TELDEACTUALIDAD
Jerónimo Santana aprovecha la fresca, como el resto de sus compañeros de tarea. Les ha tocado limpiar de hierba seca la finca del Cabildo en el entorno de La Herradura. Tiene 62 años, pero no se arredra con el sacho. Aplicado en su cometido, solo levanta la cabeza cuando se le habla. «Mi último trabajo fue de aparcero y ahora estaba cobrando la ayuda, 430 euros», según se detalla en una información de Canarias7 que firma el periodista Gaumet Florido.
Le han contratado por tres meses en el proyecto Zonas Rurales Deprimidas que tiene en marcha el Ayuntamiento. ¿Qué le supone? «Hombre, está bien, es una ayuda, de ganar 430 euros me han dicho que voy a cobrar 800 o 900, ¿quién vive con 430 euros? Eso no es nada». La concejal de Desarrollo Local, Lidia Mejías, que hizo una visita a la finca, afina en el dato. Percibirán un salario de 960 euros brutos y algo más, 1.100, los oficiales.
Este proyecto ha sido cofinanciado por el Servicio Público de Empleo Estatal y el propio Ayuntamiento y ha exigido una inversión de 548.732 euros que ha permitido la contratación durante tres meses de 146 desempleados. ¿Y por qué tan poco tiempo? Mejías lo aclara.
«Este tipo de programas se crearon para complementar la renta de los trabajadores estacionales en el sector de la agricultura, es decir, para procurarles un empleo y un ingreso en los meses en los que, por ejemplo, no hay zafra». Así las cosas, el grueso de las tareas que se les encarga tiene que ver con la ejecución de acciones de mejora del entorno rural y el medio ambiente. Y también por eso mismo, frente a otro tipo de proyectos, este de Zonas Rurales Deprimidas no contempla horas de formación.
A Juan Manuel Zerpa, por ejemplo, no le hacen falta. No es agricultor, pero sabe lo que es ese mundo porque es oriundo de Santa Brígida y su familia siempre ha tenido tierras. Sus habilidades con la tierra le vienen de cuna. Volvió a usarlas cuando se vio con 50 años y en el paro después de una vida dedicada a la venta de coches. «Trabajé montón años en la casa Mitsubishi, pero a la edad que yo tenía ya no encontré nada y me tuve que reciclar». Ahora ya tiene 61 años y estaba en el paro tras unos meses en el almacén de Juliano Bonny. «Hombre, esto es otro dinerillo que entra la casa». Y no le viene mal. A su cargo tiene dos hijas, una de 10 y otra de 19 que estudia una carrera.
Explica Mejías que todos los contratados en este proyecto no solo tenían que estar inscritos en el paro, sino que han sido derivados o avalados previo informe de los técnicos de Servicios Sociales y de Igualdad. Debían cumplir así ciertos requisitos. Son 146, pero no todos están en la Finca del Cabildo. En realidad, este programa se desarrolla en cuatro ejes, que a su vez dependen de varias concejalías y hace que los trabajadores operen en sitios distintos.
Estos de San José de Las Longueras están a cargo de Desarrollo Local. Agricultura, por su parte, tiene a otro grupo en tareas de mantenimiento en la Finca del Viso; Medio Ambiente, en Lomo Calasio, la Casa Verde y otros espacios rurales de Telde, y Vías y Obras, en tareas de limpieza y desbroce de caminos, senderos y terrenos agrícola, o en actuaciones de selvicultura preventiva en áreas costeras. De los 146 contratados, 7 son encargados, 6 oficiales de albañil, un oficial de segunda fontanero, 4 oficiales de segunda pintor o empapelados, 127 peones y un administrativo.
Juana Santana pertenece a la categoría de los peones. «Es la primera vez que entro en un convenio y me está gustando, estoy contenta». Trabaja con Bonny. «Tuve que echar tres zafras para tener cuatro meses de trabajo, pero no llegué a cobrarlos todos, me llamaron para esto». Baja y sube cargando hierba, pero dice que lo lleva bien. «Yo soy de tierra, mi niño, se pasa algo de sacrificio, pero la mente está distraída y aquí son todos buenos compañeros; trabajamos a la fresca, y si hace calor, nos metemos a la sombrita, pero siempre meneando las manitas y algo la lengua», bromea.



























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