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Sábado, 27 de Septiembre de 2025

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Plazoleta María Isidra Fleitas Cabrera  (Foto Luis A. López Sosa) Plazoleta María Isidra Fleitas Cabrera (Foto Luis A. López Sosa)

Una plazoleta guarda la memoria de María Isidra Fleitas en San Antonio

El Pleno del Ayuntamiento de Telde aprobó la nominación el pasado mes de febrero por petición popular

Dojeda Domingo, 26 de Octubre de 2014 Tiempo de lectura:

Paseamos hoy por el barrio de San Antonio y, en nuestro paseo dominical nos cruzamos con algunos amigos y conocidos, con los cuales tras la salutación de rigor, tenemos una corta charla. Luego nos vamos en busca de la Plazoleta María Isidra Fleitas Cabrera, encontrando este espacio de dominio público en el margen izquierdo de la calle Marqués del Muni, en dirección Poniente a Naciente, a la altura de la Ermita de San Antonio.
 
El lugar se encuentra comprendido entre las calle Pablo Sarasate y Alcalde de Móstoles.
 
Esta nominación fue aprobada por el Ayuntamiento Pleno en sesión celebrada el día 28 de febrero de 2014, a petición de un colectivo de vecinos del sector de San Antonio.
 
Desde entonces ha pasado a formar parte del Callejero del distrito 5º, sección 1ª del Censo Municipal de Habitantes y Edificios.
 
Sinopsis de la nominación:
María Isidra Fleitas Cabrera, era natural de Telde, había nacido en el barrio de San Antonio el día 21 de Julio de 1938 y era una persona muy conocida y apreciada en todo el municipio.
 
Su madre doña Rosalía Cabrera Peña, quien en los inicios del siglo XX, tenía una tienda de aceite y vinagre en el barrio, gozaba de gran consideración vecinal por la ayuda que siempre dispensó a las familias menos pudientes desde su negocio. Esta labor fue continuada por su hija María Isidra, a la que también se brindó siempre una gran estima y consideración por parte de los vecinos del sector.
 
Doña María Isidra Fleitas Cabrera, se había casado con el vecino de Telde, don Sebastián Suárez Rodríguez, de cuyo matrimonio nacieron siete hijos, todos residentes en la calle Pablo Sarasate, nº 35, del mentado barrio.
 
El pasado día 26 de septiembre de 2013, a media mañana, debido a un accidente de tráfico, que se produjo en las inmediaciones de la Ermita de San Antonio, calle Marqués del Muni, de esta localidad, falleció víctima del mismo Doña María Isidra Fleitas Cabrera, cuando contaba 75 años de edad.
 
Este suceso consternó a los vecinos del barrio quienes solicitaron ante la Corporación Municipal un reconocimiento a la memoria de la Sra. Fleitas Cabrera, la Administación promovió la instrucción del pertinente expediente administrativo, que al igual que otros tantos de esta y otras índoles, me cupo el honor de tramitar en el ejercicio de mi profesión como Empleado Público Municipal.
 
En el ejercicio de esa labor me desplacé al entorno donde ocurrió el accidente y después de hablar con varios vecinos del lugar, llegué a la conclusión de la gran estima que todos sentían por María Isidra y hondo pesar que ha causado su muerte, concluyendo que la misma gozó de consideración generalizada por sus cualidades y méritos sociales a favor de la colectividad, alcanzando un gran prestigio en el concepto público, siendo merecedora de que se le tribute el reconocimiento pertinente, todo ello, en base a los requisitos establecidos en el Capitulo II, Artículo 5º del Reglamento para la nominación de calles, plazas y lugares de dominio público.
 
Particularmente, tuve la suerte de conocerla y tratarla en diferentes ocasiones y la bondad de sus expresiones denotó siempre, la presencia de una gran persona llena de humanidad.
 
Toponimia del barrio:
El día 29 de Abril de 1483, finaliza la conquista de la isla y se incorpora a la Corona de Castilla, a raíz de ello, el gobernador Pedro de Vera ordena a sus capitanes Ordoño Bermúdez y Pedro de Santi Esteban, el establecimiento a orillas del Barranco Real de Telde (un caudaloso río por aquel entonces) y la realización de fortificación y edificaciones, para evitar así, nuevos focos de resistencia aborigen, hechos que nos hablan de los origen de la fundación de nuestra Ciudad.
 
Con el paso del tiempo destacan de tres importantes núcleos de población San Juan, Santa María la Antigua (hoy San Francisco) y Llanos de Palenzuela o Jaraquemada (hoy San Gregorio).
 
Estos núcleos se consolidaron y fueron creciendo y su entorno, se mantuvo hasta aproximadamente el año 1850 gran parte de la población, hasta que se produce la dispersión de la misma con motivo del cambio de los cultivos y las epidemias que asolan a la población aglomerada en las inmediaciones del Casco Urbano, por aquel entonces carente de medidas sanitarias, propiciando que aparezcan nuevos núcleos, entre los cuales, se cuenta con El Tabaibal y La Taborda, zonas que al expandirse hacia el Poniente hace que surja el hoy barrio de San Antonio, ubicado al Naciente del barrio de San Juan.
 
Fue una zona de muy buenas tierras de cultivo, que facilitó el establecimiento de familias de agricultores y ganaderos en minifundio, característica que se observa en casi todas las familias que conformaron la dispersión. Estas circunstancias llegaron hasta mediados del último tercio del siglo XX, donde recordamos ver cultivos de plataneras, de millo, de papas y otros tantos productos agrícolas. Cuando andábamos por los caminos serpenteantes entre las fincas y respirábamos el aroma de los azahares, se nos alegraba la vista con las flores de pascua y las cañaveras que crecían a orillas de las acequias. Era un ambiente tan puro y sano como la propia naturaleza.
 
Luego la agricultura cayó en declive por la mala gestión oficial del mercado y dejó paso a la especulación del suelo, se dejaron de cultivar las tierras, se parcelaron las mismas, se vendieron solares y nos encontramos hoy en día con plantaciones de hormigón y bloques que se han sembrado sobre el asfalto de viales como el que hoy visitamos, donde antes hubo un vergel, del que hoy quedan unos vanos testimonios.
 
Entrañablemente familiar, ha sido siempre para mí el barrio de San Antonio, de gente llana y sincera, de gente trabajadora que transita desde la hora prima con la aurora y hasta el atardecer, para reunirse una vez finalizada la jornada en los mentideros, a contar u oír anécdotas del vivir cotidiano o lo que es lo mismo, de la propia vida que se ha recorrido.
 
Es allí donde surge el saber popular, donde se aprende lo que no está escrito en los libros, donde el testimonio fiel firma compromiso de honorabilidad entre las personas con solo dar la palabra y estrechar las manos, donde se transmite la sabiduría consensuada por el paso del tiempo de generación en generación.
 
Efemérides:
No fue una casualidad, pero un día tal como hoy, hace ahora mismo 181 años, es decir el 26 de octubre de 1833, nace en Las Palmas de Gran Canaria Teófilo Martínez de Escobar y Luján. Realizó sus estudios en el Seminario Conciliar, donde finaliza su carrera eclesiástica, oficiando su primera misa en la Iglesia de San Agustín. Posteriormente se traslada a Sevilla, donde realiza con gran brillantez los estudios de Filosofía y Letras, ejerciendo como profesor en el colegio de San Fernando. En el año 1871 se traslada a La Habana (Cuba), en cuya universidad obtuvo la cátedra de Metafísica y Estética. Allí mismo crea un colegio que llevó por nombre “La Gran Antilla”, el cual abrió sus puertas en el año 1879, gozando de un gran prestigio y numeroso alumnado.
 
Ya en el año 1880, decide regresar a Gran Canaria, llegando a presidir el Museo Canario, a cuya institución donó su valiosa biblioteca. Se presenta en La Laguna a la canonjía, la cual obtiene con claridad, pero el entorno viciado por la envidia de sus coetáneos le acusaron de heterodoxo y aunque rebatió públicamente esas afirmaciones demostrando lo contrario y la falsedad de las mismas, renunció al cargo y logró seguidamente otra canonjía en la Catedral de Las Palmas de Gran Canaria. Esta última acción la realizó por amor propio, ya que, una vez obtenida, presentó su renuncia a la misma, a fin de dejar bien claro que no buscaba ningún tipo de prebendas. Enfermo se retira a su casa de la calle López Botas, donde fallece el día 21 de febrero de 1912.
 
Hoy se cumplen precisamente 151 años, de aquel 26 de octubre de 1863, día en el que en Inglaterra se establece la “The Football Association o FA”, que es el nombre asignado al máximo organismo del fútbol en el país y las dependencias de la Isla de Jersey, Guernsey y la Isla de Man. La FA es la asociación de fútbol más antigua del mundo, dirige todos los clubres profesionales de Inglaterra. La FA fue determinante en la formulación de las reglas del fútbol moderno y ocupa un lugar especial en la historia. Es miembro de la UEFA y de la FIFA, y ocupa un asiento permanente en el “International Football Association Board (IFAB)”. Al ser la primera federación nacional de fútbol de la historia, su influencia fue muy grande durante el primer periodo de expansión de este deporte, hasta el punto que a principios del siglo XX varias federaciones extranjeras, incluidas algunas sudamericanas, también fueron miembros de la FA.
 
Todo comienza cuando en el Reino Unido están comenzando a proliferar los clubes de fútbol, en la "Freemason's Tavern" de Londres, y hasta el 8 de diciembre, se comienza a gestar la Football Asociation, que regirá los destinos de este deporte basándose en una reglamentación anterior de Cambridge, introduciendo nuevas disposiciones referidas al balón, la dimensión del campo de juego, la sanción de faltas, las porterías, pero no se llega a un acuerdo en el número de jugadores. Habrá que esperar hasta 1891 para que se defina el número máximo de jugadores en once. Todos los clubes de fútbol profesional de Inglaterra deben ser miembros de la FA, la cual es responsable de las selecciones nacionales (masculina y femenina) de Inglaterra y es el órgano director de la Premier League. Cabe destacar su papel de apoyo al fútbol amateur, organizando el Sistema Nacional de Ligas.
 
Ahora, sentado sobre este instante y, contemplado el contraluz del amanecer en la Playa de La Garita, pienso una vez más en todo lo tratado en esta crónica de hoy, dejo fluir mi mente hacia esas partes que en cada cuestión haya podido vivir o conocer de oídas, partes de otras vivencias que de una forma u otra pasan a formar parte de mi existencia.
 
Es ahora cuando pienso en aquella mañana del 26 de septiembre de 2013, cuando leí en este periódico digital la fatal noticia del accidente que costó la vida a María Isidra Fleitas Cabrera. Recuerdo que en primera instancia, la noticia no aclaraba el nombre de la víctima y aunque preocupado por la fatalidad en sí, fue a media tarde cuando supe la identidad de la persona que había fallecido.
 
Desde la consternación, hice un examen o un repaso de las tantas veces que tuve la oportunidad de tratar a María Isidra, que no fueron pocas, ya que, me había tomado por algo así, como su secretario en las cuestiones que venía a tratar al Ayuntamiento, es una bella licencia que muchas personas se han tomado conmigo y de lo cual me siento orgulloso, además de práctico y que, “egoístamente” me ha dado la posibilidad de conocer y establecer una amistad llana y sincera con muchas de ellas.
 
No sé si será parte del servicio que como empleado público municipal estoy obligado a prestar o no, pero la verdad es que me ha satisfecho siempre por la positividad de las prestaciones y la sensación de profesionalidad al servicio público que me deja una agradable sensación, siempre a cambio de nada, sólo de una salutación o de expresiones cariñosas como la de “mi niño”, como María Isidra me solía interpelar.
 
Era gracioso el caso y además investido de un cariño especial, ya que, en gran medida las cuestiones que le traía al Ayuntamiento (por las cuales me buscaba), eran para solventar situaciones o temas referidos a otros vecinos que no tenía la movilidad necesaria o la decisión de personarse ante la Administración. Ella se convertía en su portavoz o gestora y siempre arrancaba la cuestión en contarme el tema que le traía y concluía diciendo: …”Bueno, ya que, voy pa´ Telde, pensé que de paso te lo comentaba por si se podía hacer algo”.
 
Una vez resuelta la cuestión, expresaba su agradecimiento efusivamente y luego me comentaba algo sobre mi padre (quien también tuvo la suerte de haber sido funcionario) y del cual, al parecer heredé la mencionada “secretaría”. Finalmente se despedía con un familiar beso y un…”Que Dios te lo pague mi niño, pórtate bien y hasta la próxima”.
 
Miro al horizonte y pienso que todas esas bellas personas que algún día dejan esta vida, seguramente para pasar a otra mejor, son los ejemplos o los modelos del trato humanitario que debiéramos copiar o imitar en nuestra existencia, máxime en esta época en la que la frialdad y el aislamiento de la malentendida “modernidad de los medios de comunicación”, hacen que nos cerremos al diálogo y perdamos el contacto personal con nuestros semejantes.
 
Concluyo pensando que desde allí, donde ahora se encuentre María Isidra, podrá seguir ayudando a otras tantas personas, haciendo gala de ese espíritu amable y servicial que siempre le caracterizó, aunque intentara también siempre, encubrirlo con un cuento o un chiste, maquillado como de costumbre con el humor propio de la socarronería que nos caracteriza a los que tenemos la suerte de haber nacido en esta bendita tierra.
 
Este último pensamiento lo tenemos también del edificio de la Ermita de San Antonio de Padua, emblemático edificio del barrio, que fuera construido a mediados del siglo XVII, por la familia Castillo Olivares, en las inmediaciones de su finca llamada “Las tres suertes”, abrigada por una robusta tapia almenada. Es la ermita una modesta edificación, con un estilo arquitectónico eminentemente isleño, en el que resalta un diminuto campanario sobre el lateral derecho de la fachada principal. Pasa el tiempo y con él nuestra propia existencia.
 
Damos por finalizada nuestra visita de hoy, guardamos en la gena todo lo positivo que hayamos podido tratar y, emprendemos una nueva caminata, esta vez con rumbo al Naciente, nos vamos a la Playa de La Garita, donde visitaremos la calle Madreselva, con el fin de saber algo más del lugar de su ubicación y sobre esta planta, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Cuídense mientras tanto.
 
Un cariñoso recuerdo a María Isidra Fleitas Cabrera y mi sincero agradecimiento por el ejemplo de vida servicial que nos dejó.
 
Sansofé.
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