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Miércoles, 17 de Diciembre de 2025

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Calle Molino de Fuego (Foto de Luis A. López Sosa) Calle Molino de Fuego (Foto de Luis A. López Sosa)

Telde muele el gofio en una de sus calles

El municipio reconoce en el entramado viario de Los Llanos la importancia de esta industria

ainhoa1 Domingo, 07 de Junio de 2015 Tiempo de lectura:

Hoy paseamos por el barrio de arriba, por Los Llanos o si ustedes quieren, por el barrio de San Gregorio, donde vamos en busca de la calle Molino de Fuego. Su inicio lo encontramos en la calle María Encarnación Navarro y desde allí, con orientación Poniente-Naciente, tras recorrer unos 150 metros, con un trazado de varios cambios de alineación, termina en un lugar sin salida.

 

Linda por el Norte con la calle Gago Coutinho y por el Sur linda con la calle Juan Vega Yedra (anterior calle Pedro de Vera).

 

Esta nominación aparece por primera vez en documentos censales referidos al 31 de diciembre de 1975 y, desde entonces pasa a formar parte del Callejero del distrito 2º, sección 2ª del Censo Municipal de Habitantes y Edificios.

 

Su sinuoso trazado y el estrecho ancho de la vía, nos hablan de lo que fuera la remodelación urbanística iniciada en los inicios del siglo XIX, donde perduran las serventías entre propiedades y los callejones sin salida. Un arcaico urbanismo que nos ha llegado hasta nuestros días, como si de una seña de identidad se tratara. Por un tiempo se denominó Callejón del Molino de Fuego, porque realmente se trata de un callejón, como figura urbanística tal y se consideró luego como calle peatonal.

 

Sinopsis de la nominación

Molino de Fuego es la denominación con la que se conoce la industria de elaboración y confección de gofio, existente en el inmueble ubicado en la calle María Encarnación Navarro, nº 24, de la ciudad de Telde.

 

Fue fundada esta industria, la más antigua de Telde y la única que actualmente realiza las labores propias de su concepción, el día 3 de enero de 1903, bajo el nombre comercial de Sánchez Bruno, S.L..

 

La fundación corrió a cargo del matrimonio formado por José Sánchez Martín (1683) y María Dolores Bruno Negrín (1875).

 

La historia del gofio miles de años antes de que los primeros conquistadores llegasen a las islas, aunque por sus inicios solo se realizaba la molturación de la cebada, tostada y reducida a harina mediante molinos de piedra. Este producto era primordial en la alimentación aborigen y su importancia llega hasta nuestros días, tal vez con menor importancia que antaño, pero siempre fue la base de alimentación de muchas generaciones.

        

Posteriormente se incorporan a esta industria otros productos además de la cebada, tales como, la avena, el trigo, el garbanzo y otras tantas gramíneas, hasta llegar al maíz o como solemos llamarle por aquí “millo”.

 

La harina obtenida de la molienda de alguno de estos productos, una vez tostados, se mezclaba con leche, agua, miel o manteca, formándose las “pellas de gofio”, “los escaldones” o el “gofio amasado”, dependiendo de la comida que se quiera degustar.

 

La historia de  los molinos para moler el grano de los cereales, una vez tostados los mismos, va directamente relacionada con la fuerza motriz que accionaban los mismos, de ahí tenemos molinos de tracción humana, de tracción animal, de viento o movidos por el paso del agua. Últimamente, la industrialización, en su desarrollo y avance, empleó como fuerza motriz, motores de combustión y finalmente eléctricos.

 

En el léxico de nuestra tierra canaria, existen más de cuarenta palabras referidas al gofio, pero entre todas ellas hemos elegido “zurrón”, que se trata de una bolsa hecha con piel de cabrito, que se utiliza para asar el gofio con diferentes ingredientes en su interior. Este amasado es todo un ritual y un arte. Los aborígenes y pastores en la trashumancia, iban dotados de un zurrón con gofio amasado, que le servía para estar varias jornadas de forma itinerante.

 

Hemos conocido y trabado amistad con varios miembros de la familia Sánchez Bruno (hijos y nietos), los herederos de los fundadores y actuales explotadores de la industria y hemos apreciado en las palabras de los mismos, el orgullo de pertenecer a una extensa y laboriosa familia de productores.

 

Toponimia del lugar

Después de finalizada la conquista de la isla y tras hacer el reparto de tierras y aguas, uno de los beneficiarios resultantes del mismo, es Alonso Rodríguez de Palencia o Palenzuela, a quien se adjudica una amplia zona en el sector de arriba que se pasa a denominar Los Llanos, en el cual construye un ingenio de moler caña de azúcar y una ermita en torno al año 1485, formándose un asentamiento poblacional de esclavos y libertos que moran en barracones de uso común o chozas individuales, respectivamente.

 

La ermita construida es puesta bajo la advocación de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y antes de finalizar el siglo XV, y una vez cumplidas las condiciones iniciales establecidas en la data, Alonso Rodríguez de Palencia vende el ingenio ubicado en Los Picachos y la finca del entorno al portugués Gonzalo de Jaraquemada.

 

La configuración del terreno, una explanada llana y el apellido de su nuevo dueño, hacen que surja la toponimia-antroponimia de Los Llanos de Jaraquemada, la cual perduraría durante varios siglos, aunque la misma quedaría reducida simplemente a Los Llanos, para definir esta zona al Poniente del barrio de San Juan, toponimia que aún prefieren seguir empleando muchos de los naturales del lugar.

 

La ermita de Nuestra Señor del Perpetuo Socorro, amenazaba ruina en el año 1700 y fue reconstruida por los propios vecinos del barrio, manteniendo su orientación de Sur a Norte. No obstante, el deterioro progresivo de la edificación promueve que en el año 1777, se inicie la construcción del nuevo templo, mediante proyecto del arquitecto Diego Nicolás Eduardo. Este nuevo templo de estilo neoclásico, extraordinaria capacidad y regio porte, despierta el entusiasmo de los vecinos que se vuelcan en donativos y trabajos para su construcción. 

 

En el año 1847 tiene lugar la segregación parroquial de la Parroquia matriz de San Juan Bautista, por demanda del aumento poblacional del barrio de Los Llanos, y es en torno al año 1866, cuando se finaliza la construcción del templo neoclásico, que orientado de Naciente a Poniente ofrece una simple y elegante fachada presidida de un frontón principal de medio punto, un amplio y luminoso interior dividido en tres naves, separadas por dos columnas rematadas por arquería de medio punto. El templo es puesto bajo la advocación de San Gregorio Taumaturgo como patrono, quedando Nuestra Señora del Perpetuo Socorro como copatrona. 

 

Este nuevo templo se convierte en el centro urbano del barrio que a partir de ese entonces pasa a denominarse oficialmente como barrio de San Gregorio, si bien la antigua denominación de Los Llanos se sigue empleando por los vecinos que hemos nacido en el barrio.

 

Efemérides

Un día tal como hoy, hace ahora mismo 375 años, es decir el 7 de junio 1640, durante la fiesta del Corpus en la ciudad de Barcelona (España), quinientos segadores llegados para trabajar en la siega se amotinan y asaltan los domicilios de funcionarios reales y del virrey, asesinando a este último y a un miembro de la audiencia, mientras gritan "Muerte a los traidores que gobiernan mal" y "Viva el rey". Poco después, esta revuelta se extenderá al resto del principado lo que conllevará la represión armada del levantamiento, siendo el origen de la llamada "Guerra dels Segadors", que durará hasta 1652. La sublevación tuvo como efecto más duradero la firma de la Paz de los Pirineos entre la monarquía hispánica y el rey de Francia.

 

Se cumplen hoy precisamente 281 años de aquel 7 de junio de 1734, día en el que un comerciante holandés afincado en la isla de Tenerife, descubre una serie de monedas falsas en circulación. Las mencionadas monedas tenían en el anverso grabadas las armas de Castilla y León y una orla que decía: “Carlus y Joanna Reges” y por el reverso dos columnas coronadas por una orla que decía: “Hispaniarum Indiarum”. Estas circunstancias alarmaron a toda la población, ya que, no se había dado con anterioridad en ninguna ocasión y al grito de ¡la moneda no vale! La situación se volvió muy drástica, reinando la desconfianza y un gran malestar.

 

Contemplado este amanecer de hoy, hacemos un repaso por las vivencias que hemos tenido, recuerdo la existencia de varios molinos de gofio en Telde y, por la cercanía a mi domicilio infantil en la calle El Roque, siempre acudíamos al “Molino del Conde”, regentado por Don Domingo Espino y posteriormente por sus hijos, hoy el edificio es la sede del Círculo Cultural.

        

Pero lo cierto es que en la actualidad el único que ha supervivido con el paso del tiempo es el “Molino de Fuego”, donde desde hace varias décadas compramos un kilito de gofio al mes, como mínimo, ya que, dentro de nuestra dieta alimenticia sigue siendo un exponente importante. Cuestión ésta, que han continuado mis hijos e inicialmente por curiosidad, pero luego por degustación, también mis nietos. La continuidad de las nuevas generaciones trasciende al modernismo.

        

Actualmente en todas las islas existen diversos molinos de gofio, unos pocos en uso y producción y, otros tantos, como museos etnográficos, cual es el caso de la “Ruta de los Molinos”, en el municipio de Santa Lucía de Tirajana o el existente junto a la Plaza del municipio de Fírgas.

        

Siempre fue y seguirá siendo algo muy entrañable para mí, el aroma del gofio recién hecho, nos traslada a diferentes épocas de la infancia o la juventud, cuando voy a comprarlo, es algo que pertenece a mi arraigo como parte elemental de las señas de identidad.

        

El gofio y los molinos de gofio, históricamente han tenido una gran importancia en la dieta alimenticia canaria, fue primordial en las épocas de crisis para paliar las carencias existentes de otros tantos productos alimenticios, hasta el punto de que el ingenio que despierta el estado de necesidades, hace que las personas experimenten y creen una serie de variedad de comidas o repostería, que tienen su base en el gofio (el turrón, el escaldón, la pella, la rala, etc.).

        

Por otra parte, despectivamente vemos como desde 1640, los catalanes han sido una población inquieta que se sublevan contra la Administración Central del Gobierno, en una lucha que se nos antoja con derecho propio, sin entrar a razonar la sostenibilidad de las demandas que hoy realizan, cual es la independencia como nación catalana.

        

Asimismo, vemos como desde el siglo XVIII, ya se falsificaban monedas y se estafaba a la ciudadanía, esas conductas han ido evolucionando y hoy tales situaciones se califican de corrupción, exponente éste que forma parte de la actualidad en nuestra sociedad y en el que se embarcan ciudadanos de a pie o esa clase política acomodada en la impunidad parlamentaria. Siempre se cuecen habas en cualquier época de la historia.

 

Damos por finalizado nuestro paseo de hoy y guardamos  en nuestra gena todo lo positivo que se puede extraer de esta crónica, nos la echamos a la espalda y emprendemos una nueva caminata, que en este caso orientamos hacia el Naciente, nos vamos a la Urbanización Industrial de Las Rubiesas, donde visitaremos la calle Monseñor Oscar Romero, con el fin de conocer algo más del lugar de su ubicación y sobre este mártir salvadoreño, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto, cuídense.

 

Sansofé.

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