Casas Nuevas disfruta del paisaje de Lanzarote

Hoy hemos ido a pasear al barrio de Casas Nuevas y allí vamos en busca de la calle Lanzarote, cuyo inicio lo encontramos en la calle San Venancio, desde la cual parte con orientación Poniente-Naciente y, tras recorrer unos 285 metros, aproximadamente, finaliza desembocando en la calle Tomás Alba Edisson.

 

Por su lado del Norte linda con la calle Fuerteventura y por el Sur lo hace con la calle El Hierro.

 

Esta nominación al igual que las del resto del barrio, aparecen por primera vez en los documentos censales referidos al 31 de diciembre de 1970.

 

Desde entonces ha pasado a formar parte del Callejero del distrito 6º, sección 6ª del Censo Municipal de de Habitantes y Edificaciones.

 

No se puede precisar la fecha exacta de aprobación de esta nominación, ya que, carecemos de documentos que lo pueda atestiguar, pero seguramente lo fue poco tiempo antes de la fecha anteriormente referida, durante la realización de los trabajos preliminares al mentado censo.

 

Lanzarote es una isla del Archipiélago Canario (España), en el océano Atlántico, que pertenece a la provincia de Las Palmas. Su capital es Arrecife.

 

El nombre de la isla procede del marino genovés Lanceloto Malocello, quien la visitó en el siglo XIV. Con 141.938 habitantes, Lanzarote es la tercera isla más poblada de Canarias, tras Tenerife y Gran Canaria. En el centro-suroeste de la isla se encuentra el Parque Nacional de Timanfaya, el cuál es una de las principales atracciones turísticas de Lanzarote.

 

Lanzarote es la más septentrional y oriental de las islas del archipiélago canario. Es conocida popularmente como "la isla de los volcanes", al identificarse con el manto volcánico que se extiende a lo largo de gran parte de su superficie debido a la gran actividad volcánica de principios del siglo XVIII.

 

La isla se encuentra a una distancia de 140 km. de la costa noroccidental africana y a 1000 del punto más cercano del continente europeo, el sur de la Península ibérica. Su punto más septentrional es el cabo o Punta Fariones, y el más meridional, Punta del Papagayo.

 

Su clima es subtropical con escasas precipitaciones. Tiene una superficie de 845,93 km² y una población de 141.938 habitantes (INE, enero de 2009). Consta de siete municipios de los cuales el más poblado es Arrecife, capital insular. Al norte de la isla se encuentran los islotes e islas menores de Alegranza, La Graciosa, Montaña Clara, Roque del Este y Roque del Oeste, que forman el Archipiélago Chinijo, administrativamente dependiente de Lanzarote.

 

Las Peñas del Chache, situado en Haría, con 671 m de altitud, es el pico más elevado de la isla. Lanzarote fue declarada en 1993 “Reserva de la Biosfera” por la Unesco. Además, la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos recoge en esta isla un total de 13 entornos naturales, que suponen más del 40% del territorio insular, entre los que destaca el Parque Nacional de Timanfaya.

 

Dedicada en el pasado fundamentalmente a la agricultura y la pesca en el banco pesquero canario-sahariano, en la actualidad la economía de la isla gira en torno al sector servicios, fundamentalmente a la potente industria turística. A esta actividad comienza a añadírsele la viticultura, de importante peso en siglos anteriores y que se ha relanzado con la creación de la “Denominación de origen”, para los vinos de Lanzarote.

 

La isla cuenta con el Aeropuerto de Lanzarote-Guasimeta, en el municipio de San Bartolomé; así como con los puertos marítimos:Puerto de los Mármoles en el municipio de Arrecife, y el puerto de Playa Blanca en el municipio de Yaiza.

 

Cinco hitos geográficos marcan la morfología de Lanzarote, dotándola de una personalidad única y albergando cada uno de ellos paisajes diversos, de gran valor natural y geológico. Se trata de dos macizos montañosos de gran antigüedad, ubicados cada uno de ellos en el extremo norte y sur de la isla (Famara-Guatifay y Los Ajaches, respectivamente); dos áreas de vulcanismo más reciente, que conforman la zona de volcanes de Timanfaya, en el centro-sur, y el volcán y malpaís de La Corona, al norte; y, finalmente, una lengua de arenas de origen marino que atraviesa el centro de la isla, en el área conocida como El Jable. Estos cinco espacios, junto al conjunto de islotes del Archipiélago Chinijo, al norte de la isla, albergan la mayor parte de los encantos paisajísticos de la "isla de los volcanes".

 

Este paisaje enteramente volcánico nos ofrece una serie de atractivos lugares obras del artista lanzaroteño César Manrique (q.e.p.d.), que no solo ha conseguido unificar el urbanismo de la isla conjugando magistralmente la lava volcánica con el blanco de las paredes y el verde en la carpintería de puertas y ventanas, de forma generalizada, dando una estampa iconográfica al paisaje isleño.

 

Otras obras de destacado atractivo turístico en Lanzarote, también realizadas por César Manrique, son: Los Jameos del Agua, La Cueva de los Verdes, El Mirador del Río, El Museo de Cactus, El Monumento al Labrador, etc., donde el ingenio de este artista utiliza los tubos y bóvedas volcánicas para efectuar sus realizaciones, llevando a estos espacios la luz natural con magistral inventiva.

 

Además de la hermosura de los pueblos, en Lanzarote hemos de destacar lugares como “Las salinas del Janubio”, “El Charco Verde” o “El Golfo”, como creaciones propias de la naturaleza.

 

El nombre originario del sector que se encuentra hoy al Naciente de la Autovía GC-1 y que es conocido como Casas Nuevas, fue a hasta finales de la década de 1950 el de Valderrama, que era una antroponimia que hacía referencia al alférez Francisco Valderrama Palomeque, quien fue propietario de la gran finca que ocupaba el sitio hasta finales del siglo XVII.

 

Sobre la persona del Sr. Valderrama Palomeque no se tiene información alguna y todo circula en fundamentos hipotéticos tales como que fuera el heredero de algún beneficiario en los repartos de datas por parte de Pedro de Vera merced a la Cédula Real de 4 de febrero de 1480, tan sólo 200 años antes.

 

Pudiera ser también que su condición del alférez le sitúe en la posición del militar que habiendo hecho fortuna en los Países Bajos, se retire a la tranquilidad de las islas estableciéndose como un hacendado más, para ver pasivamente el desenlace histórico de la Guerra de los Treinta Años y los calamitosos reinados de los últimos austrias españoles Felipe IV y Carlos II, que aceleran el desmembramiento del Imperio Español.

 

Esta antroponimia de Valderrama, es sustituida popularmente por la toponimia de Casas Nuevas, que hace alusión a las nuevas edificaciones que se inician en el margen Naciente de la antigua Carretera al Sur (hoy GC-1) en el cruce con la Carretera a Melenara (hoy calle San Fernando).

 

Estas circunstancias se van produciendo paulatinamente desde la tercera década del siglo XX en las zonas adyacentes a los grandes cultivos de tomateros y plataneras y que, en la medida que transcurre el tiempo, van ampliándose hasta formar los actuales barrios como el que hoy visitamos y otros tales como Las Huesas, El Goro, Marpequeña o El Calero, aunque este fenómeno se acelera en la década de 1960, cuando la agricultura canaria se queda sin el mercado europeo y los terrenos de cultivo son urbanizados y destinados a la venta de solares y/o a la construcción de viviendas o locales, cambiándose la fisonomía de nuestro municipio en menos de una década y dejando la hermosura de la Vega Mayor de Telde, en tan solo un ensueño romántico del pasado, desgraciadamente.

 

Curiosamente hoy se cumplen 522 años, de aquel 17 de abril de 1492, fecha en la que se firman las denominadas históricamente “Capitulaciones de Santa Fe”, entre los Reyes Católicos y Cristóbal Colón. En ellas el navegante y descubridor pidió los títulos de Almirante Mayor de la Mar Oceana, Virrey y Gobernador General de las tierras que descubriera, el derecho de terna (presentación de tres nombres) en los nombramientos de regidores, el décimo o 10% de todas las mercancías que se negociaran en las Indias, derecho de exclusividad en los pleitos que surgieran por las mercadurías indianas, y de contribuir con un ocheno u octava parte (12,5%) de los gastos de armar naves comerciales, obteniendo entonces el mismo porcentaje de los beneficios. Los Reyes aceptaron todas las mercedes solicitadas, excepto el derecho de exclusividad en los pleitos, que dejaron pendiente de verificación.

 

Entregaron a Colón una serie de documentos para su comisión, tales como una carta de presentación (en latín) para los príncipes cristianos que pudiera encontrar, otra (también en latín) para el Gran Khan que reinaba en China, los privilegios pedidos por Colón (nombramientos de Almirante y Virrey), una merced del título de don, y cinco provisiones para la puesta en marcha de la expedición. Entre ellas figuraba un seguro para que pudieran enrolarse en la expedición quienes tuvieran delitos pendientes, así como una orden a los vecinos de Palos de la Frontera para que pusieran a disposición de Colón las dos carabelas que estaban obligados a pagar "por haber deservido". Esta última provisión explica en parte por qué se escogió Palos de la Frontera como punto de partida.

 

Dicha Villa estaba castigada por haber “deservido”, es decir, por no haber servido a los Reyes (no sabemos cuándo, pero posiblemente durante la guerra de Granada), a pagar dos carabelas al servicio de la Corona por el tiempo de un año. Para la expedición hacían falta tres, con lo que el problema se redujo a buscar la tercera. La provisión ordenaba a los paleños entregar a Colón las dos carabelas. Cristóbal Colón abandonó Granada el 12 de mayo. Pasó seguramente por Córdoba para dejar sus dos hijos al cuidado de doña Beatriz Enríquez de Arana y llegó a Palos el 22 del mismo mes. Allí presentó la provisión de castigo anteriormente citada, que se leyó el día 23 en la iglesia de San Jorge. Luego logró enrolar en la expedición a Martín Alonso Pinzón, el pescador rico de Palos, jefe de una gran familia y hombre de confianza para sus gentes.

 

También se cumplen hoy 162 años de aquel 17 de abril de 1852, fecha en la que en Las Palmas de Gran Canaria se celebraban los actos festivos con motivo de la reciente división provincial, sin que a nadie se le ocurriera pensar que por insistencia de los tinerfeños, la aludida división se llegaría a anular incomprensiblemente. Era tal el servilismo que se seguía desde Tenerife hacia la Corona Española, que gozaban en Madrid de todo crédito y confianza, siendo artífices de cualquier concesión gubernamental que se desarrolla luego en las islas con desigual equidad y con total injusticia hacia los grancanarios. El Gobierno de la Nación, por no mediar, no era capaz tan siquiera de comprobar los datos denunciados de manipulación y falsedad de los censos electorales que desde Tenerife se hacían en detrimento de la población de Gran Canaria.

 

Pues el día que hoy nos ocupa era de total jolgorio, el Gabinete Literario organizó un banquete con invitación a las delegaciones de Lanzarote, Fuerteventura, Telde, Gáldar, Guía y otros municipios de Gran Canaria, que previamente se habían sumado a los fastos. Ese día regresó de la península Cristóbal del Castillo, uno de los principales artífices de la división, siendo acompañado desde su casa al Gabinete Literario por una gran multitud precedida por una banda de música y el pendón de la conquista. A las nueve de la noche terminó el banquete, organizándose una procesión de los trescientos comensales, quienes, con el retrato de la reina al frente y portando cada uno un plato de comida, se dirigieron al hospital de San Martín para obsequiar a los enfermos del centro.

 

Fue tanto el uso y abuso que en el ejercicio de “la autoridad” se llevó a cabo desde Santa Cruz de Tenerife hacia Gran Canaria, que un constante desvalijamiento de la equidad en el reparto de los derechos, siquiera, en contrapartida elemental cual fue en circunstancias dramáticas como sucediera con la hambruna sufrida entre 1846-1847. La insensibilidad de las autoridades santacruceras llegó al paroxismo durante la terrible epidemia de cólera morbo asiático en 1851, época en la que las medidas tomadas desde el gobierno provincial fue someter a Gran Canaria a un aislamiento, interrumpiendo el comercio exterior mediante un bloqueo, a fin de favorecer el interés comercial tinerfeño, sin importar las víctimas, que en Las Palmas llegó a alcanzar un 20,4% de sus habitantes.

 

Desde los inicios de la década de 1970 hasta nuestros días, habré visitado a isla de Lanzarote una decena de veces y de allí conservo en mi alma buenos y grandes recuerdos. Ahora, mirando la foto del Museo del Cactus, recuerdo la admiración que sentí desde la primera vez que fui, en relación con las maravillosas obras de César Manrique, lo peculiarmente familiar de su estilo y la genialidad de combinar los elementos naturales con la luz de nuestros cielos. Tuve la suerte y el honor de tratarle en varias ocasiones y era una gran persona, recuerdo que me dijo que sus obras en acero corten, en exteriores, estaban vivas, ya que, envejecían cada día un poco más.

 

Tengo allí grandes amigos de esa hermosa familia que se crea entorno al folclore de nuestra tierra, gente como Ico Arrocha o recientemente Ciro Corujo Perdomo, de cuyas voces y coplas improvisadas, siempre he quedado maravillado, tanto por la calidad o la fuerza de sus voces, como por el sentimiento que inspiran sus letras. Fue una gozada estar en el restaurante del Monumento al Campesino, mirando a través de sus ventanas la explosión de luz y colorido del patio central y, al propio tiempo en la música de ambiente oír un timple entonar unas malagueñas y la voz de Ico Arrocha cantando a su tierra. Son esos irrepetibles y grandes placeres que la vida nos depara en este paraíso en el que tenemos la suerte de vivir.

 

También sentí algo especial en la última visita a Femé, era durante una tarde de verano, las calles solitarias y el calor, me trasladaron tanto a las escenas de la película “Mararía”, como al hermoso tema musical del amigo Pedro Guerra. Recuerdo ir a La Orotava a un asadero al que fui invitado por su cuñado, el también artista y compositor, mejor amigo y persona, Luis Pastor. En medio del grupo de amigos Pedro nos habló de ese hermoso tema musical e interpretó algunas partes del mismo, aunque estaba sin finalizar. El colofón de esa última visita a Lanzarote, fue contemplar un atardecer en “Las salinas de Janubio” y los reflejos del ocaso en los charcos de agua, vivencias que nos pertenecen muy particularmente como los sentimientos vividos en ellas.

 

Imagino, al propio tiempo las concesiones que interesadamente hicieron los Reyes Católicos a Cristóbal Colón al firmar las Capitulaciones de Santa Fe y, como de igual forma, sin encomendarse a Dios ni al diablo, las anularon años más tarde, después de todos los descubrimientos, después de todas esas nuevas tierras que conformaron el inicio de un gran imperio, mandando al traste todos los beneficios y garantes firmados con el genovés, al cual dejaron tirado en la más sombría pobreza, soledad y sin crédito alguno. Es el pago que suelen dar aquellos que ostentan dictatorialmente el poder sobre otros más humildes, de los cuales generalmente se aprovechan, aunque lo hayan hecho en nombre de Dios y se llamen a sí mismo Reyes Católicos.

 

El último pensamiento lo dedico a la mala hebra que siempre, históricamente, ha surgido en la forma de actuar de las autoridades tinerfeñas hacia el resto de las islas que conforman el Archipiélago Canario y, en especial hacia Gran Canaria. Bloquear el comercio de la isla en una época de calamidades, fue lo mismo que condenar a muerte a la población grancanaria, guiados por el único fin de favorecer los intereses económicos de la isla picuda. Estas actuaciones llegaron al extremo de que las autoridades de la Marina, embargaron de forma provisional, todos los motores de las embarcaciones existentes en Gran Canaria, para que no pudieran contravenir sus abusivas órdenes de aislamiento.

 

Algo más de lo mismo pasó con la negativa a otorgar las subvenciones para construir el muelle y carretera de acceso al Lazareto de Gando, el centro sanitario más moderno del país en aquel entonces y que gracias a la política chicharrera no se pudo poner en funcionamiento para los fines concebidos en la época más necesaria. Allá en cambio esas subvenciones se gastaban en construir alamedas y paseos, como si con ello fueran a ser alguna vez, más que los grancanarios, por eso mismo creo que les ha ido tan mal las cosas en sus obsesivos estados comparativos.

 

No tienen playas naturales que merezcan la pena aunque vendan a los turistas, mediante el engaño, las nuestras. No pudieron evitar la división provincial, que se consigue tarde o temprano, desde el 21 de septiembre de 1927, fecha de luto en chicharrilandia. No pudieron impedir tampoco la creación de una Universidad en Las Palmas de Gran Canaria, con lo cual se les acabó el chollo a más de uno de vivir del cuento y tuvieron que ponerse a trabajar. No han podido permanecer nunca tanto tiempo en la Primera División del Fútbol Español, como lo hizo la Unión Deportiva Las Palmas y podría seguir poniendo otros tantos comparativos, pero compararnos con “un pescado de mala espina” como es el chicharro, no nos llama la atención ni nos sirve de nada, somos grancanarios y luchamos por la defensa de la Región Canaria, allá ellos con sus complejos, nosotros no los tenemos aquí en “Gran Canaria”.

 

Damos por finalizado nuestro recorrido de hoy, guardamos los aspectos positivos de lo narrado en nuestra gena, la cual nos echamos a la espalda y emprendemos una caminata con rumbo de Poniente, nos vamos al barrio de Malpais, a fin de visitar allí la calle Laplace y conocer algo más del lugar de su ubicación y sobre este personaje del siglo XVIII, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto…cuídense.

 

Sansofé.