TELDEACTUALIDAD
Telde.- Telde ha tenido siempre activistas sociales, de todos los colores, de izquierdas y derechas. En el Valle de Jinámar, en plena efervescencia del movimiento ciudadano en los años 80 y principios de los 90, hubo una persona que brilló con luz propia. Se llamaba José Arjona Umpiérrez y Telde inmortalizó su trabajo dedicándole una calle en el barrio por el que tanto luchó, en un acuerdo unánime del Pleno corporativo celebrado el 25 de noviembre de 1994.
Arjona había nacido en la capital grancanaria, un 1 de abril de 1944, pero arraigó en el Valle de Jinámar, donde fue fundador y primer presidente de la AV 12 de Octubre, el primer colectivo vecinal que se fundó en la entonces incipiente urbanización residencial de promoción pública.
Reivindicativo hasta extremos insospechados, Arjona luchó incansablemente por el entonces denominado Polígono de Jinámar. Se enfrentó a todas las administraciones habidas y por haber, pero nunca le faltó el respeto a nadie.
Quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo de cerca, lo evocan como un hombre afable, recto y servicial, pero a la vez muy exigente en su batalla diaria para denunciar la carencia de servicios que presentaba este grandioso complejo de viviendas.
Fue uno de los impulsores en promover la desaparición del vocablo polígono para referirse a lo que hoy ya todo el mundo conoce como Valle de Jinámar.
Fue un modelo de activista social, altruista, duro en sus planteamientos pero siempre correcto. El respeto presidió de forma inalterablemente sus relaciones con los medios de comunicación y el director de TELDEACTUALIDAD, en aquel entonces redactor en Telde de Canarias7, fue testigo directo de este comportamiento considerado hacia la prensa, políticos, administraciones y ciudadanos en general.
Falleció el 10 de septiembre de 1993, pero Telde no quiso que su entrega al Valle de Jinámar pasara en balde y el Pleno corporativo aprobó un año después de su muerte perpetuar el trabajo que hizo por sus semejantes sin recibir nada a cambio, sin sobres por medio, con una calle, que hoy forma parte del entramado viario del enclave poblacional que ayudó a levantar.
Arjona fue un buen tipo, algo rudo. Un prototipo de activista social de los que no hoy no abundan mucho. Nunca buscó el protagonismo, pocas veces perdió las formas y su empatía natural, a pesar de su impedimento físico, hacía que fuera escuchado sin necesidad de recurrir al insulto o a las descalificaciones. Se ganó el aprecio de hasta sus enemigos políticos y siempre tuvo en la prensa a su mejor aliado.
Telde, en las actuales circunstancias, necesitaría de muchos Arjonas, de personas como él que sepan canalizar las demandas ciudadanas pero sin caer en la ignonimia a las que tan acostumbrados estamos últimamente por estos lares.
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