artículo, despejando ciertas dudas que no debieran ser tales si como mandan los cánones académicos, ante ellas tuviéramos la determinación de documentarnos en las fuentes del conocimiento. En este caso, nada más seguro que hacernos con la Bula u Orden papal por la que se nombra un primer Arzobispo de Telde, elevando de grado la que, hasta entonces, había sido Episcopal ciudad.


Vayamos mucho más atrás. El 7 de noviembre de 1351, la Bula Papal Coelestis Rex Regum del Sumo Pontífice Clemente VI (Papa cismático de Aviñón) creaba el Principado de la Fortuna y al mismo tiempo su Obispado Misional, trocado prontamente de nombre por el de La Primera Ciudad Europea de este Archipiélago: Telde. Toda la documentación creada en aquellos y otros lustros venideros, hasta finalizar el siglo XIV, fueron fechadas en diferentes ciudades europeas, teniendo por común denominador la clara mención a los obispos teldenses.


Dando un salto cuantitativo de varios siglos y ya en los años cincuenta de la pasada centuria (Siglo XX), el preclaro y siempre meritorio doctor don Antonio Rumeu de Armas, catedrático de Historia Moderna de la Universidad Complutense y director de la Real Academia de La Historia, trabajó incansablemente en el Archivo Secreto del Vaticano y en varios otros de titularidad dominica y franciscana, teniendo como objetivo final la demostración fehaciente de la más que cierta existencia de nuestro primer obispado. El gran historiador tinerfeño, director que fue durante toda su vida de los Anuarios de Estudios Atlánticos, al demostrar tales hechos, adelantó la Historia documentada de Canarias en casi siglo y medio. Y así, cuando el M. I. Ayuntamiento de la Ciudad de Telde le pidió su intermediación para la creación y posterior aprobación de nuestro Escudo Oficial (Decreto 2.602/1974, de 30 de agosto en B.O.E. Nº222, de 16 de septiembre), él mismo trabajó en ese crucial asunto, de tal manera que el experto valenciano que lo configuró, confesó: Nada tuve que quitar ni añadir a lo que el doctor Rumeu de Armas me decía en sus misivas sobre cómo debía ser el futuro símbolo de esa ciudad.


Ahora, volvamos la vista a tiempos pretéritos y tomemos los libros que dejan constancia de las visitas pastorales a la ciudad de Telde, realizadas por obispos propios o foráneos. Desde aquel venerable don Juan de Frías, Obispo Canariensis-Rubicense hasta sus sucesores titulados, todos ellos, Obispos de Canarias. Tomando como guía al padre de la historiografía local, el siempre recordado y no menos admirado doctor don Pedro Hernández Benítez, iniciamos este listado. Una de las primeras visitas la realizó el Obispo don Diego de Muros, que a pesar de su brevedad en el cargo, tuvo tiempo para preocuparse y ocupar a sus clérigos en la buena marcha de las parroquias insulares canarias. A este prelado se le debe la primera mención a la fiesta a la Siempre Virgen de la Inmaculada Concepción de Jinámar, advocación que pone por ejemplo para que se celebre en todo el territorio de su Diócesis, los ocho (8) de diciembre de cada año.


Entre éste y el siguiente prelado aquí consignado, seguramente se realizaron otras visitas, aunque no es menos cierto que muchos obispos delegaban en sus Vicarios Generales como Visitadores autorizados, y así se ahorraban el salir de su Palacio de la Plaza de Santa Ana, bien por pura comodidad o por enfermedad.


Otro Obispo que visita Telde fue don Diego Deza del que el propio Viera errará al decir que nunca estuvo en su diócesis, cuando lo cierto es que en 1557 firma su visita en la Iglesia de San Juan Bautista.


Unos años antes y concretamente en 1541, visitó nuestra Parroquia Matriz el doctor don Alonso Ruiz de Virués, como también lo hizo en torno al 19 de enero de 1545, fecha en que la muerte le sorprendió visitando el Hospital e Iglesia de San Pedro Mártir de Verona. Hoy, en uno de los paramentos exteriores de dicho templo, existe una placa conmemorativa de mármol blanco, que reza así: In Memoriam/Ad/Fray Alonso Ruiz de Virués/Obispo de Canarias 1538-1545./De la Orden de San Benito/erudito en las lenguas clásicas/eminente escritor del Humanismo Cristiano/amigo de Erasmo y de Luis Vives./Orador elocuente y predicador/del Rey- Emperador Carlos I./Visitó esta Ciudad el 23 de enero de 1541/comenzando aquí/la primera visita pastoral a su diócesis./Falleció el 19 de enero de 1545/durante la visita que realizara/a este Hospital de la Misericordia/de la Ciudad de Telde./LAUS DEO/Ciudad de Telde 14 de febrero de 2007. (La redacción de dicha lápida se debe al Rvdo. sacerdote e historiador don Julio Sánchez Rodríguez).


Como ya señalara el doctor Hernández Benítez, una de las visitas más sonadas de las que se tiene constancia en nuestro Archivo Parroquial de San Juan Bautista es la de don Sancho de Trujillo, quien firmó SANCTIUS EPUS. MARROCHITAMUS (Obispo de Marruecos). Ésta tuvo lugar en 1551.


Sustituyó este prelado al Sr. Obispo Canariense de entonces, Fray Francisco de la Cerda. Fue don Sancho quien bendijo la Iglesia Hospitalaria de San Pedro Mártir, adjunta a la institución sanitaria de igual denominación, en las puertas mismas de la Ciudad. Entre esta visita y la siguiente consignada en los libros parroquiales, no hemos encontrado reseña alguna de otros obispos visitadores (lo que no significa que aquellos no visitaran nuestra urbe, aunque sólo fuera de paso hacia la Villa de Agüimes, bastión del Señorío de los Obispos de Canarias).


Bien pudiera parecer, que éstos hubiesen delegado sus inspecciones temporales a representantes de su Curia. Así, vemos como cada cierto tiempo aparecen por Telde Visitadores enviados por el señor Obispo, previa elección entre los sacerdotes más capaces e inteligentes del Gobierno Eclesiástico de la Diócesis.


En 1726 recorre nuestra Parroquia Matriz y algunas de sus ermitas dependientes (Inmaculada Concepción de Jinámar y San Gregorio
Taumaturgo de Los Llanos) el Obispo don Bernardo Vicuña y Zuazo, quien fue recibido por los Beneficiados don Francisco Yánez (Yáñez) Ortega y don Antonio López de Morales.


El 21 de agosto de 1732 contamos con la presencia en Telde del Rvdo. Sr. Obispo de la Diócesis don Pedro Manuel Dávila y Cárdenas, quien deja consignado por escrito que esta parroquia está asistida por dos curas beneficiados, doce capellanes (casi todos pertenecientes al Convento Franciscano de la ciudad), un sacristán mayor y otro menor, cuatro mozos de coro, también llamados monaguillos. El prelado visita con detenimiento las ermitas de san Gregorio Taumaturgo en Los Llanos, San Antonio del Tabaibal, Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de Jinámar, el Hospital e Iglesia de San Pedro Mártir de Verona, San José de Las Longueras, San Miguel en el pago de La Matanza y San Miguel de Valsequillo; no contento del todo con ello, se personó en los oratorios privados pertenecientes a don Pedro José Linzaga (en Las Vegas) y en el de don Francisco Ruiz, en su finca de García-Ruiz. Dando por terminada su visita varios días después. Nunca ha tenido una visita episcopal tan exhaustiva, la por entonces, única parroquia de Telde.


En 1742 llega a Telde el Obispo don Juan Francisco Guillén y, entre otras muchas mandas, reseña que se recojan los dineros de la Fundación que el indiano, hijo de Tara, don Diego López Montañez había creado con el fin de proveer a ésta su ciudad de escuela pública. Don Juan Francisco, deja dicho: Por haber hallado en esta ciudad, no sin dolor, sin un maestro de niños para la buena educación y enseñanza de la pubertad.


En 1765 visita la parroquia Matriz don Francisco Delgado y Venegas, renombrado Obispo de la Diócesis de Canarias. Pasó por Telde de regreso a Las Palmas (en el siglo XX denominada Las Palmas de Gran Canaria) tras pasar unos días en el pago sureño de Juan Grande, propiedad de los Señores Condes de la Vega Grande de Guadalupe). Escrupuloso con todo lo que tenía que ver con la buena doctrina cristiana y los sacramentos, exige a los beneficiados que prohíban la entrada a los fieles que no vayan aseados y vestidos con modestia y compostura. Al mismo tiempo que éstos no sean portadores de garrotes o cualquier otro tipo de armas. Asimismo, las mujeres no pueden llevar trajes indecentes. Evitándose en todo momento que tanto los hombres como las mujeres se recuesten sobre los altares. Y que no se de comunión a los niños y niñas entre los 8 a los 13 años, si antes no han sido examinados en religión por los Señores Beneficiados.


En 1787 llega a Telde el prelado Antonio Martínez de la Plaza, el 25 de julio, día de Santiago Apóstol. Comienza su alta inspección, habiendo visitado antes la ermita de La Vega. Aquí permaneció cuarenta y ocho días y, tanto él como sus auxiliares, invirtieron su tiempo en realizar copias de los libros más antiguos, mandándolos a limpiar y ordenar, al mismo tiempo que forrarlos en pieles para salvaguardarlos de cualquier accidente que los pusiera en peligro. Como medida extra de precaución, deja escrito la tácita prohibición de abrirlos, amenazando con la excomunión a quien contradijera su episcopal orden.


El siguiente en visitarnos fue el archiconocido don Antonio Tavira y Almazán, tenido por uno de los obispos más ilustrados y por tanto entre los más intelectuales que han ocupado la cátedra de esta diócesis. Llegó a Telde el 23 de febrero de 1793. Aquí permaneció varios días, hasta que pasó a la Villa de Agüimes, de donde regresara para seguir la visita teldense. En ella, manda que se hagan continuos exámenes de doctrina cristiana a los fieles, corrigiéndoles en las muchas falsedades y posibles herejías, señalando que estas pruebas se hagan con la debida prudencia y sin que éstas fueran gravosas ni bochornosas en manera alguna. Habla sobre los toques de campanas y arremete contra las costumbres de la excesiva veneración a las imágenes, dejando en un segundo lugar la adoración que se le debe al Santísimo Sacramento del Altar. Tavira, prohibió la reproducción de la escena del Descendimiento de Nuestro Señor de la Cruz, costumbre ésta que realizaban en el Convento de San Francisco sus frailes. Tavira fue un gran defensor de toda clase de enseñanzas. Para él, los infantes, tanto niñas como niños, debían ser instruidos en las cuatro reglas y llegar a leer y escribir con cierta soltura.


Los sacerdotes además de piadosos y ejemplarizantes debían corregir toda desviación teológica por muy simple que pudiera parecer. Anima a los tallistas o escultores, que trabajaban en su diócesis, a esculpir o tallar sólo imágenes de bulto redondo; es decir, de una sola pieza en donde rostros, manos y pies, así como los distintos ropajes fueran todos laboriosamente trabajados en la madera. Debía evitarse por todos los medios, aunque se aludiera a lo barato que resultaba, a hacer imágenes sagradas de candelero o de vestir; o sea, aquellas a las que sólo se les confeccionaba la cara, el cuello y las manos, haciendo del resto una complicada trama de listones de
madera, prestos a recibir ropajes diversos y con ellos, joyas en abundancia, que si bien eran reflejo de la piedad popular, no pocas veces servían para escándalo de los buenos creyentes. Tavira, a petición de muchos sacerdotes y pensando en la economía de sus parroquias, alienta a convertir las imágenes de vestir en imágenes de falsos bustos redondos. Nos explicamos, los tallistas y escultores utilizarán la técnica de paños engomados o acartonados, de tal forma y manera que, contando sólo con la cabeza, manos y pie de talla, los ropajes son un alarde de destreza entre el papel, el cartón, el textil, la goma o engrudo y cubriéndolo todo con unas buenas manos de pintura polícroma.


Desde el 9 de noviembre al 21 de diciembre de 1799, giró visita a esta ciudad el Obispo don Manuel Verdugo y Albiturría (primer prelado con gobierno sobre todas las islas que había nacido en el seno de una notable familia grancanaria). Llegaba de Agüimes, en donde había pasado una corta temporada. Dedica su estancia entre nuestros antepasados, a corregir algunas desviaciones con conferencias morales y predicaciones, en donde insistía en la santificación de los domingos y demás fiestas de guardar.


Asimismo, ordena que se retire el llamado Cristo de la Consolación, porque según él su monstruosa configuración en nada puede convenir con la decencia y majestad de una imagen que representa al Unigénito del Padre Eterno. Los teldenses ávidos en burlar leyes y mandatos, hacen que lo retiren del culto, aunque en verdad, lo libran de la Cruz y por arte de birlibirloque lo convierten en nuestro actual Cristo Yacente.


El señor Obispo don Bernardo Martínez llega a Telde el 6 de marzo de 1829, y permanecerá en ésta hasta el 26 del mismo mes. Vuelve a insistir en la obligatoriedad de escuchar misa los domingos y demás días de fiestas, añadiendo que junto a éstas se lleven a cabo actos de Fe, Esperanza y Caridad.


Ya en 1837 fue el recordado Obispo Canariensis don Judas José Romo, quien vino a visitar la parroquia de San Juan Bautista el 4 de febrero, permaneciendo en Telde hasta el 14 del mismo mes. El siempre meritorio y recordado Obispo don Buenaventura Codina y
Augerolas, cuyo cuerpo incorrupto se venera en la Santa Iglesia Basílica Catedral de Santa Ana (Las Palmas de Gran Canaria), visitó en numerosas ocasiones la ciudad de Telde y concretamente su Barrio de Los Llanos, ya que sentía especial interés por la conclusión de las obras de su iglesia neoclásica de San Gregorio Taumaturgo, que llevaba fabricándose el nada desdeñable tiempo de sesenta años, aproximadamente. Bien sólo o acompañando al Padrito Antonio María Claret (más tarde elevado a los Altares como San Antonio María Claret), se preocupó sobremanera por llenar los corazones de los teldenses de devoción mariana. Llegados a este punto, debemos dejar constancia de las mandas testamentarias de dicho prelado. En ellas hace mención a la nueva parroquia teldense, la cual ha dotado de paños o manteles para sus altares, así como gran cantidad de estolas, casullas y demás vestimentas sacerdotales. Es voluntad de Monseñor Codina que su Capa Pluvial, la Mitra y el Báculo de plata que le acompañaran en su labor pastoral, a su muerte, pasara a la Imagen de San Gregorio Taumaturgo, patrono de la segunda hijuela de la Matriz teldense (debemos recordar que la primera parroquia independiente de San Juan Bautista de Telde en su comarca y jurisdicción fue San Miguel Arcángel de Valsequillo y ésta de Los Llanos la segunda). Así fue, y desde entonces el Báculo Episcopal está sujeto por una de las manos de la extraordinaria talla lujanesca (José de Luján Pérez, Guía 1756-1815). El resto de los atributos heredados sólo se colocan sobre San Gregorio Taumaturgo los días previos y posteriores a sus fiestas (17 de noviembre).


Fray Joaquín Llunch y Garriga llego a la parroquia de San Juan Bautista de Telde el 22 de septiembre de 1859 y, según deja escrito, encontró todo de su agrado, pues los beneficiados se habían esmerado en la predicación de la doctrina y en el cumplimiento de las demás reglas eclesiásticas. Este mismo prelado volverá a Telde el 3 de mayo de 1862, mostrando otra vez, su contento por todo lo que vio y oyó de la feligresía de esta noble urbe.


Sorprendido por la generosidad con que los teldenses hacían obras de caridad. El doctor don José María Urquinaona y Bidot, quien el 27 de julio de 1869 muestra su satisfacción por el buen espíritu de instrucción y celo del párroco, así como del cariño que a éste y a él mismo le mostró todo el vecindario, quienes lo recibieron con vítores y otras muestras de júbilo.


Para no alargar en demasía el presente artículo, diremos qué otros Obispos, ya con posterioridad, estuvieron en Telde en una o varias ocasiones. Éstos fueron: José Pozuelo y Herrero (1789-1890), Fray José Cueto y Díez de la Maza (Fundador de la Orden de las Dominicas de la Sagrada Familia) (1891-1908); D. Adolfo Pérez Muñoz, Obispo (1909-1913); don Ángel Marquina Corrales (1913-1922); Don Miguel Serra y Sucarrats (Mártir de la Guerra Civil Española, 1923-1936).


Mención especial merece el siempre recordado don Antonio Pildain y Zapiain (1936-1966), hacedor de numerosas parroquias a lo largo y ancho de las Islas de Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote. En 1963, decreta que cada año el 12 de septiembre baje la Venerada Imagen del Santo Cristo de Telde, se procesionase el día 14 y se vuelva a subir al ático del Altar Mayor el día 22 del mismo mes. Sus tres décadas al frente de la diócesis, marcó definitivamente los rumbos de la misma. Al participar de lleno en el Concilio Vaticano II, monseñor Pildain fue tenido como un gran teólogo.


Preocupado por la formación de los futuros sacerdotes, edificó en Tafira Baja, el Seminario Diocesano, hoy en parte arrendado a la Universidad de las Palmas de Gran Canaria y también sede del Centro de Estudios Teológicos o Seminario de Mayores.


Monseñor Antonio Infantes Florido (1967-1978), intelectual de gran altura, se esmeró por fortalecer la veneración a la Imagen del Santo Cristo de Telde, así como a la Inmaculada Concepción de Jinámar. Con su aprobación se llevaron a cabo las reformas del Vaticano II en nuestras parroquias. A veces, con un celo extremo, que le granjeó algunas que otras enemistades, tales son los casos de la supresión ipso facto de los púlpitos de las parroquiales de San Juan Bautista y San Gregorio Taumaturgo, ambos, verdaderas joyas muebles, perdidos irremediablemente para la Historia (En el caso del de San Juan, todavía quedan piezas del mismo almacenadas en los bajos del edificio que custodia El Archivo Parroquial.


Don Ramón Echarren y Istúriz (1978-2005), realizó numerosas visitas a esta ciudad. Entre otras recordaremos con emoción el día en que doña María del Pino de León y Castillo y Manrique de Lara (IV Marquesa del Muni) donó de forma definitiva a la Basílica de San Juan Bautista, devolviéndolo así a su hogar primigenio, el famoso tríptico de Pincel de La Adoración, también llamado de Cristóbal García del Castillo (Obra del flamenco Lambert Lombart, traído de Lieja, Bélgica, por el conquistador- colonizador antes mentado, para su Oratorio Doméstico, sobre 1516).


Entre los años 2005 al 2020, dirigió, muy sabiamente la Diócesis, don Francisco Cases Andreu. Éste, gran sacerdote y obispo, originario de la ciudad alicantina de Orihuela, se prodigó en visitas a las distintas parroquias teldenses, acudiendo a numerosas misas del cotidiano devenir, así como en las más solemnes por ser festividades de enorme arraigo. Fue más que notoria su presencia al presidir algunas de nuestras ancestrales procesiones. Llevado por su gran celo apostólico y en busca de la paz que el Alma reclama, alguna que otra vez anduvo por las recoletas y silenciosas calles y plazas del Altozano de Santa María, también llamado de San Francisco.


Completándose este listado con don José Mazuelos Pérez, actual Obispo de la Diócesis, quien a pesar de sus pocos meses al frente de la misma ya supera a algunos en sus visitas a la Arzobispal Telde, bien sólo o acompañado, tanto de la actual Nuncio de Su Santidad en España, el filipino, Monseñor don Bernardito Cleopas Auza; así como como por su Obispo Auxiliar, el canario natural de Valsequillo de Gran Canaria, don Cristóbal Déniz Hernández, que así mismo viene a nuestra ciudad cada vez que tiene ocasión.


Como habrán tenido ocasión de comprobar, la hoy Arzobispal Ciudad de Telde, única de ese título en todo el Archipiélago Canario, ha sido beneficiada gracias a las continuas visitas de nuestros prelados, así como por cortas estancias de otros tantos. Algunos procedentes de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna (Tenerife), otros que fueron Arzobispos Hispalenses (Sevilla) y de casi todos los Nuncios Apostólicos que desde 1968, Fecha en que la Parroquial de San Juan fue elevada a rango de Basílica Menor de la Cristiandad, ejercieron como tales en España.


La matriz teldense de San Juan Bautista ha visto crecer un nutrido número de hijuelas, que hoy están presentes en los diferentes barrios y pagos de nuestro municipio y su comarca. Al convertirse en basílica, no ha hecho sino consolidar su alto valor, desde el punto de vista religioso e histórico- artístico. Desde aquí recomendamos que se visite detenidamente la misma para que la ciudadanía tenga consciencia clara de los valores que aquí se ponen de manifiesto.


Hacemos un llamamiento, a las autoridades locales, insulares, autonómicas y eclesiásticas para que trabajen de forma coordinada, continuada y decisiva en salvaguardar su rico patrimonio arquitectónico, escultórico, pictórico, etc. Sin duda alguna, uno de los más prolijos e interesantes del Patrimonio Cultural de la Isla de Gran Canaria y, por ende, de nuestra Comunidad Autónoma. Señores políticos, autoridades eclesiásticas, ciudadanos de Telde, grancanarios, canarios…. ¡Obra son amores y no buenas razones! ¡A Dios rogando y con el mazo dando¡

 

Antonio María González Padrón es licenciado en Historia del Arte, cronista oficial de Telde, Hijo Predilecto de esta ciudad y académico correspondiente de la Real Academia de la Historia.

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