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Calle Los Caideros (Foto Luis A. López Sosa) Calle Los Caideros (Foto Luis A. López Sosa)

Los caideros se convierten en calle en Lomo Magullo

Es una toponimia muy usual en las islas porque se puede encontrar en cualquier municipio

cojeda Domingo, 10 de Agosto de 2014 Tiempo de lectura:

El paseo en esta fresca mañana, lo hacemos por el barrio del Lomo de Magullo, donde vamos en busca de la calle Los Caideros, cuyo inicio lo encontramos en la Carretera a Los Arenales, desde donde desciende vertiginosamente en un trazado de Sur a Norte y, tras recorrer unos 260 metros, aproximadamente, finaliza en un lugar sin salida, terrenos de cultivo que se asoman al Barranco del Lomo de Magullo.
 
Por el Naciente inda con la calle La Dama y al Poniente lo hace con la Carretera a Los Arenales.
 
Esta nominación aparece por primera vez en los documentos censales referidos al 31 de diciembre de 1990, pasando a formar parte, desde entonces, del Callejero Municipal del Distrito 4º, Sección 2ª del Censo de Habitantes y Edificios. Si bien lo fue como localización de un lugar y no como calle, que si lo es a partir del 28 de marzo de 1996, fecha en la que se aprueba la nominación por acuerdo plenario.
 
Esta calle es el producto de la evolución urbanística de la autoconstrucción y hasta hace unas tres décadas, figuraba exclusivamente con toponimia de un lugar.
 
Sinopsis de la nominación 
Los Caideros, es una toponimia muy usual en nuestras islas, se puede encontrar en cualquier municipio.
 
Por lo general define la configuración del terreno en el cual se localiza este vial, que inicialmente fue una serventía de tierra con una muy pronunciada pendiente que cae al barranco.
 
Con el paso del tiempo, en cada una de las cadenas de terreno existentes a ambos lados de esta serventía, se van edificando viviendas, aisladas unas de otras, sin medianería alguna para conformar un pequeño grupo de viviendas rurales.
 
Más tarde se procede al hormigonado del firme del vial y se hace posible el acceso de vehículos desde la Carretera que va a Los Arenales, hasta cada una de las viviendas allí ubicadas.
 
Fue por acuerdo plenario de fecha 28 de marzo de 1996, mediante el cual se da nombre de calle a este vial, al igual que se hace en varios barrios del municipio, a fin de atender a la necesidad de los vecinos de contar con una dirección postal concreta que identifique la localización de sus viviendas.
 
El crecimiento del censo de inmuebles, obliga a puntualizar estos detalles y aquellas toponimias que definían lugares inconcretos, pasan a dar nombre a las serventías o caminos que conducen a las nuevas viviendas, rescatando la toponimia en evitación que se pueda perder con el paso del tiempo al ser sustituida por una nominación.
 
En este lugar, hasta finales del siglo XIX, existieron diversos manantiales de aguas procedentes de las filtraciones desde la cumbre, pero que absurdamente, con motivo de la restructuración de las redes de captación y distribución de aguas, desaparecen y con ello se produce una cruel agresión al medioambiente, por su repercusión en la flora y la fauna del lugar.
 
Toponimia-antroponimia del lugar
La toponimia-antroponimia “Lomo de Magullo”, data desde finales del siglo XV, cuando tras finalizar la conquista de la isla, por parte del Gobernador Pedro de Vera, se procede al reparto de tierras y aguas entre los Capitanes que acudieron con hombres e intendencia a su costa, la soldada y posteriormente entre los colonos venidos de fuera.
 
Telde era una comarca de gran interés por la calidad de sus tierras, sus aguas y el clima casi estacionario. Aunque el gran beneficiado en el reparto de las tierras en la Vega de Telde fue Alonso Rodríguez de Palencia o Palenzuela, también existieron datas importantes a favor de Hernán García del Castillo y su hijo Cristóbal. Otros afamados beneficiarios fueron Alonso de Sorita, Alonso de Matos, Juan Inglés o Francisco de Carrión, entre otros.
 
Al parecer los terrenos situados en este lomo fueron adjudicados a alguien que se apellidaba Magullo, y como sucediera con las toponimias y antroponimias, los lugares tomaban el nombre de la configuración del terreno y el apellido de su propietario.
 
Es una zona muy fértil donde casi acaba el sector cumbrero, para dar origen al de medianías, donde el clima es menos extremo y la presencia del agua, convierten el paisaje en un verdadero sueño de hermosura. La espléndida Vega Mayor de Telde se originaba aquí y llegaba hasta el mismo litoral marino. Es un sector donde abundan los nacientes de agua y donde la tonalidad clásica del paisaje es el verde monte.
 
Si bien el ciclo agrícola de la caña de azúcar ocupaba gran parte del territorio teldense preferentemente en la zona de medianías hasta la costa, se piensa que el mismo pudiera haber llegado hasta la zona del Valle de los Nueve, siendo estas partes altas de cumbre destinadas desde el principio al pastoreo. Las mismas circunstancias se darán con el ciclo de cultivo de la vid, al fracasar el de la caña de azúcar, que aunque se rochan nuevas tierras, todas ellas lo son en medianías donde el clima permite este cultivo con gran prosperidad.
 
Durante casi todo el siglo XVIII, las diversas plagas del cigarrón africano, la miseria y las epidemias de cólera morbo o el hambre canina, entre otras, hacen que a finales de esa centuria la población de disperse desde la zona del casco urbano hacia el exterior, promoviéndose nuevos asentamientos como El Tabaibal, Jinámar, Valle de Casares, Tara, Higuera Canaria o Los Arenales, entre otros, incluyéndose el de Lomo de Magullo. Estos asentamientos se consolidan por una población eminentemente agrícola-ganadera y antes de mediados del siglo XIX, ya se presentan como barrios o amplios caseríos con identidad propia.
 
Por la climatología en el lugar, los cultivos más usuales suelen ser el cultivo de la papa, el trigo, verduras y frutales variados, aparejados a los cuales se mantiene una exigua cabaña de ganado ovino, caprino, porcino o vacuno, definiéndose así la tipología de la familia del sector de extrarradio. Ahora precisamente, camino bajo la lluvia y todo el paisaje es limpio y fresco, como la mañana que tenemos la suerte de vivir en esta bendita tierra.
 
Efemérides
Hoy casualmente, se cumplen 1.023 años de aquel 10 de agosto del año 991, fecha en la que se da la Batalla de Maldón, que tuvo lugar cerca de Maldón, al lado del río Blackwater en Essex (Inglaterra), durante el reinado de Etelredo II “el Indeciso”. Los anglosajones, encabezados por Byrhtnoth, lucharon en contra de una invasión vikinga de origen noruego. La batalla terminó con la derrota de los anglosajones y el pago de un danegeld de diez mil libras romanas en plata (3300 kg), el primer ejemplo de tributo a cambio de paz pagado a los vikingos en Inglaterra. La “Crónica anglosajona” es la fuente contemporánea que ofrece luz sobre algunos aspectos del conflicto, entre ellos que fue Olaf Tryggvason quien lideró las hordas vikingas, entre 2000 y 4000 hombres.
 
Otra fuente, del siglo XII, Liber Eliensis, sugiere que Byrhtnoth solo disponía de algunos pocos hombres: «Él [Byrthnot] nunca le preocupó el pequeño número de sus hombres, tampoco se amedrentó por la multitud del enemigo». El poema de 325 versos “La Batalla de Maldon” (Battle of Maldon) o, simplemente, Maldon constituye, junto a la Batalla de Brunanburh y la Batalla de Finnsburh, el trío sobre batallas en las que se canta a los guerreros, la lucha y la gloria en la batalla, representando en este sentido el reflejo más directo de esta ideología sobre el heroísmo guerrero propia de los pueblos germánicos. Maldon celebra el enfrentamiento en el que cayeron el eorl Býrhtnod de Essex y sus hombres frente a una partida de vikingos daneses en 991. Debió escribirse poco después de la batalla. Se considera que es uno de los mejores, pero faltan tanto el principio como el final y el único manuscrito en el que se conservaba resultó destruido por el fuego en 1731.
 
Un día tal como hoy, hace ahora mismo 121 años, es decir el 10 de agosto de 1893, nace en Las Palmas de Gran Canaria el paleógrafo, bibliógrafo y académico español Agustín Millares Carló. Sus padres fueron Agustín Millares Cubas y Dolores Carló Medina y fue el tercero de una familia de seis hermanos. Por tanto, hijo y sobrino respectivamente de Agustín y Luis Millares Cubas, conocidos como los Hermanos Millares –dramaturgos y narradores integrados en el modernismo canario junto con Alonso Quesada y Tomás Morales–, y hermano del poeta posmodernista Juan Millares Carlo. Junto a su padre y al contacto con el Archivo de Protocolos de Las Palmas germinó su vocación archivística y paleográfica. En 1915 ganó por oposición la Cátedra de latín en el Ateneo de Madrid. Al año siguiente es nombrado catedrático de Latín en el Instituto General y Técnico de Las Palmas de Gran Canaria. 
 
En 1921 tomó posesión de la Cátedra de la Universidad de Granada y en 1923 obtuvo la plaza de Conservador para el Archivo del Ayuntamiento de Madrid. Un año después fue nombrado director del Instituto de Filología de Buenos Aires. En 1926 llegó a la Cátedra de Paleografía de la Universidad Central de Madrid, cargo que compartió hasta 1936 con la docencia de Lengua Latina. En 1934 fue nombrado Académico de la Real Academia de la Historia. Acabada la Guerra Civil se exila a México y luego a Venezuela, continuando su labor docente universitaria. Su labor también fue reconocida en su tierra, distinguiéndosele en 1970 con el título de Hijo Predilecto de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. En 1976 fue investido "Doctor honoris causa" por la Universidad de La Laguna (Tenerife). A la muerte de Francisco Franco en 1975, regresa definitivamente a su ciudad natal donde será docente de Paleografía y Diplomática en el Centro Asociado de Las Palmas de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Falleció en Las palmas de GC el 8 de febrero de1980.
 
Contemplando la imagen de Hojstrup, en la península de Jutlantia, recordamos aquel día 6 de mayo de 2013, cuando hicimos un viaje a los Países Bajos, recorriendo Dinamarca, Holanda y Bélgica.
 
Era una fresquita mañana y aunque el cielo se despejaba por momentos, las nubes aparecían y la llovizna hacía acto de presencia. Viajábamos con los primos Ulla y Jens, grandes conocedores de su país y de la cultura implícita a la identidad que les tipifica.
 
Hojstrup se encuentra por la parte norte de la península de Jutlantia, a unos 40 kilómetros de Lokken, lugar donde habíamos pasado la noche, recuerdo que salimos temprano bajo aquella fina llovizna y el paisaje era, junto al ambiente, lo realmente típico de un viaje al lugar, con las zonas arboladas a ambos lados de las llanas y rectilíneas carreteras, las granjas, los molinos y el ganado vacuno pastando.
 
Todo era hermoso y disfruté haciendo paradas y sacando fotos. Incluso nos metimos en una pequeña y típica taberna para tomarnos unos cafés. Me gustó mucho el sitio, la tranquilidad de la gente y la reserva que ante el visitante exhiben los daneses, tiene que pasar algunos minutos para que se rompa el hielo, pero en definitiva no son muy dados a la conversación despreocupada como lo somos aquí.
 
Cuando llegamos a Hojstrup, me encontré con una amplia zona convertida en un yacimiento histórico de suma importancia. En el lugar se había celebrado un gran batalla entre los años 800 y 1050, y existían muchos enterramientos vikingos, en los cuales una piedra puesta de pie ocupaba el lugar de la cruz en las sepulturas cristianas. Jens nos comentó que dependiendo del tamaño de la piedra era la importancia del guerrero o personaje allí enterrado. Habían también sepulturas sobre tierra y grandes, en las cuales se habrían enterrado al guerrero con su familia o con todo su ajuar.
 
Habían más de 60 o 70 tumbas y el gran espacio estaba rodeado de pinos y abetos, entre los cuales se colaba de vez en cuando una tenue cortina de neblina muy fresca, poniendo el punto ideal en el ambiente, el cual me inspiró un gran respeto, no solo por el alto grado de conservación del mismo como Patrimonio Histórico, si no porque los detalles que lo conformaban, te trasladaban a esa época del primer milenio.
 
El primo Jens, nos fue leyendo cada una de las placas informativas que ocupaban los diferentes ambones que orientaban culturalmente la visita de cualquier persona, claro está, luego Inés me lo traducía para que me enterara sobre su contenido. Fue una visita muy provechosa cultural, turística y personalmente, llegando a la conclusión de que ha sido uno de los mejores viajes que hemos hecho.
 
Siempre fue medio enigmática la cultura de la civilización vikinga para los latinos, se nos presentó mayoritariamente como una evolución de pueblos medios bárbaros y salvajes, que mediante la navegación pusieron pie en casi todas las tierras del planeta, donde al parecer saqueaban y mataban a todo ser viviente. Nada más lejos de la realidad, ya que, la cultura de la construcción naval, la propia navegación, la actividad de salazón del pescado y otros tantos avances como la construcción de los habitáculos comunitarios, con unas crucetas en la cubierta muy semejantes, si no iguales a las actuales, fueron los testimonios de aquellos.
 
Una vez más, podemos comprobar que tanto la escritura de la historia, como la redacción de los libros de textos, son dirigidos en su momento por los vencedores o las autoridades gobernantes, siguiendo ideológicamente la senda del control mental de aquellos a los que van dirigidos los mismo. Ello me ha llevado siempre a una posición inconformista, desde la que no admito una sola versión y menos aún sin confrontarla con otros hechos silmilares o del momento.
 
Nos echamos la gena a la espalda, guardando en ella todo lo positivo que hayamos podido tratar en esta crónica e iniciamos una caminata hacia el Naciente, nos vamos a la Playa de Ojos de Garza, con el fin de visitar la calle Los Faroles, al objeto de saber algo más del lugar de ubicación de este vial y sobre esta nominación, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Cuídense mientras tanto.
 
Sansofé.
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