Todos sabemos que la arqueología resulta apasionante. Descubrir pirámides, templos y tesoros siempre ha sido la imagen que se queda en la mente y deseos de cualquier persona, pero sobre todo de los más pequeños de la casa. Ellos la viven como una apasionante aventura, reflejo de lo que las grandes producciones de cine nos han hecho llegar.
Sin embargo, y como es obvio, la arqueología y el construir historia es una labor mucho más compleja y meticulosa que va desde la revisión constante de los artículos y estudios ya realizados, pasando por la excavación más compleja, hasta poder llegar a las conclusiones e interpretaciones más acertadas con la ayuda incluso de las nuevas tecnologías.
Uno de los aspectos que más se repite en esta profesión es que lo más impresionante que se pueda hallar puede ser excavado en el lugar menos esperado e insólito, incluso aportando más riqueza documental que la información recuperada en los yacimientos arqueológicos destacados de la isla.
A lo largo de mi vida profesional he sido partícipe de trabajos en La Cueva Pintada de Gáldar, la restauración del Maipés de Agaete, proyecto de Lomo los Gatos, etc., aunque en la parte profesional ninguno me ha resultado tan científicamente satisfactorio como Lomo los Melones, ubicado en el litoral teldense de Playa de La Garita.
Siendo los restos de un poblado costero muy desmantelado por los procesos urbanísticos de finales del siglo XX, aún detenta un potencial arqueológico que ha quedado de manifiesto en las últimas intervenciones arqueológicas, todas ellas financiadas por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias.
La relevancia de este pequeño conjunto arqueológico deriva de los hallazgos que se han ido produciendo a lo largo de las sucesivas intervenciones arqueológicas, como el descubrir por vez primera un lugar de procesado de alimentos cárnicos terrestres y marinos (espacio descrito por las crónicas etnohistóricas como pertenecientes a los matarifes), el descubrimiento por vez primera de los descamadores que los antiguos canarios fabricaron a partir de la talla de cuernos de cabra, los primeros mangos de cuchillo sobre igualmente osamenta de cabras, así como otros hallazgos que fueron asimismo relevantes pero que harían muy extenso este artículo.
De todos ellos resultó extraordinariamente relevante la exhumación en la campaña de 2019 de los restos de gato (mandíbula, tibia y peroné). Este hallazgo resultó a la postre ser la primera vez que se documentó la presencia de felino en contexto claro y asociado a un suelo de ocupación original prehispánico.
Este descubrimiento tan significativo ha significado el cambio de paradigma en cuanto a la tipología de animales que los antiguos canarios poseyeron, tanto como parte de su cabaña ganadera, como de cualquier otro. Con este descubrimiento se ha podido incluir al gato como parte de las tipologías (taxón) fáunicas para la cultura prehispánica de los canarios.
La presencia de este animal exótico demostró el contacto entre indígenas canarios prehispánicos con navegantes foráneos. El dato arqueológico demostró que estos marineros extranjeros se acercaron a la costa de Telde de forma pacífica o no, contacto que llevó a la introducción de al menos un felino en la isla, así como un fragmento de cobre con forma de cincel. Con todo, habría que destacar que finalmente y por motivos asociados a la exigua accesibilidad a la producción cárnica terrestres de las escalas sociales indígenas más bajas (anotado en las crónicas), llevó al gato a formar parte de la mesa dentro de algún potaje. Los restos hallados formaban parte de los desechos tras la ingesta de este, junto con los desechos cuantitativamente no muy destacados de huesos de cabras, ovejas, cochinos, lagartos, algunas aves, pescados y mariscos locales.
Poder documentar restos de gato en Lomo los Melones, así como el resto de nuevos hallazgos sin duda ha enmarcado a este yacimiento como un espacio científico arqueológico exclusivo a la altura de otros tan renombrados yacimientos de la isla, y donde hasta la fecha ha resultado frecuente el descubrimiento de hitos que han derivado en nuevas aportaciones sobre la forma de vida de los antiguos canarios.
La datación del suelo de ocupación donde fueron hallados los restos de gato fue fechado por C14 entre finales del siglo XIV y principios del XV, asociados a un período de mucha actividad humana en torno a 11 fuegos (arqueológicamente denominados hogares) dentro de un espacio doméstico exterior o cobertizo.
Abel Galindo Rodríguez es licenciado en Geografía e Historia, especialista en Arqueología y director de Arkeós Arqueología.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.48