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Viernes, 03 de Octubre de 2025

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Inicio de la calle Luis Morote (Foto Luis A. López Sosa) Inicio de la calle Luis Morote (Foto Luis A. López Sosa)

El político Luis Morote deja su impronta en Melenara

Una calle de esta zona costera recuerda al también escritor y periodista valenciano

cojeda Jueves, 09 de Octubre de 2014 Tiempo de lectura:

Nuestro paseo de hoy lo hacemos por el barrio de Melenara, donde vamos en busca de la calle Luis Morote, encontrando su inicio en la calle Américo Vespucio, desde donde parte con orientación de Poniente a Naciente y, tras recorrer unos 350 metros, aproximadamente, va a finalizar en el Muelle de Melenara, en un fondo de saco sin salida alguna al tráfico.
 
Al Norte linda con las calles Miramar y Newton, mientras que por el Sur linda con el Paseo Marítimo de los Marinos.
 
Esta nominación aparece por primera vez en el censo de población referido al 31 de diciembre de 1975 y, desde entonces pertenece al Callejero del Distrito 6º, Sección 3ª del Censo Municipal de Habitantes y Edificios.
 
Sinopsis de la nominación
Luis Morote y Greus, nace en Valencia, en el año 1862. Fue un escritor, periodista y político español perteneciente al Regeneracionismo. En 1876, con catorce años, Luis Morote recibe el grado de bachiller e ingresa en la Universidad, justo el año en que se crea la Institución Libre de Enseñanza. En la Universidad de Valencia asimiló el espíritu del Krausismo a través del círculo aglutinado en torno a E. Pérez Pujol, de quien Morote aprendió los conceptos krausistas del derecho y de la filosofía social de Ahrens.
 
Obtuvo el premio extraordinario de licenciatura. Fue el alumno aventajado que envió a Madrid a doctorarse con Francisco Giner de los Ríos y Azcárate. Morote cuenta su llegada a Madrid y el impacto de los maestros, sobre todo del gran pedagogo Francisco Giner de los Ríos. Se integra en el grupo selecto de alumnos de doctorado que lo acompañan.
 
Se doctora a los veinte años en derecho político de la mano de Gumersindo de Azcárate. La tesis inicia de modo brillante una posible carrera académica que se trunca en 1883 al no lograr ni la cátedra de derecho político ni la de administrativo, frente a Aniceto Sela y Adolfo Posada.
 
Morote se inicia en la actividad política en su Valencia natal, desde 1882 a 1889, ejerciendo la abogacía pero sobre todo el periodismo en “El Mercantil Valenciano”, diario de las clases medias enfrentadas a la oligarquía representada por el diario rival, “Las Provincias”. Desde “El Mercantil” los republicanos asumían la defensa de las clases trabajadoras y enconaron su pugna ideológica contra el sistema vigente a través del anticlericalismo: apedreaban el rosario de la aurora de la "chusma clerical", cada madrugada, al salir de la redacción.
 
Marchó en 1889 a Madrid, a trabajar en “El Liberal”, donde trabajaría la última década del siglo y la primera década del nuevo siglo en “Heraldo de Madrid”. Destacó como corresponsal en Jerez, cuando los sucesos de enero de 1892 y de reportero en los sucesos de Melilla, en Cabrerizas Altas, participando incluso en el combate, en octubre de 1893, cuando el general Margallo muere cercado por marroquíes.
 
En 1896 entrevistó en Roma a León XIII. Ese mismo año embarca para Cuba. Como autonomista convencido, se sitúa en la paradoja de bregar tanto contra los yanquis como a favor de la guerra contra los separatistas. “El Liberal” había bajado su tirada por ser autonomista, frente a “El Imparcial”. Enviaron a Morote con el propósito explícito de remontar las ventas, "para que se indemnizase de los quebrantos que venía padeciendo por su honrada campaña autonomista".
 
Su bomba informativa era entrevistar a Antonio Maceo, pero la muerte del guerrillero en Punta Brava obligó a cambiar el plan por Máximo Gómez, jefe de la revolución. Se infiltró en su campamento no sólo con fines periodísticos sino sobre todo con una tarea negociadora: llevaba cartas de los autonomistas de la isla. Gómez lo apresó por hacer "deshonrosas proposiciones de paz": el 14 de febrero de 1897, previo toque de La Marsellesa que emocionó a Morote, se celebra el correspondiente consejo de guerra, por delitos de espionaje y proposiciones de paz, y con datos en los 64 artículos escritos en “El Liberal” y las cartas de los autonomistas cubanos.
 
Absuelto en prueba de generosidad, se le deja libre con cartas para el gobierno español. Morote cambia de criterio y reconoce que son fuertes, y no insurrectos sino revolucionarios. El director del diario, Miguel Moya, dedica un extra a "La insurrección por dentro" el 22 de febrero de 1897 con un telegrama de dos mil palabras. El impacto del suplemento extraordinario logró el propósito: subieron las ventas. A su vuelta fue recibido como héroe del periodismo y con un aval para que al año siguiente el partido autonomista de Cuba lo aupase a diputado por la isla. No llegó a tomar posesión del acta de diputado, al consumarse la independencia. También colaboró en “El Mundo” de La Habana y en “La Nación” de Buenos Aires.
 
Al volver a Madrid se produce su compenetración política con José Canalejas y, desde 1899, es su estrecho colaborador y artífice de la línea ideológica del “Heraldo de Madrid”, al alimón con el director del mismo, el masón José Francos Rodríguez. Los tres eran diputados. En 1900 Morote realiza diversas publicaciones.
 
 
En plena guerra rusonipona viajó a Rusia y en dos meses de estancia atisba ya la incipiente revolución; entrevistó a León Tolstoy en Yasnia-Poliana y a Máximo Gorki en su refugio de Estonia y visitó a Dmitry Mérejkowski, cuya novela sobre Juliano el Apóstata “La muerte de los dioses”) había traducido el propio Morote e impreso en Valencia en 1901.
 
En 1907 se traslada a Portugal para asistir a la inmediata revolución. En sus largos artículos doctrinales ensalza la figura de los que consideraba los tres bastiones de la futura república, Bernardino Machado, Teófilo Braga y Guerra Junqueiro. En 1904 publicó el libro “Los frailes en España” con la intención de que el Congreso no apruebe el convenio firmado en 1904 con Roma. Pero quizá su libro más famoso sea “El pulso de España”.
 
Fue diputado republicano por Madrid en las Cortes de 1905 y 1907, intervino en la ley de Jurisdicción militar y en cada legislatura insistió en un proyecto para abolir la pena de muerte. En 1909 dirigió los diarios “La Mañana” y “La Noche” subtitulados como liberal-socialista y donde colaboraban entre otros Pérez Galdós, Luis Bello y Pablo Iglesias.
 
En 1910 recorrió las islas orientales de Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura, recogiendo sus impresiones en el libro “La tierra de los Guanartemes”, que se editó en París. Posteriormente fue diputado en la mayoría canalejista por el distrito de Las Palmas.
 
Falleció en Madrid, el 4 de mayo de 1913, cuando esperaba el estreno teatral de su amigo Paul Hervieu, que había traducido. Días antes había trabajado febrilmente contra el decreto que establecía la enseñanza en la escuela del catecismo. El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria dio su nombre a una calle de la ciudad y lo nombró hijo adoptivo, acordando atender la orfandad de sus hijos con una pensión de tres mil pesetas anuales durante cinco años.
 
Amigo político de Práxedes Mateo Sagasta, fue diputado a Cortes por Cuba, Madrid y también por Gran Canaria. De acuerdo con Perojo y con Alvarado y Saz intervino en el proyecto de Maura sobre la administración local. Muerto Perojo repentinamente en un escaño de las Cortes, defendiendo los intereses de Las Palmas, continuó Morote en la brecha, defendiendo y sacando adelante el tema de los puertos francos e independencia administrativa de las provincias de Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife.
 
Toponimia del lugar
Melenara, es una toponímia aborigen prehispánica, que nos habla de la existencia de un pequeño poblado de marinos en aquella sociedad isleña, que se encontraron los europeos en sus diferentes desembarcos en nuestras costas, como también los hubieron en la zona de Taliarte, según el testimonio abandonado y expoliado de los vestigios arqueológicos allí encontrados.
 
Melenara siempre fue una playa de pescadores, fue puerto de embarque y también lugar de veraneo.
 
Desde las primeras noticias que se tienen de Melenara, siempre ha habido unas referencias a la profesión de sus hombres, la pesca y la forma de vivir entorno a la misma. De sus aguas sacaron siempre el sustento de sus familias creando y desarrollando las vidas de sus componentes, y algunos incluso dejando sus vidas en el mar, como si de un justiprecio se tratara. Tenemos el testimonio de muchas familias con las que tenemos la suerte de compartir amistad (los Compalunes, los Guedes, los Aguiar, etc.)
 
También en sus aguas se vivieron heroicos episodios bélicos de resistencia a los piratas y bucaneros que intentaron el pillaje de nuestras costas durante gran parte del siglo XVII. Con anterioridad también, la Playa de Melenara fue escenario de sangrientas defensas de los aborígenes prehispánicos en diferentes intentos de desembarco de expediciones invasoras que pretendían la conquista de la isla, habida cuenta del remanso que ofrece su bahía.
 
Melenara fue puerto de embarque y desembarque de mercancías y de esclavos, cuando desde finales del siglo XV se impuso el comercio de la caña de azúcar y se hacía necesario enviar a los mercados europeos la producción o traer desde el continente africano, generalmente de Guinea Ecuatorial, la mano de obra de hombres de raza negra, en calidad de esclavos para trabajar en el cultivo y proceso industrial de las cañas mies. Le siguieron otros ciclos agrícolas como los de la vid y sus excelentes caldos, posteriormente el ciclo del plátano y también el del tomate, pero en las primeras décadas del siglo XX, un fuerte temporal destrozó el muelle y perdió el uso de embarcadero al no reunir las condiciones idóneas cediendo su hegemonía al Puerto de La Luz, en Las Palmas de Gran Canaria.
 
Fue también Melenara, lugar de veraneo de las familias pudientes y acomodadas de la Ciudad de Telde y de otras tantas que nos visitaban en la temporada veraniega. En los inicios del siglo XX, la evolución social que se vivía en Telde, propició que otras familias más humildes pudieran veranear o disfrutar de un día de playa en Melenara, en las casetas de madera que se elevaban sobre tubos de hormigón, bajo las cuales pasaba el agua en la pleamar de los rebozos.
 
Hoy Melenara, ha sufrido todo un proceso renovador urbanístico y son muchas las edificaciones de apartamentos que sirven de segunda vivienda o de residencia habitual, para muchos teldenses que se permiten este lujo por la proximidad y comodidad de los transportes y la evolución de la vida laboral que así lo posibilita, llegándose a convertir aquella pequeña barriada de casetas de madera o de piedra y cal en una pujante urbe, dotada de todos los servicios sociales y comerciales propios para que se constituya en una zona ideal y cómoda para vivir.
 
Efemérides
Un día tal como hoy, hace ahora mismo 552 años, de aquel 9 de octubre de 1462, el papa Pío II, en el año 11 de su Pontificado, envía al Obispo Illescas la bula " EX Regesto Bullarum Pio II, t. 1, fol. 68”, dictada dos años antes, animándolo en su labor de conversión a la fe católica de los isleños. Diego López de Illescas, al parecer era Clérigo secular, Deán de Rubicón y hermano del Doctor Illescas, quien a la par era Consejero de los Reyes Católicos, a quien además se supone Religioso de San Francisco. Bautizó al mencey de Güimar con el nombre de Juan de la Candelaria.
 
En su narrativa, Viera y Clavijo, al referirse a los hechos principales de la cristianización de las islas no conquistadas en que intervino D. Diego López de Illescas, destaca que de ello es prueba meritísima, entre otras, la laudatoria Bula que le dirigió el mismo Pío II en 9-X-1462, que a su vez transcribe textualmente. A la intervención de Diego López de Illesca, como mediador, se debe la permisividad de los aborígenes a permitir la construcción de la segunda Torre de Gando, a Diego de Herrera. No obstante, en el año 1468 presenta su renuncia al Obispado del Rubicón y el Papa Paulo II, le concede una pensión sobre su renta, retirándose a España, según Bula de 17-111-1468 (Ex Regesto Bullurum de Curia Pauli II, - tomo 1, fol. 142) 40.
 
Hoy se cumplen precisamente 104 años, de aquel 9 de octubre de 1910, fecha en la que en Portugal la revolución depone la monarquía e instaura la República, la cual será incapaz de solventar los problemas de este país inmerso en la conflictividad social, la corrupción y los enfrentamientos con la Iglesia, por lo que en 1926 dará paso a una dictadura que durará más de 45 años, presidida por Antonio de Oliveira Salazar, quien fue destituido en 1968. Vino a sustituirle Marcelo Caetano en la dirección del régimen. Cualquier intento de reforma política fue abortado debido a la propia inercia del régimen y al poder de su policía política, la Policía Internacional e de Defesa do Estado (PIDE hasta ser derrocada en 1974 de forma incruenta durante la "Revolución de los claveles" (en portugués: Revolução dos Cravos o, mucho más frecuentemente, 25 de Abril) es el nombre dado al levantamiento militar del 25 de abril de 1974 que provocó la caída en Portugal de la dictadura salazarista que dominaba el país desde 1926.
 
El fin de este régimen, conocido como Estado Novo, permitió que las últimas colonias portuguesas en el continente africano de Mozambique y Angola, lograran su independencia tras una larga guerra colonial contra la metrópoli y que Portugal mismo se convirtiera en un estado democrático de derecho liberal. La guerra colonial había generado conflictos entre la sociedad civil y la élite militar. Todo esto mientras el modelo económico propugnado por el régimen, basado en la autarquía y en la exportación de materias primas, acompañado por un débil desarrollo industrial y un fuerte mercantilismo en todos los sectores de la economía, hacía que Portugal permaneciera como el país más pobre de Europa Occidental y generara una fuerte emigración, principalmente hacia Estados Unidos, Canadá, Francia, Venezuela y Alemania Occidental.
 
Hay situaciones en la vida y hechos históricos que, de alguna forma, marcan tanto tu conducta en las actuaciones del futuro próximo, que te hacen sentirte inconformista y desde esa postura, rebelde o revolucionario con los sistemas sociales implantados a golpe de decretos, sin consulta alguna a la ciudadanía y que además, la defensa de estos sistemas, dado que van contra el criterio de la mayoría, se sostienen mediante el ejercicio de la fuerza de las armas y la imposición de criterios fiscalizados policialmente.
 
Por ese entonces éramos joven, no habíamos cumplido tan siquiera los 25 años, pero desde que el uso de razón se instauró en mi mente y comprendí que tenía derecho a vivir libremente y a expresarme de igual forma, fui tomando conciencia de ciertos ideales y formas de actuar de personajes del entonces, unos políticos y otros revolucionarios, entre los que podíamos contar a Ernesto Guevara de Laserna (El Ché), Víctor Jara, Joan Manuel Serrat o los amigos y tocayos Luis Pastor y Luis Morera.
 
Nuestra expresión de disconformidad pasaba por hacer generalmente casi todo lo contrario de lo dictado, de dejarnos crecer un poco el pelo, de no jurar fidelidades a banderas o estamentos gubernamentales y hacer nuestras las letras de las canciones de aquellos artistas que generalmente la censura oficial, tenía vedados o prohibidos.
 
Fueron impactantes las noticias del asesinato de Ernesto Guevara de Laserna, aquel 6 de octubre de 1967, con una clara intervención de la CIA norteamericana, hace ahora mismo 47 años, nos sorprendió con tan solo 17 años y creíamos que todo se iba al traste.
 
Posteriormente, seis años después, concretamente el 16 de septiembre de 1973, es asesinado el cantautor Víctor Jara, a manos de la dictadura chilena de Augusto Pinochet y nos dolió en el alma, porque tuvimos la suerte de conocerle en el Aeropuerto de Gando, en un vuelo que hacía escala, mientras interpretaba alegremente unos temas junto a sus compañeros.
 
La caída del régimen dictatorial salazarista y “La Revolución de los claveles”, en aquel 25 de abril de 1974, nos dio un atisbo de esperanza y nos impactó mucho la escena de aquella mujer y aquella niña, poniendo un clavel en el caño del fusil ante la sonrisa del militar que lo portaba (las imágenes fueron censuradas posteriormente por la dictadura franquista).
 
El final de estas situaciones de protestas, desconfianzas, disconformidades y revolucionarias, vividas en mis primeros 25 años, tal vez llegaran aquel 20 de noviembre de 1975, cuando se anuncia en televisión el fallecimiento del dictador Francisco Franco Bahamonde y explota en el alma la esperanza de consolidar un montón de realizaciones por las que habíamos luchado.
 
Nació el período de Transición y con cordura las aguas tomaron sus cauces hasta llevarnos a la Democracia en un Estado Constitucional, las calles se llenaban de manifestantes y el pueblo acudía libremente a las urnas.
 
Hoy veo impávido, como todos aquellos derechos sociales y laborales se me roban cada día y no puedo evitarlo, porque “la dictocracia”, esa dictadura de la mayoría o de la suma de varias minorías, es aplastante y ya, ya no tengo fuerzas ni ganas de luchar por nada.
 
Ya no hay referentes como los de aquella época que nos orienten en la lucha o nos encienda la luz de la esperanza, ya no creo en nada ni en nadie., me siento estafado por los que ostentan la oficialidad por la que luché.
 
 
Decidimos seguir nuestra andadura, no sin antes guardar en nuestra gena las cosas positivas que hemos tratado hoy, zarpando con rumbo de Poniente nos vamos al barrio de San Gregorio, donde visitaremos la calle Luján Pérez, para conocer algo más de esta zona y de este personaje del siglo XVIII, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto…cuídense.
 
Sansofé.
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