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Miércoles, 17 de Diciembre de 2025

Actualizada Miércoles, 17 de Diciembre de 2025 a las 10:55:45 horas

Calle Monseñor Oscar Romero (Foto Luis A. López Sosa) Calle Monseñor Oscar Romero (Foto Luis A. López Sosa)

El mártir Monseñor Oscar Romero se pasea por Melenara

Una calle del Parque Empresarial recuerda al religioso salvadoreño

ainhoa1 Jueves, 11 de Junio de 2015 Tiempo de lectura:

Hoy hemos ido a pasear a la Urbanización Industrial Las Rubiesas, o como se ha venido en llamar últimamente Parque Empresarial de Melenara, donde vamos en busca de la calle Monseñor Oscar Romero, encontrando su inicio en la calle Nelson Mandela, desde donde con orientación Poniente-Naciente y, tras recorrer unos 220 metros, finaliza en desembocando en la calle San Fernando.

 

Linda por el Norte con la calle Ignacio Martín Baró, mientras que por su lado Sur lo hace con la calle Ignacio Ellacuría Beascoechea, también dos mártires asesinados en El Ecuador.

 

Esta nominación ha sido aprobada por el Ayuntamiento Pleno en sesión celebrada el día 29 de enero de 1996 y desde entonces ha pasado a formar parte del Callejero del distrito 6º, sección 12ª del Censo Municipal de Habitantes y Edificaciones.

 

Cumple esta nominación con la analogía recomendada por el Reglamento para la nominación de calles, plazas y lugares de dominio público, al referirse casi todas ellas a personajes relevantes en la historia de la humanidad, por lo general líderes en la defensa de los derechos humanos y la libertad.

        

Sinopsis de la nominación

Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, conocido como Monseñor Romero, fue un sacerdote católico salvadoreño y el cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador (1977-1980). Se volvió célebre por su predicación en defensa de los derechos humanos y murió asesinado en el ejercicio de su ministerio pastoral.

 

Como arzobispo, denunció en sus homilías dominicales numerosas violaciones de los derechos humanos y manifestó públicamente su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política de su país. Su asesinato provocó la protesta internacional en demanda del respeto a los derechos humanos en El Salvador. Dentro de la Iglesia católica se lo consideró un obispo que defendía la «opción preferencial por los pobres». En una de sus homilías, Monseñor Romero afirmó: «La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres, así la Iglesia encuentra su salvación».

 

En 1994, una causa para su canonización fue abierta por su sucesor Arturo Rivera y Damas. A partir de este proceso, Monseñor Romero ha recibido el título de “Siervo de Dios”. En Latinoamérica muchos se refieren a él como San Romero de América. Fuera de la Iglesia Católica, Romero es honrado por otras denominaciones religiosas de la cristiandad, incluyendo a la Comunión Anglicana la cual lo ha incluido en su santoral. Él es uno de los diez mártires del siglo XX representados en las estatuas de la Abadía de Westminster, en Londres, y fue nominado al Premio Nobel de la Paz en 1979.

 

Óscar A. Romero nació el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, en el departamento de San Miguel (El Salvador). Era el segundo de 8 hermanos, hijos del matrimonio formado por el telegrafista y empleado de correos, Santos Romero y Guadalupe Galdámez. Fue bautizado, el 11 de mayo de 1919, en la iglesia parroquial de su ciudad natal. Desde niño tuvo una salud muy frágil. En la escuela pública donde estudió, destacó en materias humanísticas más que en matemáticas.

 

En 1930, a la edad de 13 años, ingresó al seminario menor de la ciudad de San Miguel, que era dirigido por sacerdotes claretianos. Posteriormente, en 1937 ingresó en el Seminario de San José de la Montaña de San Salvador. Ese mismo año, viajó a Roma donde continuó sus estudios de teología en la Pontificia Universidad Gregoriana. Vivió en el colegio Pío latinoamericano (casa que alberga a estudiantes de Latinoamérica), hasta que llegó a ser ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942 a la edad de 24 años. En Roma fue alumno de monseñor Giovanni Batista Montini, (futuro papa Pablo VI).

 

Regresó a El Salvador en 1943 siendo nombrado párroco de la ciudad de Anamorós en La Unión; después fue enviado a la ciudad de San Miguel donde sirvió como párroco en la Catedral de Nuestra Señora de La Paz y como secretario del Obispo diocesano monseñor Miguel Ángel Machado. Posteriormente fue nombrado secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador en 1968. El 21 de abril de 1970, el papa Pablo VI lo designó Obispo Auxiliar de San Salvador, recibiendo la consagración episcopal el 21 de junio de 1970, de manos del nuncio apostólico Girolamo Prigrione.  El 15 de octubre de 1974, fue nombrado obispo de la diócesis de Santiago de María en el departamento de Usulután. Ocupó esa sede durante dos años. El 3 de febrero de 1977, fue nombrado por el Papa Pablo VI como Arzobispo de San Salvador, para suceder a Monseñor Luis Chávez y González.

 

El 10 de febrero de 1977, en una entrevista que le realizó el periódico La Prensa Gráfica, el arzobispo designado afirmó que: “El gobierno no debe tomar al sacerdote que se pronuncia por la justicia social como un político o elemento subversivo, cuando éste está cumpliendo su misión en la política de bien común”.

 

Tras las elecciones presidenciales, el 26 de febrero, el Consejo Central de Elecciones declaró vencedor al general Carlos Humberto Romero, candidato del Partido de Conciliación Nacional, (en el poder desde 1962). Las fuerzas opositoras denunciaron un fraude electoral de grandes proporciones y convocaron a una concentración popular en la Plaza Libertad de San Salvador. El 28 de febrero, las fuerzas de seguridad gubernamentales disolvieron violentamente esta concentración popular, con un saldo de decenas de muertos y desaparecidos.

 

Durante la semana anterior a la toma de posesión de Mons. Romero como arzobispo, el gobierno del presidente Arturo Armando Molina arrestó y expulsó del territorio salvadoreño a los sacerdotes Bernard Survill (norteamericano) y Willibrord Denaux (belga), miembros del clero arquidiocesano. Tres semanas antes, a finales de enero, había sido arrestado y expulsado del país el sacerdote colombiano Mario Bernal.

 

El 5 de marzo, durante una asamblea especial de los obispos, se eligió a Mons. Romero como vicepresidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador y se preparó un comunicado para denunciar la persecución de la Iglesia en el país.

 

Monseñor Romero denunció en sus homilías los atropellos contra los derechos de los campesinos, de los obreros, de sus sacerdotes, y de todas las personas que recurrieran a él, en el contexto de violencia y represión militar que vivía el país. En agosto de 1978, publicó una carta pastoral donde afirmaba el derecho del pueblo a la organización y al reclamo pacífico de sus derechos.

 

El día 24 de marzo de 1980 fue asesinado cuando oficiaba una misa en la capilla del hospital de La Divina Providencia en la colonia Miramonte de San Salvador. Un disparo hecho por un francotirador impactó en su corazón, momentos antes de la Sagrada Consagración. Al ser asesinado, tenía 62 años de edad. Sus restos mortales descansan en la cripta de la Catedral Metropolitana de San Salvador. En 1993 la Comisión de la Verdad, organismo creado por los Acuerdos de Paz de Chapultepec para investigar los crímenes más graves cometidos en la guerra civil salvadoreña, concluyó que el asesinato de Monseñor Óscar Romero había sido ejecutado por un franco tirador al que la cúpula del poder militar encargo el asesinato por el precio de 114 dólares.

 

Por estos días el Papa Francisco, ha ultimado el expediente de beatificación de Monseñor Oscar Romero, ante 300.000 feligreses en El Salvaldor.

 

Toponimia del lugar

El nombre originario del sector que se encuentra hoy al Naciente de la Autovía GC-1 y que es conocido como Casas Nuevas, fue a hasta finales de la década de 1950 el de Valderrama, que era una antroponimia que hacía referencia al alférez Francisco Valderrama Palomeque, quien fue propietario de la gran finca que ocupaba el sitio hasta finales del siglo XVII.

 

Sobre la persona del Sr. Valderrama Palomeque no se tiene información alguna y todo circula en fundamentos hipotéticos tales como que fuera el heredero de algún beneficiario en los repartos de datas por parte de Pedro de Vera merced a la Cédula Real de 4 de febrero de 1480, tan sólo 200 años antes.

 

Pudiera ser también que su condición del alférez le sitúe en la posición del militar que habiendo hecho fortuna en los Países Bajos, se retire a la tranquilidad de las islas estableciéndose como un hacendado más, para ver pasivamente el desenlace histórico de la Guerra de los Treinta Años y los calamitosos reinados de los últimos austrias españoles  Felipe IV y Carlos II, que aceleran el desmembramiento del Imperio Español.

 

Esta antroponimia de Valderrama, es sustituida popularmente por la toponimia de Casas Nuevas, que hace alusión a las nuevas edificaciones que se inician en el margen Poniente de la antigua Carretera al Sur (hoy GC-1) en el cruce con la Carretera a Melenara (hoy calle San Fernando), en la primera mitad del siglo XX.

 

Estas circunstancias se van produciendo paulatinamente desde la tercera década del siglo XX en las zonas adyacentes a los grandes cultivos de tomateros y plataneras y que, en la medida que transcurre el tiempo, van ampliándose hasta formar los actuales barrios como el que hoy visitamos y otros tales como Las Huesas,  El Goro, Marpequeña o El Calero, aunque este fenómeno se acelera en la década de 1960, cuando la agricultura canaria se queda sin el mercado europeo y los terrenos de cultivo son urbanizados y destinados a la venta de solares y a la construcción de viviendas o locales, cambiándose la fisonomía de nuestro municipio en menos de una década y dejando la hermosura de la Vega Mayor de Telde en tan solo un ensueño romántico del pasado, desgraciadamente.

 

Referirnos a  la zona de Las Rubiesas, es vernos obligados a contar con las reseñas  del Dr. Hernández Benítez, en su libro “Telde”, editado en el mes de mayo de 1958, quien afirma que se daba el nombre a los terrenos de esta zona por su color calizo (rubio).

 

No obstante, haciendo de abogado del diablo, nos hemos fijado concienzudamente en el entorno de lo que aún existe de la finca matriz y observamos la proliferación de muchas plantas autóctonas de la familia de las “rubiáceas”.

 

Las rubiáceas son unas plantas perennes, lampiñas, ramosas y de 8-30 cm de alto. Tallos tendidos o ascendentes, tetragonales, desplegados en todas direcciones, ramificados, con verticilos de 4-6 hojas. Es una planta muy abundante, pero como se trata de un planta muy pequeña, de ramas y hojas muy finas y flores muy menudas, no lo parece tanto, pero está bastante extendida por las lindes al lado de los caminos sobre todo y, también en muchas zonas sin cultivar o que han dejado de cultivarse.

 

Recordamos ver cultivos de tomateros que llegaban desde la carretera que iba al Sur (inicio de la Autovía GC-1), hasta la misma Loma de Taliarte. Luego en la década de 1960 se inicia el proceso de parcelación por la empresa SICOMORO, se abren las calles y se dotan de servicios urbanísticos, dando paso a la construcción de naves industriales en las que se instalan las primeras industrias en Telde.

 

Esta urbanización, al igual que la de la Cruz de la Gallina y El Maipez, no fue bien dotada de los servicios propios para albergar industrias medianamente importantes, ya que, los viales de acceso y salida de la misma, hasta hace bien poco conducían el tráfico por el mismo lugar y por ello perdió cierta preponderancia y declinó la inversión a favor de la Urbanización Industrial de El Goro o cuando no a la del Polígono Industrial de Arinaga.

 

Hace algo más de un año se crea la Asociación Parque Comercial de Melenara, la cual ha invertido en la remodelación de los accesos y el adecentamiento de las zonas verdes, en un tímido intento de cambiar la cara del sitio a ojos del visitante, pero que la crisis que venimos viviendo ha puesto cierto freno a esas pretensiones.

 

Efemérides

Hace ahora mismo 491 años, de aquel 11 de junio de 1524, día en el por orden del Tribunal del Santo Oficio, la Inquisición, se pasea por las calles de Las Palmas de Gran Canaria, al mercader toledano Diego de Santo Domingo, quien era un judío converso al que se había acusado de blasfemo. El reo iba con una soga al cuello y una mordaza en la boca, de esta guisa fue expuesto a la población, el dantesco recorrido terminó en las puertas de la Catedral, donde fue atado sobre una escalera su maltrecho cuerpo. Todo este teatro era una advertencia para todos los habitantes de la isla. El amor al prójimo y el respeto al ser humano se imponían por aquella curia demencial, con torturas para arrancar la confesión y finalmente con la depuración en la hoguera.

 

Un año antes se declara la peste en Gran Canaria, y luego hubo hambruna. La peste asoló la Isla, y los habitantes huían a las otras. Se provocó el pánico y Martín Ximénez encontró la oportunidad para su prédica antisemita. Este fanático Inquisidor atribuyó la calamidad a la Cólera Divina, que castigaba a la población por su tolerancia con los judíos y con los musulmanes, que sabía celebraban sus ritos en secreto, volviendo los cristianos nuevos a las herejías que habían solemnemente prometido abandonar. El 29 de mayo de 1524 el Inquisidor Martín Ximénez publica unos edictos, que se cuelgan en la Iglesia Catedral de Santa Ana en Las Palmas de Gran Canaria, marcando pautas para luchar contra la herejía.        

 

Hoy precisamente se cumplen 60 años, de aquel 11 de junio de 1955, día en el que en Francia, concretamente en el circuito de la Sarthe, cercano a la población de Le Mans, durante la celebración de la mítica carrera automovilística de las "24 horas de Le Mans", tiene lugar un terrorífico accidente al salir volando el Mercedes de Levegh, contra las tribunas repletas de público, tras haber chocado previamente contra el Austin de Macklin, a más de 200 kilómetros por hora, ocasionando un trágico balance de 79 víctimas mortales, incluido el propio piloto.  A las seis y media de la tarde el Mercedes 300 SLR conducido por la pareja Juan Manuel Fangio–Stirling Moss luchaba por encabezar la prueba contra el Jaguar conducido por Mike Hawthorn-Ivor Bueb tras haber conseguido sacar una vuelta a la mayor parte de sus rivales.

 

Hawthorn, en plena lucha con Juan Manuel Fangio, adelantó a un Austin Haeley, conducido por el piloto británico Lance Macklin, a la entrada de la línea derecha de las tribunas pero, de repente, frenó y decide entrar a los pits. Sorprendido, el piloto del bólido que acababa de ser doblado hizo una brusca maniobra hacia la izquierda sin ver que dos Mercedes, a toda velocidad, se le echaban encima. El primero lo conducía el francés Pierre Levegh, con una vuelta de retraso, y el segundo, el “Chueco” Fangio. El drama se produjo en tan sólo unos pocos segundos. En un último acto reflejo, Levegh levantó la mano para advertir a Fangio del peligro. Después, chocó contra el Austin y, a más de 200 kilómetros por hora, su Mercedes "despegó" para abatirse, explotando, sobre las tribunas repletas de espectadores.

 

Contemplando este hermoso paisaje de cumbres a medianías y desde ésta hasta la costa, ambas como partes de un todo, es cuando tratamos de analizar las diferentes temáticas tratadas en esta crónica y llegamos a la conclusión fatídica de que los extremismos, son las opciones más vejatorias que se pueden dar en el ser humano.

 

Los extremismos se manifiestan generalmente con la intolerancia, la exclusión y el ejercicio de la autoridad mediante la fuerza de las armas o mediante el convencimiento de aquellos que las poseen, poniéndolas al servicio de sus propios fines, que generalmente suelen ser para mantener el poder sobre las masas mediante el terror, ya que, sus convicciones no van más allá que las de su propio egocentrismo.

 

Cuando surge alguien que despierta las masas y proclama sus derechos humanos, de igualdad o de tolerancia, de libertad de expresión o del derecho a la vida simplemente, paralelamente nace un enemigo del extremismo y éste desde su práctica lo erradica cruelmente.

 

Fue el caso de Monseñor Oscar Romero, como también de otros tantos como fueron los de Ignacio Ellacuría Beascoechea, Ignacio Martín Baró y varios religiosos más que también fueron cruelmente asesinados en El Salvador, unos años antes. Estos comportamientos se han repetido durante muchas veces en el paso del tiempo durante la vida de la humanidad y conforman las páginas negras de la historia.

 

Páginas negras que también fueron escritas siglos antes por los Inquisidores del Tribunal del Santo Oficio, quienes al amparo de la autoridad del momento y casi siempre con falsas denuncias, iniciaban procesos en los cuales mediante la tortura, el acusado terminaba confesando cualquier cosa y finalmente daba con sus huesos en la hoguera. Son tal vez, las páginas negras de la historia de la Iglesia, que nunca ha reconocido la maldad de aquellos extremistas, el quehacer de una serie de fanáticos acomodados y tampoco ha manifestado reparo alguno hacia sus víctimas.

 

Finalmente, nos causa estupor el comportamiento de Juan Manuel Fangio, quien fue el que ocasionó aquel terrorífico accidente del 11 de junio de 1955, concretamente en el circuito de la Sarthe, cercano a la población de Le Mans, durante la celebración de la mítica carrera automovilística de las "24 horas de Le Mans" y en el que perdieron la vida varias personas.

 

Pasó por encima de aquella responsabilidad y continuó teniendo mucho éxito en el deporte del automovilismo, pero demencial es que le consideren un dios en Argentina, hasta el punto de tener todo un museo que engloria su quehacer, aunque no sabemos si también su inhumanidad. Hemos leído mucho sobre este personaje y nunca hemos visto ninguna reseña lamentando aquellos hechos, al parecer fueron víctimas colaterales y nada más. Es cuando los fines se ven justificando los medios, para contentar al tropel de seguidores que le endiosan y tratan de imitarle.

 

Damos por finalizado nuestro recorrido de hoy, guardamos los aspectos positivos de lo narrado en nuestra gena, la cual nos echamos a la espalda y emprendemos una nueva caminata, esta vez con rumbo de Poniente, nos vamos al barrio de Las Medianías, concretamente a la Urbanización Lomo Sala, donde visitaremos la calle Montaña, a fin de saber algo más del sector de su ubicación  y este accidente geográfico, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Cuídense mientras tanto.

 

Sansofé.

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