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Cables en la fachada de una vivienda del conjunto histórico de Telde/TA. Cables en la fachada de una vivienda del conjunto histórico de Telde/TA.

A colación de un cuento de Pepito Monagas...

direojed Miércoles, 06 de Julio de 2022 Tiempo de lectura:

(Para Carmen Alemán Hernández, javeriana y profesora del Colegio de San Ignacio de Loyola de Las Palmas de Gran Canaria).

En los tiempos de mi niñez, hace ya algo más de medio siglo, cada noviembre y por las fiestas del Copatrono de la Ciudad, el Bienaventurado San Gregorio Taumaturgo, el M.I. Ayuntamiento de Telde organizaba un más que notable número de eventos: deportivos los unos y culturales los otros. Entre Estos últimos, destacaba una actividad lúdico-festiva, llamada por entonces Exhibición de Variedades.

 

Ésta, traían hasta el barrio de Los Llanos o de Arriba, a cantantes, magos, malabaristas, actores y actrices de teatros, gimnastas o contorsionistas, cantantes líricos, también melódicos… Y así un largo etcétera. Todos ellos admirados por un numerosísimo público, que después de adquirir las entradas, hacían largas y tediosas colas para acceder al interior del Cine Aráuz, el de mayor aforo de nuestra urbe. Todos los que podían, asistían al evento para ver y ser vistos. La moda de las Variedades la impuso don Manuel Amador Rodríguez, preclaro alcalde de imborrable memoria. El cartel, lleno de imágenes a todo color, se repartía por toda la ciudad, lo mismo ocupaba el centro de los escaparates de las tiendas, como aparecía fijado en algunos paramentos de solares, fincas, huertas y jardines. Asimismo, y en pequeño tamaño tipo cuartilla, se entregaban por doquier a la ciudadanía toda, animándolos a participar en ése y otros actos relevantes de nuestras fiestas patronales.

 

Un año y otro también, encabezaba dicho cartel la actuación estelar de Pepe Castellano encarnando el personaje de Pepito Monagas, salido de la magistral pluma de Pancho Guerra (Francisco Guerra Navarro, San Bartolomé de Tirajana, 1909 - Madrid, 1961). Aquel actor interpretaba a las mil maravillas al canario socarrón de tierra adentro, que por avatares de la historia, había caído en uno de los barrios más populares de la capital grancanaria. Sus hechuras físicas de oronda barriga y doble barba, su vestimenta de “maúro” con fajín y naife a la cintura y cachorro ladeado en la cabeza, se completaba con un Mecánico Blanco (cigarro sin filtro, propio de la época), que la mayor parte de las veces permanecía apagado y ligeramente masticado entre sus labios.

 

Hace sólo unos días, hablando con un sobrino del escritor, anteriormente mentado, Fran González Guerra, me aclaró que los archiconocidos “Entremeses” de su tío, no pocas veces fueron modificados por el actor en cuestión. Y otras tantas, Castellano improvisaba otros cuentos, que ponía en boca de su personaje Pepito Monagas. Tal vez de la inventiva del intérprete fue este cuento:

Pepito Monagas llegó a su casa y en la acera de la misma repochinados sobre la pared, como queriendo apuntalar la casa por si acaso ésta se caía, le esperaban su cuñado y un par de vecinos. Sabiendo éstos que Pepito, recientemente, había visitado la capital grancanaria, le preguntaron que qué le había parecido la misma. Mi hombre se arremangó la camisa y tiró del pantalón hacia arriba.

 

Como quien dicta sentencia, les espetó: ¿Qué quieres que les diga? Esa Calle Triana es preciosa, el Parque Santa Catalina, una maravilla y el Muelle ¿Qué me dicen ustedes del Muelle? Algo nunca visto. Los chonis van y vienen a las tiendas de los “jindios” (indúes) y todo el mundo en la ciudad camina deprisa de un sitio pa’ otro. ¡Mucho trajín pa’ un cristiano! Ahora bien, si Las Parma m’encantó ¡Los cristianos y las cristianas de allí, a mi parecer, son desconfiados y agarrados cuanto más! Pues estos ojos vieron que todas las casas están amarradas unas con otras por hilos. Pareciéndome a mí que lo hacen por miedo a que alguien se las robe y se las lleven pa’ otra parte (Los hilos a los que hace referencia Pepito Monagas no eran otra cosa que los numerosos cables eléctricos y telefónicos, que ya hacían su aparición hasta en las barriadas más humildes de la ciudad.

 

Ahora bien, desde que ese cuento saliera a la luz, calculamos cincuenta y dos años aproximadamente, esos cables se han multiplicado no sé ni por cuanto más. A veces disimulados, sobre cornisas o por el ingenio de algunos arquitectos, que al diseñar el edificio en cuestión, arbitran medidas tales como pasar los mismos por el interior de tubos contenidos en el interior de las fachadas. En otros espacios los Ayuntamientos han exigido a la compañía distribuidora de la electricidad y a la telefonía que inviertan sus nada desdeñables beneficios en hacer tendidos subterráneos. Pero en Telde, una vez más, somos totalmente diferentes. Fraga Iribarne, aquel Ministro de Información y Turismo de Franco, hizo suya la propagandística frase de España es diferente (Spain is diferent). Y yo pienso que dicho slogan lo tuvo que pensar en una de sus varias visitas a nuestra ciudad (Al estar el Aeropuerto de Gando en nuestro municipio, es lógico presumir que el político gallego, atravesaba el mismo para llegar a Las Palmas de Gran Canaria). Y ¿Por qué es diferentes Telde? Pues, entre otras cosas, por sus muchas infraestructuras parcial o totalmente en desuso. No porque alguna vez estuvieran en uso, sino porque jamás se han usado por culpa de Dios sabrá que causas. Aunque nos tememos que algo tendrá que ver la apatía de unos y la desidia de otros.

 

San Francisco, junto con San Juan y Los Llanos de San Gregorio son los tres núcleos fundacionales de nuestra ciudad. Pero sólo los dos primeros se deberían beneficiar de su declaración como Conjunto Histórico Artístico Nacional. Aunque echándoles más de un vistazo, podríamos decir que los beneficios acarreados por tal denominación han sido nulos o casi inexistentes. En la fotografía que encabeza este artículo, verán ustedes con toda nitidez como nos quieren y aprecian las compañías distribuidoras de los servicios de luz y teléfono, a la par que pueden valorar la nefasta actitud de nuestro Ayuntamiento, que a pesar de tener todas las leyes a su favor, siguen permitiendo esos y otros tantos desaguisados.

 

Hace ahora una veintena de años y con un dinero procedente de la Unión Europea, se levantó el antiguo empedrado, que no adoquinado, de las calles del Altozano de Santa María de La Antigua, hoy más conocido por Barrio de San Francisco. El motivo dado para disculpar tal atentado no fue otro que el colocar en el subsuelo de nuestras estrechas y tortuosas calles un entramado de tubos, que permitieran de forma casi inmediata, bajar hasta allí la multitud de cables que afeaban casas particulares, tapiales e Iglesia Conventual. Pues hoy, ríanse ustedes o lloren si lo prefieren, dos décadas más tarde, no sólo no se han llevado la mayoría de los cables a esas instalaciones subterráneas, sino que éstos han aumentado en número y grosor, afeando sobremanera todos los espacios (Fachadas, frontis y de forma aérea, hasta plazas y demás rincones emblemáticos). Aquí queremos hacer una salvedad, ya que los cables del tendido eléctrico público, es decir, aquel que alimenta las luminarias de nuestras calles, sí fueron bajados a aquellas instalaciones subterráneas. No sé si en su totalidad, pero casi, casi.

 

Este Cronista ha hablado con algunos responsables (supuestos responsables), de ambas compañías distribuidoras y éstos me han informado que, si en un principio se les conminó a tener unas reuniones de trabajo que dieran como resultado unos acuerdos encaminados al traslado del cablerío, éstas no han vuelto a celebrarse en al menos los últimos quince años. Como comprenderán los avispados lectores, que suerte tienen las compañías eléctricas y telefónicas que trabajan en Telde, pues deben pensar que todo el campo es orégano y que, si los munícipes y sus técnicos no se preocupan por la ética y estética, ellos mucho menos.

 

Nuestra indignación nace y se mantiene a golpe de resultados empresariales. Estamos cansados, hartos y ca… de que cada año se anuncie a bombo y platillos cuantos cientos de millones de euros han ganado. Y nos preguntamos ¿No les da vergüenza a nuestros gobernantes y a esos empresarios seguir maltratando el Patrimonio Artístico y Cultural de esta antigua, noble y arzobispal ciudad?

 

Señores/as lectores/as, visiten el Barrio de San Francisco, no dejen de hacerlo a pesar de todos los pesares. Sean testigos con sus propios ojos de la situación caótica que, gracias a las compañías de distribución eléctrica y telefónica, con ayuda de nuestro Ayuntamiento, sufre el paisaje urbano y el paisanaje de San Francisco. Vuelvo y repito: Obra son amores y no buenas razones.

 

Antonio María González Padrón es licenciado en Historia del Arte, cronista oficial de Telde, Hijo Predilecto de esta ciudad y académico correspondiente de la Real Academia de la Historia.

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