TELDEACTUALIDAD
Telde.- En septiembre de 1987, siendo alcalde de Telde, el comunista Marcelino Galindo por Izquierda Canaria Unida, con el apoyo de Alianza Popular, CDS y PSOE, se inauguraba en los terrenos de Arnao aledaños a la Avenida del Cabildo, donde hoy se ubica el parque público, la escultura que el Club de Leones donó a la ciudad. Años más tarde aquella obra del artista Rogelio Domínguez Garfa desaparecería y aún se desconoce lo que realmente pasó con ella.
Las crónicas de la época hablan de que al acto inaugural, acontecido a las 12.30 horas del 1 de septiembre de 1987 asistió el presidente internacional del Club de Telde, el juez canadiense Brian Stevenson. También lo hizo el primer edil Galindo y otros miembros de la Corporación local.
La escultura pudo ser contemplada por los vecinos de Telde durante unos años. Con el proyecto de urbanización de Arnao, la composición abstracta de Garfa desapareció y nunca más se supo de ella. Desde entonces, el artista inició una campaña para conocer el paradero de su creación, pero sus lamentos cayeron siempre en saco roto. En 2004, siendo alcalde Francisco Valido, Garfa se pone bravo ante tanta indolencia institucional y amenaza incluso con protagonizar una protesta desnudo en la plaza de San Juan.
El Ejecutivo conformado por PP y AFV/Ciuca se asusta y pone oído por fin a la demanda de Garfa. Y así, en una Junta de Gobierno local celebrada el 18 de noviembre de aquel año se aprueba abrir una investigación para averiguar lo sucedido a la escultura.
Desde la oposición, el entonces portavoz de Coalición Canaria, Ildefonso Jiménez, al tener conocimiento del acuerdo del pacto de populares y el partido liderado por Guillermo Reyes, emplazó al alcalde a preguntarle “a gente de su entorno más próximo”. Y es que, Jiménez entendía que no era necesaria abrir una investigación porque, según su versión, la obra escultórica fue destrozada y tirada en un vertedero, tras una limpieza llevada a cabo en la nave municipal de Festejos, sita en El Caracol.
El nacionalista no se ocultó entonces, según consta en una información de Canarias7 fechada el 24 de noviembre de 2004, para identificar a la persona que culpó como posible promotor de la destrucción de la obra de Garfa. “Fue Salvador Santana, el marido de la concejala de Festejos, el que ordenó una campaña de limpieza en los depósitos municipales de El Caracol, la hicieron cuatro trozos y se la entregaron a un chatarrero”, comentaba Jiménez, quien apuntaba como prueba de sus palabras de que cuando su grupo dejó el Gobierno en 2003 “la escultura”, intacta, “seguía allí” en la mentada nave municipal.
Hoy, doce años después del acuerdo municipal de abrir un expediente para averiguar lo qué le pasó a la obra de Garfa nadie sabe cuáles fueron sus conclusiones. Eso es lo que se dice una escultura garfada, permítasenos la licencia.
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