Las últimas generaciones de la peseta, con la evolución de la moneda, la inflación histórica, apenas pudieron tener contacto con la “perra gorda” y la “perra chica”. Con 10 céntimos, en los años cuarenta del siglo XX, nuestras madres compraban un buen puñado de caramelos.
En los últimos días del siglo XX teníamos que meter una moneda de 100 pesetas, es decir, 10.000 céntimos, para sacar una lata de refresco. Posteriormente, en el año 2002, con la “coña del redondeo del euro”, teníamos que meter 1€ (166,6 pesetas), un 66,6% de aumento. ¿Dónde estará esa perra gorda?
En en reverso de la moneda de 10 céntimos del Gobierno Provisional del Sexenio Revolucionario, acuñada en el año de 1870, podemos ver un león con su cabeza poco definida. Con el humor propio de los españoles, el león fue popularmente llamado la Perra.
Al acuñarse una moneda de 10 céntimos y otra de 5 céntimos, la primera fue llamada popularmente como la “Perra Gorda” y la segunda como la “Perra Chica”
Durante la Dictadura de Franco, en el año de 1941 se decidió dejar de utilizar los céntimos del Gobierno Provisional (1870), acuñando dos monedas de aluminios de 10 y 5 céntimos. Aunque perdieron el león o “la perra”, en su lugar aparece un lancero a caballo, no perdieron los nombres populares de Perra Gorda y Perra Chica.
Felipe Enrique Martín Santiago es profesor, historiador e investigador.
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