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Portada del libro (Foto TA) Portada del libro (Foto TA)

Pequeño teatro

TA ofrece una reflexión de la maestra teldense Ana María Florido sobre la obra de Ana María Matute

cojeda Domingo, 29 de Junio de 2014 Tiempo de lectura:

TELDEACTUALIDAD
Telde.- La maestra teldense Ana María Florido, articulista de TELDEACTUALIDAD, ofrece una nueva colaboración literaria en este periódico digital en la que analiza la obra Pequeño teatro, de la escritora Ana María Matute, fallecida esta semana.
  
El placer de la lectura
Pequeño teatro
Por Ana Maria Florido
El veinticinco de junio recibía la noticia de la muerte de la escritora Ana María Matute. Inmediatamente me vino a la memoria su obra “Pequeño teatro” que había leído hace muchos años. Y como sabrán Ana María Matute Ausejo es una novelista española miembro de la Real Academia Española, donde ocupa el asiento K y la tercera mujer que recibe el Premio Cervantes, obtenido en 2010.
 
En la sinopsis del libro se dice: Teatro de títeres: humildes muñecos movidos por la destreza de un anciano bondadoso... Pero seres humanos también, seres humanos que palpitan y bullen en la ciudad, dejando al descubierto sus propias miserias, sus inclinaciones, sus torpes sentimientos, sus mezquindades, sus odios, sus reacciones... En torno a un adolescente desamparado, agítense las pasiones de seres cuyas ruindades, fantochadas, hipocresía, ambición, crueldad, sueños engañosos, adquieren, a lo largo de la narración y por la lograda delimitación de los personajes, caracteres de símbolos, aunque sin perder en ningún momento su condición humana. Un hálito poético, como corresponde a la fina sensibilidad de la autora, anima todas las páginas de esta interesante novela, galardonada con el Premio Planeta 1954, cuando tenía 28 años.
 
Pero había escrito su novela, cuando solo tenía 17 años: Pequeño teatro admira sobre todo por la complejidad de sus personajes que cobran vida en sus páginas y que son como las marionetas que actúan en el teatrillo que posee uno de los personajes secundarios y que fascina al protagonista, Ilé Eroriak, que nos lo describe así: Ilé Eroriak era de cortos alcances, tardó en hablar, y había quien hallaba estúpida su sonrisa. Sus escasas palabras a menudo resultaban incoherentes y poca gente se molestaba en comprender lo que decía (Prólogo)
 
Ilé tiene un único amigo, Anderea dueño de un pequeño teatro de marionetas, donde a veces pasa las noches: “podía entonces dormir en un estante empotrado en la pared, junto a los muñecos rotos. Así llegó a familiarizarse con aquellos cuerpecillos desarticulados, con aquellas fantásticas cabezas de madera heridas por sonrisas que se habían convertido, con el tiempo, en muecas llenas de melancolía” (pág. 7)
 
Merece la pena rescatar esta novela escrita en plena juventud de la autora. Pequeño teatro es un texto colmado de hallazgos, lleno de presentimientos, impregnado de inquietud. Antes de convertirse en marionetas, los habitantes de Oiquixia son sacudidos por el deseo, transformados por el sueño, rescatados de su soledad, Es la mirada del loco, del inocente, del poeta.
 
Así comienza y describe la autora ese mítico y atemporal lugar en donde transcurre la historia:
“Oiquixia era una pequeña población pesquera, con callejuelas azules, casi superpuestas y unidas por multitud de escalerillas de piedra. Parecían colgadas unas sobre otras, porque Oiquixia había sido construida en una pendiente hacia el mar. Una sola calle, ancha, llana, atravesaba el poblado y recibía el pomposo nombre de kale Nagusia, porque en ella se elevan orgullosas las casas importantes de la localidad… (Capítulo I pág. 6)
 
A pesar del aire melancólico que recorre las páginas de Pequeño teatro, a pesar de la tristeza y los fracasos y los finales desdichados y solitarios, el viento implacable del deseo, la fuerza inagotable del sueño, sacuden el escenario, le hacen temblar. Se presiente la tragedia, la grandeza de las pasiones.
 
Las propias palabras, la historia hablan por sí mismas, por eso, mejor callar y que empiece la ficción. Psii… silencio… se apagan las luces, se sube el telón… la función, el pequeño teatro, acaba de empezar.
 
Según Soledad Puértolas, otro premio planeta con “Queda la noche” de 1989 en un escrito llamado “Esos hilos del destino” dice: No deja de causar asombro que una persona tan joven fuera capaz de impregnar de tanta sabiduría los personajes de Oiquixia, porque, si unas veces pone sobre sus hombros el oscuro manto de la tristeza, otras le anima a perseguir la luz, a buscar la escapatoria. Porque de eso se trata: de huir del destino.
 
Y matiza: Ilé Eroriak es el guardián de la inocencia. Por eso es tenido por sabio, por eso su locura atrae al forastero, por eso se quedará siempre en Oiquixia, junto a los títeres, observando cómo actúa el destino, cómo zarandea el amor, cómo destruye la nostalgia.
 
La prosa de Ana María Matute es frecuentemente lírica y práctica. En sus novelas, Matute incorpora técnicas literarias asociadas con la novela modernista o surrealista. Con todas estas cualidades y talento literario, Matute es considerada «una escritora esencialmente realista». Muchos de sus libros tratan del periodo de la vida que abarcan desde la niñez y la adolescencia hasta la vida adulta. Sobre su obra se dice que «aunque los argumentos de cada una de sus novelas son independientes, las une el tema general de la Guerra Civil y el retrato de una sociedad dominada por el materialismo y el interés propio».
 
Libre, moderna, rebelde, Ana María Matute siempre ha dicho que la palabra era "lo más hermoso que se había creado" y que su sitio, su lugar, era "el bosque" y ese fue el tema, precisamente, que escogió para su discurso de entrada en la Real Academia de la Lengua en 1998 para ocupar el sillón "K": "En el bosque", que así era el título. “Yo lo he pasado muy mal, pero también muy bien. He vivido muy intensamente el dolor y la felicidad, pero a la literatura grande se entra por el dolor y las lágrimas”, advertía. Esta maga del bosque, como a ella le gustaba calificarse, fue creadora de un mundo narrativo propio, lleno de unicornios, trasgos, duendes, cuartos cerrados y paraísos inhabitados, con los que siempre ha intentado buscar su lugar en el mundo.
 
Ana María Matute, Carmen Laforet, Carmen Martín Gaite, Mercedes Salisachs, fallecida en mayo, escritoras de una misma generación han sido con sus libros las que han hecho que mi tiempo de verano haya sido tiempo de ensoñación, fabulación… Por ello la página semanal “Un placer: la lectura” prevista para este domingo donde hacía una reflexión sobre “Faycán” de Domingo Doreste, ha sido pospuesta para la próxima. Mi admiración, mi fascinación por estas escritoras, han requerido este cambio. En otras ocasiones recorreré alguna obra de las ya citadas. Este es un pequeño homenaje a esta gran mujer y escritora, que se ha ido pero nos ha dejado un gran legado como “Pequeño teatro”
 
Ana María Florido es maestra y vecina de Telde.
 
Bibliografía; Pequeño teatro, Planeta; blog Siguiendo al viento; “Esos hilos del destino” de Soledad Puértolas; La vanguardia. com.
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