Nuestro recorrido de hoy, nos lleva al barrio cumbrero de Cazadores, donde vamos en busca de la calle Milagro. Su inicio lo encontramos en la calle Delicias, desde donde con orientación Poniente-Naciente y, tras recorrer unos 350 metros, aproximadamente, finaliza en la calle Almendro. Por su lado Sur tiene el lugar conocido como La Morisca y por el Norte linda con el cauce del Barranco de Los Cernícalos.
La nominación que nos ocupa, aparece por primera vez en los Censos Municipales de Habitantes y Edificios referidos al 31 de diciembre de 1970, desconociéndose con exactitud la fecha del acuerdo plenario que aprobara la misma, lo cierto es que desde entonces conforma el callejero del Distrito 4º, Sección 2ª del mismo.
Sinopsis de la nominación
Etimológicamente la palabra milagro encuentra su raíz en el latín “miraculum” que significa «mirar». Los latinos llamaban “miraculum” a aquellas cosas prodigiosas que escapaban a su entendimiento, como los eclipses, las estaciones del año y las tempestades. Así entonces, “miraculum” proviene de “mirari”, que en latín significa «contemplar con admiración, con asombro o con estupefacción».
Esta forma latina se mantiene en francés y en inglés como “miracle”, y en italiano como “miracolo”, entre otras lenguas neolatinas.
Es así como, desde el punto de vista etimológico, la palabra milagro no dice relación necesariamente con una cierta intervención divina, sino que se liga al asombro ante lo inefable, tal como lo plantearan los latinos. A raíz de esto, milagro también puede referirse a un suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa.", sin implicar fuerzas divinas. Ej. una desarrollo económico, una dieta, producto o medicamento con resultados asombrosos y excepcionales.
Se llama milagro a un evento atribuido a la intervención divina. De acuerdo con la definición del Diccionario de la Lengua Española: “un hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuyen a la intervención sobrenatural o de origen divino”.
Casi todas las religiones conocidas mencionan en sus textos “los milagros”, los cuales desempeñan un papel importante en la veneración de las diferentes reliquias o la fundamentación de ciertos pasajes de curación de enfermos con la imposición de las manos, resurrecciones como la de Lázaro, sanación de los ciegos, etc.
Tomás de Aquino, en el siglo XIII, definió “el milagro”, como algo hecho por Dios más allá de las causas conocidas por los hombres.
Como consecuencia de lo anterior, la posición actual de la Iglesia católica no es opuesta a la ciencia. El milagro no es considerado hoy un "suceso mágico" que controla las fuerzas cósmicas, sino -en la postura de los creyentes- un suceso que dependería de Dios (de quien, por otra parte, también dependerían todas las leyes naturales). Para los creyentes, científicos o no, la atención no se centra en lo sorprendente o extraordinario del hecho ocurrido, sino en la autoridad de quien supuestamente lo realizó (Dios). Además, el milagro, en el pensar de los creyentes, sólo se concede por motivos que escapan al intelecto del ser humano, y que se sitúan en el mismo misterio de Dios.
Hay, pues, hechos que resultan para la ciencia "inexplicables" por las leyes naturales, al menos hasta el día de hoy. La forma de interpretación de esos hechos depende de la creencia o del pensamiento de cada cual, y no definen al hecho en sí, sino al individuo que lo interpreta.
Se suele invertir la carga de prueba por parte de quien afirma la existencia de un milagro. Sin embargo, desde el punto de vista de la filosofía de la ciencia, "quien dice que algo existe es quien lo debe demostrar", mediante razones lógicas. En ese caso, la carga de prueba del escéptico se restringe a refutar y descartar la descripción del milagro. Por esa misma razón, en el pensamiento escéptico, la posibilidad de un milagro se autodestruye cuando la atribución de milagro a un suceso se funda únicamente en la percepción o el pensamiento subjetivo. Eso, porque desde el siglo XVIII, el empirismo dejó expuesto que las sensaciones y percepciones comunes pueden engañarnos.
Toponimia del lugar
“Cazadores”, es una toponímia que data de finales del siglo XIX, cuando por mor de las epidemias que sufría la población que se aglutinaba en torno a los núcleos de San Juan, San Francisco y San Gregorio, se dispersa en diversos núcleos como Las Tapias, Higuera Canaria, Tara, Lomo de Magullo, Las Breñas, Cazadores, Jinámar y otros.
Inicialmente se llamó “Montaña de los Cazadores”, al definirse así como el lugar donde solían pernoctar aquellos para iniciar la caza a primera hora de la mañana. Luego, al agruparse los primeros vecinos que procedían de los núcleos antes mencionados, se queda la toponímia con “Cazadores” exclusivamente, llegando así hasta nuestros días.
Con el paso del tiempo se consolidaron los barrios resultantes de la dispersión inicial y hoy, el barrio de Cazadores, cuenta con varias calles (Astro, Delicias, La Erilla y Milagro) y una decena de lugares con nominación propia (La Asomada, El Almendro, El Moreno, La Morisca, El Duraznillo, Los Corralillos,…)
Existen muchas edificaciones realizadas con materiales modernos, pero también son muchas las casas-cuevas que encontramos en el lugar, en la ejecución de las cuales el ingenio del hombre se pone a prueba con la necesidad cotidiana. Hemos visitados algunas, gracias a la gentileza de sus moradores, y hemos podido contemplar verdaderas obras de arte en la arquitectura natural.
Cazadores es el barrio teldense más alejado del Casco Urbano y el más próximo a la cumbre de la isla. El paisaje que se domina desde aquí es sencillamente idílico y tranquilo, sin altibajos que perturben el sosiego.
Un aspecto bien distinto ofrece el lugar en domingos y festivos, cuando se hace paso de excursiones o simplemente de paseantes que van a la cumbre a contemplar las maravillas que nuestra tierra ofrece, bajo este cielo limpio y azul que nos regala generalmente la primavera o el verano preferentemente, aunque no deja de ser una constante casi todos los días del año.
Otro ambiente diferente es el de los meses del otoño o del invierno, cuando el frío, la lluvia o la nieve que por estas latitudes suele caer, convierten la zona en el lugar de obligado paso hacia la cumbre grancanaria. Claro está, con la paradita en alguno de los establecimientos que existen allí, a fin de degustar un buen vino y comer algo calentito que levante el ánimo para soportar el rigor de las inclemencias, de las cuales disfrutamos por lo extraordinarias y poco cotidianas que suelen ser.
Efemérides
Se cumplen hoy precisamente 216 años, de aquel 14 de mayo de 1799, día en el que en Santa Cruz de Tenerife, muere el heroico general Antonio Gutiérrez de Otero y Santayana, quien había nacido en Aranda de Duero (Burgos) en el año 1729. Fue un Mariscal de Campo español, reconocido entre otros logros, por haber repelido el ataque de la Marina Británica a la isla de Tenerife en 1797 mandada por el contralmirante Horacio Nelson. El coronel Gutiérrez participó en 1770 en la Expedición española a las Islas Malvinas zarpando el 11 de marzo de 1770 de Montevideo, bajo el mando del capitán de navío Juan Ignacio de Madariaga, y derrotando a los ingleses bajo el mando del capitán William Malby, tomando Fort George, Puerto Egmont y restableciendo la soberanía española en el archipiélago. Participó en la Expedición contra Argel de 1775 y en el Bloqueo de Gibraltar.
Un día tal como hoy, hace ahora mismo 202 años, es decir el 14 de mayo de 1813, con la salida del ejército de Simón Bolívar de la ciudad de Cucutá (actual Colombia), se inicia la conocida como "La Campaña Admirable" que le llevará triunfante hasta las puertas de Caracas, a donde llegará el 6 de agosto logrando la liberación del occidente de Venezuela, integrado por las provincias de Mérida, Barinas, Trujillo y Caracas. Junto a las victorias logradas en el oriente venezolano por Santiago Mariño, dará origen a la conformación de la Segunda República de Venezuela. Tras la Capitulación de San Mateo, que dio fin a la Primera República de Venezuela, gran número de jefes políticos y militares de la república migraron al exterior, huyendo de las represalias del jefe realista Domingo Monteverde: algunos se refugiaron en las Antillas y otros en la cercana Nueva Granada.
Para aquellos que nos gusta contemplar los detalles de la naturaleza –flora, fauna, relieve o climatología- el hecho de trasladarte en poco más de una hora a una zona de tanta altitud y experimentar los cambios bruscos del habitat cotidiano, supone algo extraordinario, algo a lo que dedicas toda la atención del momento, degustando concienzudamente cada segundo que vives en el medio.
Cuando cualquier día tomas el coche y te vas a la zona de cumbre, Las Breñas o Cazadores, la ascensión a partir del Lomo de Magullo, se hace algo pesada, si bien, el ir contemplando el paisaje que se te descubre tras cada curva, hace que merezca doblemente la pena.
Ya al hacer la parada en Cazadores, para dejar que se recupere el motor del coche, además de echarnos un vinito y alguna tapita de carne de machorra, parece que estás en otro mundo, que aquello no pertenece al mundanal ruido que en el casco urbano soportas toda la semana y es reconfortante.
Sigues subiendo y al entrar en la zona del bosque de pino alipenses que se extiende desde la Caldera de Los Marteles hasta el mismo cruce de Las Mesas, cambia todo, el aíre es más puro y las retamas amarillas que juguetean en medio de los pinos y alfombran las laderas, es todo un espectáculo de belleza, luz y color.
Pero lo que sí es extraordinariamente hermoso es ver llover o nevar y contemplar el comportamiento de la flora y la fauna al respecto, pero no deja de ser todo un verdadero milagro, contemplar el paisaje en primavera con todos los almendros en flor y el contraste que las amapolas marcan en las cadenas de cultivo.
Nos imaginamos que la nominación fue adoptada indistintamente y sin seguir ningún patrón de recomendación a la analogía entre todas las del sector, pero está claro que llegar a estas altitudes y respirar la naturaleza limpia y pura de aquí, es un milagro a todas luces, sin equívocos de ningún tipo.
Por todo este cúmulo de circunstancias es por las que no nos cansamos de sentir en nuestro interior esa enloquecedora exclamación de… ¡Que suerte tengo de vivir aquí!
Dejamos nuestra intervención de hoy y, con la gena a la espalda lamentamos dejar el lugar, pero nos dirigimos a la zona de costa del municipio, vamos a visitar la Mimosa, que se encuentra en la zona de San Borondón, con el fin de conocer algo más sobre este lugar y sobre este árbol, pero bueno... de eso nos ocuparemos en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Cuídense mientas tanto.
Sansofé.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.49