Ojos de Garza después de la marcha de Juan Pedro Pérez

TA ofrece una reflexión de Caty Rodríguez, vecina de la playa teldense

cojeda Lunes, 13 de Octubre de 2014 Tiempo de lectura:

CARMEN T. RODRÍGUEZ

La dimisión tantas veces anunciada llegó. Para alegria de unos pocos y el inmenso desamparo de la mayoría. Sí, se queda la playa desamparada, eso se pudo ver en los silencios de la asamblea de hoy, se pudo ver en las caras de estupor y los brazos caídos el día de la dimisión. Nadie se lo creía.

Estamos acostumbrados en muchos, muchísimos años, a estar arropados y tutelados por Juan Pedro Pérez Medina, su capacidad para trabajar por la asociación , su experiencia adquirida en ella y en otras actividades, hacia que fuera él y no otros, el que llevara este timón.

Muchas veces ha querido dimitir y dejar el barco en otras manos. Y tantas veces volvió reclamado por la mayoría, al no haber nadie que se atreviera a tomar el testigo.

Cierto que ha sido una persona querida por unos y criticada por otros, pero esa es nuestra España.Los que estamos en puestos asociativos y comunitarios sabemos, que no se nos reconoce los esfuerzos y que son pocos los agradecimientos. Tenemos dos opciones, seguir el rumbo trazado o atracar en el muelle.

Desde aquí mi profundo agradecimiento por los años prestados al servicio de esta comunidad. Mi deseo ferviente de que pueda tomarse el merecido descanso.

Pero una vez huérfanos tenemos que continuar, hacernos mayores de edad y tomar las riendas, ahora no es momento de abatimientos, la playa pasa por sus peores momentos, como se quedo patente este domingo en la asamblea, “no podemos dejar que nos arrebaten nuestras vidas”.

Desde aquí, hago el llamamiento a todos los vecinos de la playa, a todos los que tienen en el alma a Ojos de Garza, a los que crecimos en ella y a los que vemos crecer a nuestros hijos y nietos, a los que hemos visto morir a nuestros familiares y vecinos, luchando siempre con la espada de Damocles sobre nuestras cabezas.

Tenemos grandes retos, pero también grandes ilusiones. Con una playa unida, conseguiremos que los acuerdos tomados con los organismos correspondientes, no se queden en promesas incumplidas.

Viene a por nosotros, no les dejemos la vía libre.

Para terminar solamente me resta decir que soy vecina de la playa y nuera de Miguel Hernández Domínguez, la persona que nos inculcó el amor a la playa, la que puso su granito de arena, al igual que tantos otros para que esta playa sea lo que es, sobre todo familiar.