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Imagen retrospectiva de la playa de La Garita (Foto Fedac) Imagen retrospectiva de la playa de La Garita (Foto Fedac)

La Garita se pone lila

Una calle del núcleo costero toma el nombre del conocido arbusto

cojeda Domingo, 06 de Julio de 2014 Tiempo de lectura:

Hoy paseamos por el barrio de La Garita, donde vamos en busca de la calle Lila, encontrando su inicio en la calle Orquidea desde donde parte, con orientación Poniente-Naciente y, tras recorrer unos 180 metros, va a desembocar al Paseo Marítimo de Las Delicias.
 
Tiene paralela por el Norte la calle Estefanota y por el Sur lo hace con la calle Girasol. Esta nominación la encontramos por primera vez en el Censo Municipal de Habitantes y Edificios, referido al 31 de diciembre de 1970, si bien no se puede concretar exactamente la fecha de su aprobación, por carecer de documentación al respecto. Lo cierto es que desde entonces ha pasado a formar parte de Callejero del distrito 5º, sección 8ª, del mentado censo.
 
En cualquier caso, cumple con la recomendación de analogía contemplada en el Reglamento para la nominación de calles, plazas y lugares de domino público, refiriéndose al nombre de una planta como todos los viales del entorno.
 
Sinopsis de la nominación
Las lilas (Syringa) son un género botánico de cerca de 20 especies aceptadas - de las más de 100 descritas - de fanerógamas en la familia de olivos de las Oleaceae, nativas de Europa y Asia. Las lilas crecen desde grandes arbustos a pequeños árboles, de 2–10 m de altura. Las hojas son opuestas (ocasionalmente en grupos de tres), deciduos, y en la mayoría de las especies simples y acorazonadas, y pinnadas en pocas especies (e.g. S. laciniata, S. pinnatifolia).
 
Las flores se producen en primavera, cada una de cerca de 1 cm de diámetro, blanca, rosa pálido o más generalmente purpúreas, con cuatro pétalos; en largos panículas, y en varias especies con una fuerte fragancia. La floración arranca luego de 80–110 día grados.
 
Las lilas son populares arbustos en parques y jardines en zonas templadas. Además de las especies listadas abajo, varios híbridos y numerosos cultivares se han desarrollado. El término lila francesa que es común de usar para referirse a cultivares modernos de dobles flores, gracias al trabajo del prolífico mejorador Victor Lemoine.
 
Las lilas florecen en las ramas viejas, y producen más flores si no se poda. De podarse, la planta responde produciendo ramas vegetativas (chupones) de alta velocidad de crecimiento sin flores, en un intento de restaurar las ramas removidas; una lila podada produce pocas o ninguna flor por uno a cinco o más años, antes que la maduración del nuevo renoval sea suficiente para comenzar a florecer.
 
En cambio, las lilas no podadas florecen cada año. De todos modos, una poda criteriosa debería practicarse regularmente. Se hace correctamente después de finalizada la floración, antes que los nuevos pimpollos se formen.Crecen generalmente mejor en suelo ligeramente alcalino. Los arbustos pueden podarse para prevenir mildiu, causado por pobre circulación del aire.Las lilas purpúreas simbolizan primero amor y las lilas blancas: juventud e inocencia (ver lenguaje de las flores).
 
La madera de lila es de grano cerrado, de poros difusos, extremadamente dura y una de las más densas de Europa. El floema es típicamente cremoso y el duramen, tiene varias tonalidades de pardo y púrpura. Se la usa para catafalcos, instrumentos musicales, mangos de herramientas y cuchillos, etc.Al secarse, su madera tiende a curvarse, y generar angostas requebrajaduras. La madera de lila común es más dura que la de Syringa josikaea.
 
Syringa vulgaris es la flor del Estado de New Hampshire (Estados Unidos), debido a que "es símbolico para el carácter de los habitantes del Estado de Granito" (New Hampshire Revised Statute Annotated (RSA) 3:5). Etimológicamente, el nombre científico del género Syringa, viene derivado de syrinx (un tubo o pipa), refiriéndose al estado hueco de las ramas jóvenes de algunas especies.
 
Toponimia del lugar
Según extraemos del libro “Telde” del Dr. Hernández Benítez, esta toponimia se describe como: “La Garita.- Nombre de una playa llamada antiguamente “puerto de la madera”; este topónimo nos recuerda el lugar o garita en el que se hallaba el cobrador de los impuestos sobre las mercancías que entraban por aquel puerto.”
 
Desde los últimos años del siglo XV y hasta el último tercio del siglo XVI, en nuestra ciudad y en las islas en general se vivió el ciclo del cultivo, industrialización y exportación del azúcar. Pero esta actividad llegó a su fin por diversos motivos: no poder competir con la producción americana de las Antillas al ser de mayor calidad y menor coste su producción con una mano de obra casi esclava, la falta de madera para la combustión en el proceso industrial y la falta de agua, tanto para el riego como para la motricidad de los ingenios. Todo este proceso se realizaba a través de los puertos de Gando, Melenara o de La Garita (Puerto de La Madera).
 
Fue también por este Puerto de La Madera, por donde se embarcaba la madera que habría de alimentar las calderas de los barcos de vapor que se dirigían desde Europa a América o a África, en pleno siglo XIX, con gran incidencia en nuestros bosques, nuestra climatología y en definitiva sobre nuestro patrimonio medioambiental, sin que las autoridades nacionales o insulares lo impidieran.
 
En este puerto se encontraba una caseta o garita, al parecer similar a la de los fielatos, de planta hexagonal y realizada en madera, donde se ubicaba el funcionario de impuestos, quien cobraba los aranceles propios por la entrada de mercancías a la isla, amparados por la Ley de Puertos Francos, y cuya estancia duró hasta bien entrado el siglo XIX, cuando se inicia la centralización de estos servicios aduaneros en el Muelle de La Luz (Las Palmas de GC).
 
Este régimen económico data desde la época de los Reyes Católicos, quienes inteligentemente establecen los Puertos Francos para las islas que componen el Archipiélago Canario, a fin de favorecer o equilibrar la economía en las mismas ante el fenómeno del insularismo. Todo ello a pesar de las oposiciones de los vecinitos de enfrente que fueron capaces de instigar y anular el real decreto de creación del Puerto de La Luz, en el año 1817, y es que, el chicharro históricamente, es y ha sido un “pescao” de mala espina.
 
A finales de la década de 1950, este lugar estaba formado por cultivos de tomateros que llegaban hasta el propio límite marítimo-terrestre. Recordamos pasar por las polvorientas carreteras en medio de las empalizadas de cañas para irnos a la Punta de La Mareta a pescar, la expectación que nos suponía a la chiquillería el desconocimiento de zonas relativamente privadas y poco frecuentadas por lo difícil de su acceso.
 
Nos llamó siempre la atención el espectacular entramado de las salinas ubicadas en la Punta de La Mareta, por lo enigmático de su trazado, recordando en ella a Don Cesáreo Morales López, su último propietario. Ahora, ya todo ha pasado, ya todo ha cambiado y sólo nos quedan unas ruinas de aquellas salinas que nos siguen hablando de un pasado cuya historia y vida, acabaron hace poco menos de medio siglo.
 
Luego vino la evolución de la construcción y el fomento turístico, tras el declive de los cultivos del plátano y el tomate, después del abandono de la agricultura todo se urbanizó, todo se construyó, y todo... absolutamente todo cambió.
 
Efemérides
Hoy precisamente se cumplen 478 años, de aquel 6 de julio de 1536, fecha en la que fue decapitado el humanista Thomas Moure, pese a las peticiones de indulgencia de diversos dirigentes europeos como el Papa o el emperador Carlos V, quien veía en él al mejor pensador del momento, presionaron para que se le perdonara la vida y se la conmutara por cadena perpetua o destierro, pero el rey Enrique III de Inglaterra, mandó juzgarle y en juicio sumario, fue acusado de alta traición y condenado a muerte. Está enterrado en una bóveda subterránea anexa a la Capilla católica de San Pedro de Vincula, que se encuentra en la Torre de Londres.
 
El Rey Enrique VIII se enemistó con Tomás Moro debido a las desavenencias surgidas en torno a la validez de su matrimonio con su esposa Catalina de Aragón que Tomás, como Canciller, apoyaba. Enrique VIII había pedido al Papa la concesión de la nulidad de su matrimonio con Catalina de Aragón y la negativa de éste supuso la ruptura de Inglaterra con la Iglesia de Roma y el nombramiento del rey como cabeza de la Iglesia de Inglaterra. El rey insistió en obtener la nulidad de su matrimonio a fin de poder casarse nuevamente para conseguir su deseo de tener un hijo varón, que Catalina de Aragón no podía ya darle.
 
La nulidad hubiese borrado la infidelidad y le hubiera permitido un matrimonio válido a los ojos de la Iglesia católica, legitimando los hijos que pudiera tener de su matrimonio con Ana Bolena y todo hubiese quedado en un asunto intrascendente. Las sucesivas negativas de Tomás Moro a aceptar algunos de los deseos del rey acabaron por provocar el rencor de Enrique VIII, que acabó encarcelando a Tomás Moro en la Torre de Londres, tras la negativa de éste a pronunciar el juramento que reconocía a Enrique VIII como cabeza suprema de la Iglesia de Inglaterra, tras la ruptura con Roma.
 
También hoy precisamente, se cumplen 108 años de aquel 6 de Julio de 1906, día en el que se recibe en la isla de Gran Canaria la noticia de la designación de nuestro paisano Juan Alvarado y del Saz como ministro de Marina en el gobierno del general López Domínguez. Juan Alvarado y del Saz, nace en Agüimes (Las Palmas) el 23 de marzo de 1856 y fallece en Madrid en el año 1935. Abogado y político español, fue ministro de Marina, de Hacienda, de Gracia y Justicia y de Estado durante el reinado de Alfonso XIII .
 
Inició sus estudios en el Colegio de San Agustín de Las Palmas de Gran Canaria, para luego marchar a Madrid a estudiar y licenciarse en Derecho, iniciará su carrera política de la mano de Emilio Castelar, del que fue secretario particular, empezó a darse a conocer en los mítines políticos en favor de la desaparecida economía librecambista, en los que también se embarcaban las primeras estrellas oratorias de aquel tiempo: Moret y Echegaray, en el seno del Partido Posibilista, del que pasará, en 1893, a militar en el Partido Liberal.
 
 
Fue diputado a Cortes por Gran Canaria, con el apoyo del partido "posibilista'' de Ruano, Hurtado de Mendoza y Melián Alvarado. Pero el estar situado frente al partido de León y Castillo le dio poca vida en estas Islas. Castelar, su protector político, le apoyó entonces por un distrito aragonés, que defendió muy bien hasta que llegó al poder Miguel Primo de Rivera. Ya antes había dejado el republicanismo y se había afiliado al partido de Sagasta, así como sus amigos de Gran Canaria habían ingresado en las huestes de Don Fernando León y Castillo y luego fue Diputado por la provincia de Huesca, llegando a ser Vicepresidente del Congreso de los Diputados.
 
Hay momentos de la vida o lo que es lo mismo, de nuestra historia, que ya sean anteriores a nuestra existencia o aquellos que hayamos tenido la dicha de vivir, que de una forma u otra, engrosan parte de nuestra forma de ser, momentos que directa o indirectamente inciden en las características de lo que conforman nuestra existencia.
 
Cualquier situación que se haya dado y que se tenga como momento histórico, puede incidir en nuestra forma de ser o comportarnos, dependiendo en mayor o menor medida, del impacto que nos transmitan las circunstancias que se dieron en los mismos.
 
Cualquier hecho que hayamos podido vivir, aunque en el momento no le prestemos la atención debida, queda archivado en nuestro psiquis y en silencio va amoldando nuestra forma de reaccionar ante alguna situación, ya sea similar o totalmente distinta a la vivida, aunque reaccionemos posteriormente de forma automática, sin relacionar mentalmente el pasado con ese presente que se nos plantea en el momento.
 
Por eso mismo, el impacto de aquella visión de Las Salinas de la Punta de La Mareta, que se nos antojaba enigmática y que en el atardecer, con el ocaso en la cumbre, las figuras que se dibujaban en las sombras, nos imponían e incluso nos hacía tomar ciertas precauciones. Siempre pensé que fuera cosa de la infancia o de una juventud falta de experiencia, pero hoy, cuando contemplas las ruinas de aquel hermoso emporio y los bloques de viviendas que ocupan la mayor parte del espacio, se te queda una rara sensación entre mezclada de añoranza y perplejidad.
 
Leer sobre la entereza de hombres como Thomas Moure, al que su convicción y la fe, les llevaron a un cadalso en el cual tan siquiera, renunció a un humor sarcástico, en la seguridad de haber tomado el camino correcto que además le llevaría a un final deseado e idílico, le convierte sin más en uno de los tantos mártires que han yacido bajo el yugo de la ignorancia del dominio total de otro ser humano, que por si fuera poco, se creía el dios de la Iglesia Inglesa.
 
Mucho ha llovido después de eso y no podemos, por supuesto, considerar a todos los bretones de igual condición, hoy seguramente muchos para evitar cualquier desagravio serían capaces de jurar todo lo contrario a sus principios y enterrar sus convicciones, dejando de un lado cualquier otra consideración que le pueda dignificar y violando a conciencia la virtud de la entereza.
 
Muchos son los canarios que no saben nada sobre la vida de Juan Alvarado y del Saz, muchos incluso no saben que fue un ilustre paisano de la Villa de Agüimes, muchos no saben y otros tantos jamás sabrán la importancia que representó su intervención en la vida política del país y será a la larga un célebre ausente cuya memoria pasará al anonimato entre las páginas del libro de la ignorancia que se encuentra en la biblioteca de la incultura.
 
Muchos son los canarios, que es a quienes debieran importar, los que desconocen en total ignorancia que la construcción del edificio de la Comandancia de Marina de Las Palmas de Gran Canaria, se debe al periodo en el que Juan Alvarado era Ministro de la Marina y a su influencia en la construcción de tan emblemático inmueble. Muchos pasaran delante del edificio ubicado en la Plaza de La Feria, número 43, ignorando todos estos extremos y aunque no lo aprecie o no se quiera dar cuenta, la historia denunciará el vacío en su conocimiento.
 
Dejamos aquí nuestra visita de hoy, guardamos en nuestra gena todo lo positivo que hemos tratado y, encaminamos nuestros pasos hacia el Sur, nos vamos al otro lado de la Playa de La Garita, concretamente a la Urbanización Lomo de los Melones, donde visitaremos la calle de Limonero, al objeto de saber algo más del lugar de su ubicación y sobre este árbol frutal, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto…cuídense.
 
Sansofé.
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