Nuestro paseo de hoy, lo hacemos por el barrio de San Francisco, el que fuera barrio del Altozano de Santa María la Antigua, donde vamos en busca de la calle Montañeta de San Francisco.
Su inicio lo encontramos en la calle Portería, desde donde parte en un trazado de Norte a Sur, para tras recorrer unos 100 metros, aproximadamente, finalizar en un fondo de saco o lugar sin salida. Es el trazado típico de un callejón del prototipo urbanístico del siglo XVI.
Por el Naciente linda con la Plaza de San Francisco, mientras que por el Poniente lo hace con la calle Carreñas.
Esta nominación la encontramos por primera vez en documentos testamentarios fechados a finales del siglo XVII, no pudiéndose determinar aproximadamente, la fecha de su aprobación, dado que se carece de documentación al respecto. En cualquier caso, ya en los primeros censos aparece formando parte del Callejero del distrito 1º, sección 2ª del Censo Municipal de Habitantes y Edificios.
Las nominaciones de los viales del barrio son indistintamente toponimias y antroponimias, ya que, era usual la determinación de aquella bien por la configuración geográfica o por la proximidad del propietario/a o vecino/a que permitía su localización.
Sinopsis de la nominación
Montañeta de San Francisco es una toponimia muy antigua que nos habla de la configuración del lugar de su ubicación, es una pequeña montaña o depresión. Una montaña es una eminencia topográfica (elevación natural de terreno) superior a 700 m respecto a su base. La montañeta es una pequeña montaña con mucha menor elevación.
En plena “Era Cuaternaria” las glaciaciones erosionaron la superficie del planeta y conformando gran parte del paisaje actual, la formación de montañas, la separación de los continentes o partes de estos, como es el caso de la formación de las islas, en las cuales se dan las circunstancias que muchas emergen desde el fondo del mar, con motivo del choque de las placas tectónicas submarinas.
No obstante en nuestras islas la mayoría de las formaciones montañosas se debieron a las erupciones volcánicas de finales del cuaternario, las cuales en el discurrir de las lavas, dieron vida y forma a los barrancos y acantilados en la zona costera.
Es por ello, que graciosamente las superficies de llanuras son poco frecuentes, dado que el paisaje está generalmente jalonado de barrancos y lomos a ambos lados, escoltando el cauce de aquellos.
En nuestro caso de hoy, la nominación hace alegoría a la altitud en la que se encuentra enclavado el vial dentro del propio barrio, el cual a su vez se encuentra en el margen sur del Barranco Real de Telde, tal es que en el siglo XVI y XVII el barrio era conocido como El Altozano.
Su trazado le identifica nostálgicamente con las características urbanísticas del siglo XVI, como una ramificación más del vial principal, la hoy calle Portería, que era el paso hacia la zona sur de la isla, cuando se procedía del Real de Las Palmas, tras cruzar el cauce del Barranco Real de Telde y ascender por la calle Santa María.
Toponimia del barrio
La antroponimia San Francisco, data del día 1 de Mayo de 1610, fecha en la que se celebra la misa y el acto fundacional del asentamiento de los religiosos de la Orden Franciscana en el barrio de Santa María la Antigua, como así se llamó tanto el barrio como la ermita que se construyera en las postrimerías del siglo XV, hasta que se adopta en la primera década del siglo XVII esta nueva y actual nominación.
Tras finalizar la conquista de la isla, se inicia el proceso de asentamiento y consolidación de la población que ha de conformar el municipio de Telde. Uno de estos núcleos poblacionales era el barrio de Santa María la Antigua, en el cual las edificaciones eran más modestas que las del vecino barrio de San Juan, eran generalmente viviendas de una sola planta, realizada con piedra y barro, con cubierta a dos aguas, disponiendo de patio o huerta.
Sin embargo, las viviendas del barrio de San Juan era de un porte más señorial, con adornos de cantería, generalmente de dos plantas, con espaciosa huerta, caballerizas y bodega, propias de los hacendados del momento, colonos con poder adquisitivo, militares beneficiarios de los repartos de tierras y aguas, etc.
Vivían generalmente en el barrio de Santa María la Antigua, los artesanos, alarifes y trabajadores libres de limitado poder económico.
El barrio de San Francisco alcanza un gran auge con durante casi todo el siglo XVII, debido a la presencia de los religiosos de la Orden Franciscana, quienes gozaban de un excelente predicamento dentro de la comunidad cristiana por su austeridad y entrega a la caridad cotidiana.
Al barrio llegaban cientos de peregrinos atraídos por el recogimiento de las procesiones, la Semana Santa, el Vía Crucis por las calles. Pero tanto el nombre del barrio como el de la propia ciudad se agranda enormemente por la calidad de los estudios y la enseñanza que se impartía en el Convento de San Francisco, donde los religiosos instituyeron una serie de cátedras desde las que impartían Lógica, Filosofía, Retórica, Ética o Moral.
La calidad de la enseñanza alcanza fama regional y acuden alumnos de todas las islas, entre los cuales figuran algunos aventajados como el Médico e Historiador teldense Tomás Arias de Marín y Cubas, nacido el 29 de noviembre de 1643, quien dio mucha gloria a la Literatura y a la Historia, en relación con la conquista del Archipiélago Canario.
Después de una etapa de relativa tranquilidad (1833-1868), los sucesivos gobiernos moderados y progresistas nacionales, intentaron modernizar el país mediante el impulso de la industrialización del País Vasco y Cataluña, la minería en Asturias, se realizan instalaciones de ferrocarriles y se agudiza la desamortización de los bienes eclesiásticos. La desamortización española fue un largo proceso histórico, económico y social iniciado a finales del siglo XVIII por Godoy (1798) y cerrado ya muy entrado el siglo XX (16 de diciembre de 1924).
La desamortización se convirtió en la principal arma política con que los liberales modificaron el régimen de la propiedad del Antiguo Régimen para implantar el nuevo Estado Liberal durante la primera mitad del siglo XIX.
En esta época, los bienes de la Iglesia Conventual de San Francisco, se disgregan a otras Parroquias y el resto son expropiados, salvo aquellos que fueran necesarios para la celebración del culto. Poco tiempo después la orden religiosa de los franciscanos abandona el convento y marchan a la península quedando el templo bajo la dirección y dependencia de la Parroquia de San Juan.
El abandono se hace patente ante la frialdad en la consideración de las autoridades respecto a la mal llamada desamortización, ya que, el fin de la misma no supuso remedio alguno para el pueblo y si el enriquecimiento de algunos patrimonios privados ya suntuosos.
Hemos de llegar a la segunda mitad del siglo XX, para que las autoridades municipales, movidas por un nuevo espíritu conservacionista promueva y consiga que tanto el templo como todo el barrio goce de la especial protección del Patrimonio Histórico-Artístico, realizándose nuevas inversiones de reposición de las instalaciones conventuales y el urbanismo del barrio, al cual se le mantiene en el estilo arquitectónico de finales del siglo XVI, si bien últimamente se han cometido verdaderos atentados contra el mismo, ante la apatía de la Administración Municipal.
Este mismo letargo reactivo de las autoridades municipales, se tipifica en la inacabable obra de soterramiento del cableado en las fachadas de los inmuebles, algo que debió hacerse antes de la reposición del empedrado de las calles y adoquinado de las aceras. Pero bueno… no se pueden pedir peras al olmo.
Se escudriña tras el engaño concienzudo de un proyecto, que nunca se llega a poner en práctica, sobre el relanzamiento de la zona y un sector de servicios anexo y dependiente del turismo, pero esa perspectiva o esa pretensión, se nos antoja que jamás pasará de ser eso… una vana ilusión que se esgrime para engañar a no sé quién.
Efemérides
Un día tal como hoy, hace ahora mismo 203 años, es decir el 18 de junio de 1812, el Presidente de los Estados Unidos James Madison, presionado por grupos expansionistas y aprovechando la difícil situación bélica que atraviesa el Reino Unido, metido de lleno en la Guerra de la Independencia Española (1808-1814), declara la Segunda Guerra de Independencia al Reino Unido, como consecuencia de una serie de provocaciones marítimas y comerciales además del apoyo que brindan los británicos a los pueblos indígenas de Norteamérica que se oponen a la expansión estadounidense. Esta guerra durará casi tres años y forjará la personalidad política de unidad nacional de la joven nación de los Estados Unidos.
Hoy se cumplen 102 años de aquel 18 de junio de 1913, día en el que Francisco Gourié Marrero y Manuel Lorenzo Hernández, obtienen de Obras Públicas, el correspondiente certificado de reconocimiento a sus flamantes automóviles. El vehículo de Gourié era un Diatto, mientras que el de Lorenzo Hernández era de la marca Delorlaye, ambos adquiridos en este mismo mes de junio. Durante todo el año de 1913, se matricularon en Gran Canaria un total de veintisiete coches, siendo la última matricula la G.C.-0081. Fue éste, el de la matriculación de vehículo un tema muy conflictivo en la isla, ya que, inicialmente se dependía totalmente de la Delegación de Obras Públicas, cuya sede se encontraba en Santa Cruz de Tenerife y desde la cual se demoraba irracionalmente sus gestiones.
En nuestro regreso por las entrañables calles de San Francisco, vamos seguidos por nuestra propia sombra y en medio de un silencio inusual en la sociedad actual, donde el ruido y las prisas ocupan todos los espacios del tiempo en que vivimos.
Aquí sin embargo, no tenemos premura alguna, nos acompaña el tiempo y el pensamiento sobre todas esas personas que han vivido en el lugar, personas que dieron vida y forma a una época pasada, que con su ser y estar escribieron páginas olvidadas de nuestra historia, pero que fueron tan importantes o más que aquellas de las que se escribieron y se les dio la luz de la gloria para otras generaciones.
Ha sido un cúmulo ingente de personas anónimas, de las cuales tan siquiera sabemos sus nombres, quienes con su trabajo forjaron la trascendencia en la vida hasta nuestros días, fueron un escalón más tal vez, pero tan importante e imprescindible como el último peldaño. Fueron los artesanos, alarifes, albañiles o agricultores, entre otros profesionales, que habitaron en nuestra ciudad.
Podría tal vez, realizarse un trabajo estadístico y sinóptico, a modo de cuaderno histórico, previa la investigación pertinente entre las familias actuales y tratar de remontarse a varias generaciones de sus antepasados, para así tener conocimiento sobre aquellos, lo que serviría para confeccionar un historial sobre la vida de las familias y profesionales en varios siglos atrás.
Tal vez, solo tal vez, eso no tenga importancia alguna para la Administración Municipal y el hecho de que ese trabajo una vez realizado, pase a engrosar un apartado importante dentro del Archivo Histórico de la Ciudad, puede que sí que no tenga importancia alguna, porque la incultura de quien eso sancione, jamás le dejará ver la importancia de las señas de identidad de nuestra gente.
Tiene tanta importancia saber de dónde procedemos, como la tiene el pretender saber dónde queremos llegar en el futuro, aprovechando la sabiduría que en la transmisión cultural nos es legada por aquellos que nos antecedieron.
Se evitaría meter la pata tan vulgarmente como se hace últimamente con suma frecuencia, con la presunción de un modernismo irracional y caduco, repitiendo el mismo camino que otros recorrieron anteriormente y en el cual la prepotencia les induce a hacer totalmente lo contrario de quienes les antecedieron, en vez de aprovechar la experiencia de aquellos para no perder el tiempo o los recursos, aunque eso al parecer importa poco porque ambos son financiados por la ciudadanía, que no termina de entender tanta inoperancia y mala gestión.
Nos dejamos llevar por la sinuosidad de las calles empedradas, seguido de cerca por mi propio yo y mientras converso con mis silencios, guardo en la gena todo lo que de positivo hayamos podido haber tratado hoy y, emprendemos una nueva caminata, esta vez con rumbo de Naciente, nos vamos al barrio de San Juan, donde visitaremos la calle Montañeta de San Juan, con el fin de saber algo más de esta toponimia y sobre el lugar de ubicación del vial, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Cuídense mientras tanto.
Sansofé.



























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