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Vista general de la fortificación (Foto Jesús Ruiz Mesa) Vista general de la fortificación (Foto Jesús Ruiz Mesa)

La fortificación más antigua de Canarias

TA ofrece crónica y reportaje de la inauguración de las obras de rehabilitación del Castillo de La luz

cojeda Martes, 28 de Enero de 2014 Tiempo de lectura:

JESÚS RUIZ MESA
En la tarde del martes 28 de enero tuvo lugar la apertura del edificio fortificación más antigua de Canarias, el Castillo de La Luz, que después de una larga rehabilitación, construcción defensiva que cumple 520 años desde aquella fecha de 1494, habiendo sido sometida su arquitectura a una fuerte remodelación inaugurada.
 
El acto con la asistencia de Sus Altezas Reales Los Príncipes de Asturias, Autoridades Civiles, Presidente del Gobierno canario D. Paulino Rivero, el Ministro de Industria y Turismo, D. José Manuel Soria, Presidente del Cabildo grancanario D. José Miguel Bravo de Laguna, el alcalde capitalino D. Juan José Cardona, miembros del equipo de gobierno, y Autoridades Militares. Entre extremas medidas de seguridad en los accesos a esta zona del Puerto de La Luz, previa a la entrada al recinto del Castillo de La Luz e inauguración, los Príncipes de Asturias procedentes de Tenerife, lugar en el que inauguraron un palmetum, en dicho parque botánico de Santa Cruz de Tenerife, se muestran infinidad de variedades de palmeras, sobre un antiguo vertedero convertido en una extensa área ajardinada con manglar, el más grande de Europa, exhibiendo la mejor colección y variedad de palmeras, los Príncipes de Asturias plantaron una variedad de palmera Canariensis.
 
El Castillo de La Luz desde su apertura será testimonio arquitectónico y arqueológico de un amplio y secular período histórico de la Ciudad y su puerto. Posteriormente, en junio este recinto acogerá la exposición de la Fundación Martín Chirino. Fundamentos básicos de sus visitas programadas, el programa Abierto patrimonial, para grupos concertados que podrán entrar en la historia del castillo, los descubrimientos arqueológicos y la remodelación arquitectónica a que ha sido sometido para cumplir las funciones del proyecto.
 
El ensayista e historiador grancanario Alfredo Herrera Piqué en el Tomo I de su obra Las Palmas de Gran Canaria Patrimonio Histórico y Cultural de una Ciudad Atlántica, en el capítulo dedicado al Sistema de Fortificaciones expresa: “Las Palmas fue de las primeras ciudades fortificadas del imperio español en ultramar. Entre los finales del siglo XV y la mitad del siglo XVII se construyeron diversas defensas que protegieron la ciudad y su bahía. El castillo de La Luz situado en la bahía de las Isletas defendió durante varias centurias este puerto natural de Las Palmas. Fue la primera fortaleza que se construyó en la isla después de la conquista castellana. En sus orígenes era un sólido fortín de planta cuadrangular, dotado de una plataforma para la artillería. Se edificó en el litoral sur de La Isleta en el año 1494, siendo gobernador y justicia mayor de Gran Canaria Alonso Fajardo. Con anterioridad, en aquellos lugares se habían puesto los cimientos de una modesta torre, iniciada por las fuerzas de Juan Rejón en el momento de desembarcar en 1478. A lo largo de los siglos la fábrica fue ampliada, mejorada o reconstruida en reformas sucesivas, pero se conservan su planta y muros originales. A finales del siglo XV existía allí una torre cuadrangular, de planta reducida y de notable altura, en cuyas paredes se abrían angostas troneras, que todavía hoy podemos contemplar.
 
Antes del ecuador del siglo siguiente se le dotó de una cerca de inferior altura, también cuadrangular, que tenía dos cubelos en dos de sus vértices. Pero la fortaleza no ofrecía seguridad para repeler los ataques navales, muy frecuentes en aquellos tiempos. Así, pasada la mitad del siglo XVI se llevó a cabo la ampliación del baluarte y se construyeron sólidos muros exteriores que incrementaron notablemente la superficie de la fortaleza y su eficacia defensiva. El espacio que permanecía entre la cerca defensiva y los nuevos muros fue terraplenado, lo cual le proporcionó un notable grado de seguridad. Tras esta última ampliación, el castillo de La Luz alcanzó la superficie y configuración que conserva en la actualidad como una pétrea fortaleza de planta cuadrangular, con lados de veintinueve y treinta metros de longitud, y una altura de doce metros en sus sólidos muros defensivos.
 
En los vértices del noroeste y el sudeste de sus muros exteriores, por consiguiente en ángulos opuestos de la fortaleza, se construyeron también dos torres cilíndricas, con la misma disposición que tuvieron los de la cerca intermedia, pero de mayor dimensión. Ambas poseen troneras abiertas hacia el mar para el uso de piezas de artillería. Al terraplenarse el citado espacio, el acceso a las torres sólo se podía hacer desde la azotea o plaza de armas. En otra de las esquinas se hizo un cubelillo dotado de una garita en donde se alojaban los centinelas. Los gruesos muros de la fortaleza se construyeron con piedra y argamasa. El castillo de La Luz presenta una inconfundible traza medieval, semejante a otras fortalezas de la España de los siglos XIV y XV, como, por consignar un ejemplo, el castillo de Torroella de Montgí (Gerona), cuyo origen se sitúa a finales del siglo XIII. El dibujo de su planta que realizó hacia 1590 el ingeniero Leonardo Torriani, el diseño que hizo el también ingeniero de fortificaciones Próspero Casola en 1595 y los planos del historiador Agustín del Castillo (1686) permiten contar con una exacta descripción de las plantas de la fortaleza y de sus dependencias en los siglos XVI y XVII. Posteriormente, el ingeniero Hermosilla dibujó las plantas del castillo en la siguiente centuria.
 
Alejada varios kilómetros del casco antiguo de Las Palmas, la fortaleza se alzaba sobre el afloramiento de un arrecife costero y durante la pleamar quedaba aislada del acceso por tierra. De este lado se halla la puerta de entrada, que tenía una antepuerta y una contrapuerta, situadas en línea diferente y con entrada muy angosta, con el objeto de dificultar la penetración de los atacantes. En la planta baja se encuentra el patio, situado a la izquierda de la entrada y estaban, además, la caballeriza, un pajar, un terraplén y un aljibe. La segunda planta comprendía las dependencias del alcaide y guarnición, cocina, despensa y brocal del aljibe.
 
Toda la parte de la fortaleza no ocupada por las mencionadas dependencias se hallaba terraplenada y sobre este terraplén se había colocado el piso o pavimento de la plataforma de artillería. Ésta quedaba protegida por un parapeto en la parte que mira al mar. A su vez, la línea que daba a tierra tenía su muralla protectora, con troneras para la artillería y arcabucería. Desde la plataforma se podía atacar a los enemigos que hubiesen llegado hasta la entrada, para lo cual se había dejado un amplio hueco o jareta, coincidente con el espacio existente entre la puerta y la contrapuerta. La guarnición fija del castillo la integraban seis artilleros, bajo el mando del alcaide. En las situaciones de alarma, la componían cincuenta hombres. A finales del siglo XVI, en la época de los episodios bélicos más importantes que vivió Las Palmas, su dotación de artillería estaba compuesta por once piezas, entre ellas cinco cañones, tres sacres y una culebrina.
 
Durante largos decenios, esta fue la única fortaleza que defendía el puerto de La Luz y bahía de Las Palmas. Ya desde el primer cuarto de aquel siglo, cumplió su función de defensa en ocasión de hechos poco conocidos, como la presencia de las naves del corsario francés Jean Fleury en la bahía de La Luz en el año 1522. Es hacia la mitad del siglo cuando comienzan a producirse serias situaciones de alarma en ocasión de las guerras de España con Francia y del amenazante poderío de los jarifes de la costa africana. Posteriormente se producirán circunstancias bélicas derivadas del larvado enfrentamiento de Inglaterra y, también, de Holanda con España en el contexto europeo y en el Atlántico. La más conocida singladura histórica de la fortaleza sucedida antes del ecuador de la centuria, se data en el mes de octubre de 1543, cuando se produjo el ataque de los barcos de Jean Alfonse de Santoigne a tres carabelas cargadas de azúcar en la bahía de La Luz. Los franceses se apoderaron del castillo por sorpresa y luego rindieron a las carabelas. Diez años después, en el otoño de 1553, un ataque de otra escuadra francesa fue rechazado por los cañones de la fortaleza.
 
Sin embargo, el castillo de La Luz no cumplió una acción brillante en los dos más importantes ataques navales sufridos por Las Palmas a lo largo de su historia: el de la flota inglesa de John Hawkins y Francis Drake en 1595 y el de la armada holandesa de Pieter van der Does en 1599. En el primer episodio, la artillería del castillo sólo entró en fuego en contadas ocasiones, como consecuencia de la decisión de su alcaide, Serafín Cairasco de Figueroa, de ahorrar el máximo de pólvora y munición. En una ocasión, los disparos lanzados desde la plataforma acertaron a dar en un barco inglés. Después guardaron silencio absoluto. En el segundo, el alcaide y los cincuenta y ocho hombres de la guarnición se rindieron a las fuerzas de Van der Does.
 
Los daños sufridos en ocasión del ataque de los barcos holandeses se repararon a principios de siglo XVII. El castillo siguió desempeñando su papel defensivo en las siguientes centurias hasta que las grandes modificaciones en las relaciones internacionales y en la tecnología militar lo convirtieron en una fortaleza inútil y arcaica. A finales del siglo XIX, con el desarrollo de la zona portuaria, la vieja edificación militar comenzó a verse rodeada de viviendas, almacenes y factorías. Durante largos años permaneció en estado de abandono y a mitad del siglo XX, al construirse el muelle pesquero, quedó incrustada en tierra adentro, lejos de antigua posición de avanzada sobre la bahía. En los años setenta se abrió al público, después de llevarse a cabo su restauración. Sus antiguas dependencias interiores ganaron superficie al liberarse parte del espacio que antes se hallaba terraplenado y fueron dispuestas para la celebración de actividades artísticas.
 
Desde entonces el antiguo castillo, dentro de su carácter de patrimonio monumental, desempeña las funciones de un centro cultural, con su vocación natural de pasar a ser el museo naval de Las Palmas. A principios del siglo XXI ha sido objeto de una nueva restauración, con proyecto de arquitectos del Ministerio de Cultura”.
 
Un proyecto de largos años que ha podido verse hecho realidad con esta inauguración que da paso al conocimiento histórico de esta primera fortificación en nuestra isla, y desarrollo de este núcleo urbano del Puerto de La Luz, con el consiguiente y futuro proyecto del gran acuarium. Muchas gracias.
 
Jesús Ruiz Mesa es colaborador cultural de TELDEACTUALIDAD.
 
 
 
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