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Estado de un callejón de Los Llanos de Telde/TA. Estado de un callejón de Los Llanos de Telde/TA.

Réquiem por una muerte anunciada: nuestros callejones

direojed Miércoles, 05 de Enero de 2022 Tiempo de lectura:

Cuando en 1985 fui nombrado Cronista Oficial de la Ciudad, por unanimidad del Pleno Municipal, recibí una gran responsabilidad. Mis antecesores en ese cargo honorífico y vitalicio habían sido, nada más y nada menos, don José Batllori Lorenzo, don Francisco Pérez Moreno, don Pedro Hernández Benítez y don Antonio Hernández Rivero.

 

Estos prohombres destacaron sobremanera en la defensa del rico Patrimonio Cultural de nuestra ciudad, municipio y comarca. Toda vez que sus investigaciones y la divulgación que hicieron de las mismas se extendieron allende los territorios actuales de Valsequillo y Telde. Tanto en rotativos diarios como en conferencias presenciales o radiotransmitidas, así como con publicaciones en forma de folletos, separatas y libros, intentaron sensibilizar a sus coetáneos con estos temas. Unas veces lo consiguieron y otras tantas cayeron en el olvido. Créanme si les digo que a veces la soledad más absoluta se cierne sobre la existencia de quienes nos dedicamos a estas cosas. Hay momentos que nos invade el síndrome de El Quijote, aquel que ya se manifestara en el hidalgo cervantino, cuando sobre su escuálido Rocinante atacaba a los imaginarios gigantes, en realidad molinos manchegos de viento. Caído en tierra y desarrapado, mal herido y vejado, el pobre don Quijote, en medio de quejas y lamentos se sentía orgulloso de haber cumplido con lo que le ordenaba su honor de caballero andante.

 

Cuando otros cronistas y este que les habla investigamos sobre el pasado y el presente más o menos inmediato, no siempre somos tenidos en cuenta. Y para muestra un botón: hace ya más de treinta años, cuando combatimos junto a algunos otros teldenses, las propuestas del Plan de Reforma Interior de San Francisco (P.E.R.I.), se nos tildó entonces de ser un grupo de Histéricos Artísticos por aquello de defender el Patrimonio Histórico Artístico con verdadera pasión.

 

Desde aquellos días, no hemos cejado en defender lo que creemos es de justicia, ante los ciudadanos críticos e inoperantes y la desidia ancestral de los que nos gobiernan. Muchas voces se han alzado, pero no las suficientes, en la valoración, defensa, protección y difusión de nuestro rico Patrimonio. Ya saben ustedes la respuesta… la administración municipal teldense es especialista en el juego del ping-pong. Es decir, ante la denuncia por el manifiesto abandono de gran parte de nuestro Patrimonio Cultural, la respuesta de las diferentes concejalías implicadas en el tema será siempre la misma: Eso corresponde a… ¡Vaya por Dios, otra vez nos hemos equivocado de concejalía, nunca damos en el clavo!

 

Ahora, es llegado el momento de hacer una de las tantas denuncias que guardamos en el baúl de los recuerdos y que otros, irremediablemente, tirarán a la papelera. Y ésta que hoy nos ocupa no es otra que el abandono sistemático y pertinaz en el que se ven sumidos nuestros históricos callejones, en su mayor parte aquellos que forman la trama urbana de los tres barrios históricos de la ciudad, léase San Juan, San Francisco y Los Llanos de San Gregorio.

 

Ya hemos dicho en contadas ocasiones que la aparición de estas estrechas y tortuosas vías no fueron motivadas, como algunos falsos especialistas en urbanismo han asegurado, por la existencia de una población berberisca en los siglos XV, XVI y XVII. Ya que estos esclavos de Berbería fueron capturados en el actual Sáhara Occidental y en la Alta Mauritania, entre componentes de tribus que desconocían totalmente el urbanismo, al ser herederos de una tradición nómada y por tanto su hábitat no eran otros que campamentos improvisados. Esta falsa lectura del pasado la hacen aquellos que desconociendo la verdadera historia de nuestra tierra, confunden el status árabe-musulmán actual del Magreb que nunca puede ser extensible a otros tiempos anteriores a la llegada de esa cultura.

 

En las llamadas Montañetas, muchas de ellas surgidas en espacios de cierta altura y sobre malpaís o lo que es lo mismo lava volcánica, sus habitantes que tenían como denominador común pertenecer al estadio más bajo de la sociedad, adaptaron como mejor pudieron sus casas y calles a la orografía del terreno. Así surgieron por doquier los primeros callejones angostos en demasía. Pero los otros callejones y particularmente los del Barrio de Arriba o de Los Llanos surgieron sobre antiguas acequias o ramales de las mismas, que en un momento determinado, casi siempre durante el siglo XIX, se vieron custodiadas a ambos lados por líneas paralelas de casas por lo que cubriendo el conducto hidráulico, se hacía de éste y de su terreno más inmediato una vía de acceso a aquellos domicilios particulares. El largo de los mismos podía variar, así como su disposición, los que menos eran rectilíneos, los que más como sierpes tenían un trazado sinuoso y otras tantas veces de un tronco central partían ramales a diestra y siniestra. El ancho venía marcado por aquel que tendría un burro o cualquier otro animal de carga y sus dos cestas o serones dispuestos sobre su grupa, aproximadamente estaríamos hablando de dos metros lineales.

 

Nombres como Sabina, Calle Nueva, San José (hoy Tomás Morales), Gran Parada, El Molino o Molino, Los Marinos… son fieles testigos de un auto-urbanismo de las clases menos pudientes.

 

A finales de los años noventa del siglo pasado y primeros de este siglo, el M.I. Ayuntamiento de nuestra ciudad se decidía por fin a tomarse en serio aquello de rehabilitación integral de los callejones históricos. Así se llevó a cabo un ambicioso plan de actuación. Éste se basó en la realización de obras de infraestructuras subterráneas, tales como la traída de agua a domicilio y la extensión de la red de saneamientos, lo que vulgarmente llamamos cloacas. Además, se restauraron fachadas, que no solamente fueron debidamente enfoscadas y en algunos casos hasta se les añadió zócalos de cantería u hormigón armado. Con una paleta de colores, debidamente contrastados con aquellos que históricamente fueron propios de esos lugares, se remozaron todos los frontis. En algunos se llegaron a poner bellísimas pérgolas de madera de comprobada resistencia, así como jardineras en forma de grandes ánforas o tinajas. En ellas se plantaron buganvillas con cromatismo variado. Y todo ello completado con un pavimento de cierta nobleza y acertada estética.

 

Del año 2000 al 2010 los vecinos orgullosos de sus vías reformaron sus casas y muchos de ellos vieron en todas esas mejoras motivo de satisfacción. Por parte del Ayuntamiento se mantuvo una vigilancia y control de los espacios rehabilitados de manera que cuando surgía algún problema en su conservación, allí que acudían los servicios municipales para subsanarlo cuanto antes.

 

Este Cronista llevó a cientos de visitantes, en su mayor parte alumnos de las diferentes enseñanzas regladas, a visitar los callejones de Los Llanos de San Gregorio. Algunos de ellos con topónimos, casas e industrias históricas tales como el Callejón de la Gran Parada, lugar de nacimiento del campeón de boxeo don Miguel Calderín Liria (Kimbo). El del Molino, junto a la afamada industria del Molino de Fuego o el no menos famoso Callejón de Los Marinos, en donde explicábamos como las mujeres y hombres de la mar teldense vivieron en él, hasta que se asentaron, a principios del siglo XX, en las negras arenas de Melenara.

 

El otro día, sólo hace un par de semanas, alertado por un buen amigo, visité esos lugares y en muchos casos sentí verdadera lástima acompañada de ciertas dosis de vergüenza. El abandono de muchas casas se transmite a la vista de todos por el decapado de las pinturas de sus fachadas y las maderas de puertas y ventanas. Asimismo, la falta sistemática e histórica de baños públicos en el barrio, han convertido a estas estrechas rúas en sustitutas de aquellos. Y como ofrenda permanente, cada día, aparecen toda clase de detritos y demás aportaciones corporales.

 

¿De verdad que un Ayuntamiento como el de Telde no puede destinar parte de su presupuesto a la vigilancia y control de esos y otros tantos espacios públicos? Si es de todos conocido que nuestra ciudad crece y decrece los fines de semana, cuando los amantes de la destrucción y autoconstrucción actúan impunemente ¿Por qué no se le pone remedio? Sobran funcionarios de 8:00 a 15:00 horas, faltan otros tantos para cubrir las tardes y los largos fines de semana. Estamos totalmente de acuerdo que los espacios públicos pertenecen a la comunidad y por tanto su mantenimiento es exclusivo del Ayuntamiento, pero las propiedades urbanas que los circundan tienen propietarios con nombres y apellidos. A éstos se les debe exigir un mayor grado de implicación en la conservación y decoro de sus viviendas. Muchos vecinos lo hacen y se lamentan que unos pocos no lo hagan, perjudicando con sus nefastas actitudes a todo el colectivo.

 

Me dice un amigo, que de ello entiende muchísimo, que una ciudad de más de cien mil habitantes como es Telde debería tener casi trescientos agentes de la Guardia Urbana y la realidad es que no llegan al centenar, de los que casi un tercio están de baja por diferentes motivos. Desde aquí hago un llamamiento a quien corresponda para que se normalice esta irresponsable y nada ejemplarizante situación. Está bien en pagar la deuda pública y los intereses que ésta generó, pero ya es hora de ir pensando en mejorar los servicios. La ciudad se cae a trozos. Todos los servicios públicos, pero sobre todo los de limpieza dejan mucho que desear.

Cronista redacta el presente artículo, créanme, con dolor, pues es mucho más grato hablar en positivo de nuestra querida ciudad. Pero por eso mismo, porque nos es muy querida, le debemos el respeto que solo a una madre se le puede tener y lucharemos hasta el último día de nuestra vida por defender su Patrimonio Cultural que va desde sus ricos palmerales, hasta sus altos riscales. Desde las orillas mismas de sus playas, hasta las cumbres. No solo es motivo de preocupación su urbanismo y arquitectura. También lo son sus yacimientos arqueológicos, sus obras escultóricas y pictóricas, sus archivos públicos y privados, sus bibliotecas, la Banda Municipal de música y así un largo etcétera.

 

Terminemos con un evangélico consejo: El que tenga oídos que oiga. Y si no les gusta éste ahí va otro que nuestro refranero castellano: Obras son amores y no buenas razones.

 

Antonio María González Padrón es licenciado en Historia del Arte, cronista oficial de Telde, Hijo Predilecto de esta ciudad y académico correspondiente de la Real Academia de la Historia.

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