En esta fresca mañana, nos hemos ido al barrio de Marpequeña donde buscamos la calle La Habana, encontrando su inicio en la Plaza de Marpequeña, desde donde parte con orientación Poniente-Naciente y, tras recorrer unos 300 mts., aproximadamente, va finalizar en la calle Arístides Briand.
Tiene paralela por el Sur la calle Espíritu Santo y por el Norte la calle Galo Ponte.
Esta nominación aparece por primera vez en el Censo Municipal de Habitantes y Edificios referido al 31 de diciembre de 1970, si bien, su adopción pudo ser unos meses antes, durante los trabajos preliminares de confección de mentado censo.
En cualquier caso, desde entonces ha pasado a formar parte del Callejero Municipal del distrito 5º, sección 2ª.
Las edificaciones que nos encontramos en este lugar tienen una tipología variada, propia de la evolución urbanística iniciada en los años 50 hasta llegar a nuestros días.
Sinopsis de la nominación
La Habana es la ciudad capital de la República de Cuba, su ciudad más grande, principal puerto y centro económico-cultural. Es la sede oficial de los órganos superiores legislativo, ejecutivo y judicial del Estado, de todos los organismos centrales y de casi la totalidad de empresas y asociaciones de ámbito nacional. Además reúne la mayor cantidad de sucursales y casas matrices de las entidades extranjeras, radicadas en Cuba. Es también conocida por el nombre fundacional de Villa de San Cristóbal de La Habana, así como por los sobrenombres de Llave del Nuevo Mundo y de Ciudad de las Columnas (por el escritor cubano Alejo Carpentier).
Fue fundada el 16 de noviembre de 1519 por el conquistador español Diego Velázquez de Cuéllar. Su casco histórico ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, estando ubicada en la costa septentrional de la isla, a orillas del Estrecho de Florida, contando con un clima cálido y húmedo, regado por las corrientes térmicas de Florida.
Tiene una superficie aproximada a los 728,26 Km2., con una altitud sobre el nivel del mar de 5 metros. Alberga una población de unos 2.135.498 habitantes, lo que da una densidad de población aproximada de 2932.3 habitantes/Km2.
Aunque hay varias hipótesis del origen indígena de este nombre, la más aceptada lo deriva de un cacique taíno llamado Habaguanex, que controlaba la zona de su primer asentamiento. Otras versiones consideran que proviene de una corrupción de la palabra taína “sabana”, pronunciada en el dialecto de los arahuacos occidentales cubanos como "javana" o "jabana" la cual pasó al español actual con su significado original. Aparentemente así denominaban los aborígenes a la comarca del sur de La Habana y Matanzas, que es una gran llanura. Otra tesis menos probable plantea que viene de haven o gaven, que significa puerto o fondeadero en las lenguas germánicas. También se dice que proviene de la palabra aruaca “abana” que quería decir “ella está loca”; haciendo referencia a la leyenda de una india llamada Guara.
La Habana fue la sexta villa fundada por la Corona Española en la isla de Cuba, llamada San Cristóbal de La Habana, tal vez porque era el patrón de los navegantes, y La Habana, como toponímico indígena. En ese lugar, bajo una ceiba, se celebró la primera misa y el Cabildo recibió la guarda y custodia de los fueros y privilegios de la villa de La Habana, según costumbre y usanza de las leyes de Castilla. La columna conmemorativa fue erigida por el gobernador don Francisco Cagigal de la Vega en 1754, cuando la ceiba no pudo sostenerse más.
La Habana resurgió en varias ocasiones de los escombros y cenizas a que la reducían de cuando en cuando los piratas y corsarios franceses durante la primera mitad del siglo XVI, hasta que en 1561 la Corona dispone que la ciudad sea el lugar de concentración de las naves españolas procedentes de la colonias americanas antes de partir para la travesía del océano, por lo que se construyen defensas militares a la entrada de la bahía de La Habana y en sitios estratégicos y logran hacer de ella la ciudad mejor defendida del Nuevo Mundo. El día 20 de diciembre del año 1592, Felipe II confiere a La Habana el título de ciudad.
La Habana se fortifica durante el siglo XVII por mandato de los reyes que la suscriben como "Llave del Nuevo Mundo y Antemural de las Indias Occidentales". Al mismo tiempo, la ciudad se edifica con los materiales más abundantes de la isla: las maderas, que proporcionan a la arquitectura de la época un encanto peculiar en combinación con los estilos llegados de la Península Ibérica y, muy profusamente, de Canarias. Durante el siglo XVII la ciudad se engrandece con construcciones monumentales civiles y religiosas.
El siglo XIX se abre con la llegada a La Habana de Alexander von Humboldt, quien queda impresionado por la vitalidad del puerto habanero. En el año 1837 se inaugura el primer tramo de ferrocarril, de 51 km, entre La Habana y Güines, que se usa para el transporte de azúcar desde el valle de Güines hasta el puerto de la ciudad. Dicho tramo de 27,2 km se completó en el pueblo de Bejucal y al año siguiente la línea llegó hasta Güines. Con ello España se convierte en el quinto país del mundo en tener ferrocarril (ya que Cuba pertenecía por aquel entonces a España) y el primero de los de habla española y de Latinoamérica.
Hacia la década de 1850, el desarrollo de la industria azucarera, el ferrocarril, la industria tabacalera, entre otras, produjeron una pujante economía que llevó a Cuba a ser un país enormemente rico. En la década de 1860 Cuba era más rica que nunca, y La Habana fue el vivo reflejo de esta riqueza y prosperidad. En 1863, las murallas de la ciudad fueron derribadas para que pudiera ampliarse la urbe y construirse nuevos y espléndidos edificios. A finales del siglo XIX, las clases acomodadas se trasladaron al elegante barrio del Vedado, con sus numerosas quintas y palacetes.
A finales del siglo XIX, La Habana, después de dos guerras de independencia lanzadas por los patriotas cubanos, vive los últimos momentos de la colonización española en América, que se cierra definitivamente cuando el acorazado estadounidense Maine es hundido en su puerto, según últimas investigaciones accidentalmente, dando a los Estados Unidos el pretexto para invadir la isla. El cambio de siglo transcurre en La Habana, y por lo tanto en Cuba, bajo la ocupación y el gobierno de los Estados Unidos y el 20 de mayo de 1902, pasan los poderes del gobierno a manos cubanas, cuando simbólicamente se iza la enseña nacional, en el Castillo de los Tres Reyes del Morro, pero hasta 1959 la influencia de los Estados Unidos será constante y decisiva, sobre todo económicamente.
Bajo la influencia estadounidense, la ciudad creció y se enriqueció con numerosos edificios desde la década de 1930, cuando se construyen suntuosos hoteles, casinos y espléndidos clubes nocturnos. Por aquel entonces, el dinero de la mafia servía, por lo menos, para embellecer a la ciudad, conocida como la Gomorra de las Antillas debido a su vida nocturna Pero los barrios de barracas que rodeaban la ciudad se desarrollaban al mismo ritmo. La Habana se convirtió en capital del juego y de la corrupción.
Desde el triunfo de la Revolución en 1959 se hicieron grandes transformaciones sociales, principalmente en lo que afecta a la educación, la sanidad pública, los servicios, disminuyó drásticamente la construcción de viviendas sociales y edificios oficiales; por lo que respecta a la topografía de La Habana, se puede seguir describiendo de acuerdo a las mismas grandes áreas de 1958, aunque añadiendo alguna más.
Desde hace unos años, el centro histórico de la Ciudad de La Habana, declarado monumento nacional por el Gobierno Cubano en 1976 y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982, es objeto de restauraciones, realizadas por un equipo de historiadores y arquitectos dirigidos por la Oficina del Historiador de La Habana, Eusebio Leal, encargado de los trabajos de renovación. Desde enero del año 2011 dejó de ser la capital administrativa de la Provincia de La Habana, al quedar esta dividida en las provincias Artemisa y Mayabeque.
Toponimia del lugar
Marpequeña es una toponimia que data de finales del siglo XV, época en la que se inicia el ciclo agrícola del cultivo de la caña de azúcar en nuestro municipio y que toca su fin en el último tercio del siglo XVI.
La toponimia Marpequeña designa un lugar en la costa de Telde y que se corresponde con un puerto en el continente africano con ese mismo nombre. Entre estos dos puntos se producía el tráfico de esclavos africanos (1505) que eran utilizados para trabajar la caña de azúcar, ya fuera en los cultivos o en los ingenios, en otros casos para la venta en el mercado peninsular.
En nuestro municipio se construyen varios ingenios de moler caña de azúcar por Alonso Rodríguez de Palencia o Palenzuela, quien en los inicios del siglo XVI vende éstos a Cristóbal García del Castillo, Alonso de Matos y Gonzalo de Jaraquemada, los cuales estaban situados en San José de Las Longueras, San Juan y Los Llanos, respectivamente.
El hacendado Cristóbal García del Castillo y posteriormente su hijo Hernán, fueron de aquellos que disponían de flota propia para la exportación de los productos derivados de la explotación de la caña de azúcar. Lo que nos hace pensar que fuera también de los que aprovechando las embarcaciones de las que eran propietarios, realizaran el comercio de esclavos, que por aquel entonces contaba con la licencia de las autoridades civiles y la bendición de las eclesiásticas, todo en nombre de la Corona de Castilla y para gloria de Dios Nuestro Señor, como se solía pregonar por aquel entonces para justificar la infamia.
Todo el sector estaba ocupado de extensas plantaciones de tomateros, los cuales llegaban por la parte Norte hasta Bocabarranco, por el Sur lindaban con el Barranco de Hoya del Pozo, al Naciente se encontraba la antigua Carretera al Sur (hoy Autovía GC-1) y por el Naciente lindaban con el Camino del Conde, que consistía en una pista de tierra que recorría todo el litoral marítimo de Norte a Sur, y que separaba estos cultivos del acantilado o de las playas.
Fue a principios de la década de 1.960 cuando en el entorno de aquellos cultivos, los aparceros empiezan a adquirir sus parcelas en las cuales, mediante el sistema de autoconstrucción, van levantando sus viviendas. Surgen esporádicas parcelaciones, sin la dotación de los servicios mínimos de infraestructuras y con unas alineaciones más que dudosas. La estampa típica de estos lugares eran calles sin asfaltar y sin aceras, no existía el alumbrado público y las edificaciones en su mayoría carecían de revestimiento y menos aún de pintura, tanto en sus fachada como en las medianerías.
Estas circunstancias se ven motivadas por la necesidad de que los aparceros residan cerca de las explotaciones agrícolas, abandonando el sistema de habitar en cuarterías o cuando no en chozas de piedra y madera. Esta población, procedente en su mayoría de la zona norte de la isla, va conformando un asentamiento que da origen a lo que hoy es el barrio en el que nos encontramos. Estos mismos casos se dieron en otros barrios como Montañeta del Calero, Casas Nuevas, Ojos de Garza o Las Huesas, todos ellos al margen de la Carretea General que iba al Sur de la isla.
El día 13 de enero de 1975, vivimos en el barrio de Marpequeña, una manifestación vecinal contra la inauguración de la obra de desdoblamiento de la Autovía GC-1, que por aquel tiempo eran dos carriles en cada sentido y para cuyo acto vino el entonces Ministro de Obras Públicas Excmo. Sr. Don Manuel González y Roldán, obra en la que no se contemplaba un paso peatonal a desnivel.
Esta Autovía se había cobrado ya la vida de varios vecinos del municipio y concretamente en este barrio, lo que propició que el personal de los almacenes de tomates de Don Marcelo Báez, mayoritariamente mujeres, se manifestaran interrumpiendo el paso de la comitiva oficial, a pesar de la presencia policial, circunstancias que provocaron la intervención brutal de la Guardia Civil y la propia Policía Armada, repartiendo sendas invitaciones al orden por ellos establecido. Estábamos en plena época de la dictadura franquista y estas manifestaciones eran inconcebibles. Hoy, en la Plaza del barrio existe una placa conmemorativa de tal fecha.
Efemérides
Un día tal como hoy, hace ahora mismo 468 años, es decir el 19 de enero de 1545, fallece en la ciudad de Telde, fray Alonso Ruiz de Virués. Su cadáver fue traslado solemnemente a Las Palmas de Gran Canaria y enterrado en la Catedral de Canarias junto a sus antecesores Bartolomé Torres y Joaquín Herrera. El prelado se había trasladado a nuestra ciudad para descansar un poco y tratar de recuperar su quebradiza salud, respirando los aíres limpios de la Vega de Telde, que por aquel entonces lucía sus mejores galas de frondosidad con las grandes plantaciones de caña de azúcar y frutales tropicales, una vega rica en agua y de gente tranquila.
Anteriormente, en el año 521, tras la excomunión de Lutero, se inicia un siglo de sangrientos conflictos religiosos en gran parte de Europa y los Tribunales de la Santa Inquisición adquieren mayor protagonismo y poder socio-religioso. Irremediablemente en Augsburgo se consolida la ruptura entre católicos y luteranos que emprenden caminos totalmente distintos entre sí. La Reforma de Lutero ha triunfado y también surge un realce económico en los Países Bajos, lo que conlleva la fundación de la llamada Nueva Bolsa de Amberes. Finalmente en el año 1539 se organiza la Compañía de Jesús y la Iglesia Católica, de la no de aquellos busca la Contrarreforma en el Concilio de Trento, que debatiría durante ocho largos años.
Alonso Ruiz, un gran teólogo en su momento y defendiendo las tesis de Erasmo, llegó a afirmar públicamente que muchos casados eran más puros que algunos célibes, lo que le acarreó graves problemas y serios enfrentamientos con la Inquisición, a los que despreciaba abiertamente. Fue procesado, recluido en un convento por dos años, con suspensión de licencia. La mediación del Emperador Carlos V ante el Papa Paulo III quien le absuelve el 29 de mayo de 1538, de todas las penas impuestas por el tribunal español y le nombra Obispo de Canarias. Realizó una gran labor renovadora en las islas en el corto período de siete años que vistió la mitra.
Sucedió que un día tal como hoy, hace ahora mismo 216 años, es decir el 19 de enero de 1798, nace en Montpellier (Francia), Auguste Comte, pensador, filósofo y sociólogo que ha sido considerado el padre del positivismo. Dese muy joven rompió con la tradición católica y monárquica de su familia y se orientó durante la época de la Restauración hacia el agnosticismo y las ideas revolucionarias. Desde el año 1817, se vinculó al quehacer del socialista Saint-Simon, para el cual llegó a trabajar en calidad de secretario hasta el año 1824, fecha en la se produce la ruptura de las relaciones. Descubierto bajo su influencia el problema social, Comte consagraría su esfuerzo a concebir un modo de resolverlo, cerrando la crisis abierta por la Revolución francesa y sus consecuencias.
Halló la respuesta en la ciencia, hacia la que estableció un verdadero culto: el conocimiento objetivo que proporciona la ciencia debía aplicarse a la ordenación de los asuntos políticos, económicos y sociales, superando las ideologías apoyadas en la imaginación, los intereses o los sentimientos. Contra la libertad de pensamiento, origen de la anarquía moral que atribuía a la Revolución, no oponía el dogma religioso o los principios de la tradición, sino la «ciencia positiva» que, al atenerse a los hechos tal como son, proporcionaba -según él- el único punto de apoyo sobre el que se podría edificar un futuro de «orden y progreso».
Contrario al individualismo y a la democracia, confiaba en un mundo regido por el saber, en el que productores y banqueros ejercerían una especie de dictadura. Tales ideas, fundamento del pensamiento positivista, tuvieron un gran éxito en los países occidentales desde mediados del siglo XIX, proporcionando un credo laico para el mundo del capitalismo liberal y de la industria triunfante. Sin embargo, Comte vivió una vida desgraciada: el exceso de trabajo le produjo problemas psiquiátricos, un intento de suicidio y el abandono de su mujer. Falleció finalmente en París el día 5 de septiembre de 1857.
Miro ahora a un punto indeterminado del horizonte, dejándome llevar por la irresponsabilidad de no empeñarme en buscar el lugar por donde nace el sol y, no porque carezca de importancia, sino porque sé que está ahí cada día, como estás tú, estoy yo y está aquel otro, hasta que nos llegue nuestras respectivas noches.
A pesar de la gran diferencia de comodidad y medios en general que pueden tener los cubanos, por ese sistema político estrangulado por la obsesiva presión estadounidense. Aunque la carencia de productos básicos sea totalmente latente con motivo de ese maligno embargo al que los yanquis someten al pueblo cubano, a pesar de ello, no puedes decir que no es todo un placer caminar por las calles de La Habana y contemplar esas joyas arquitectónicas, respirar el aíre del caribe y sentir en la sangre el movimiento que la música te impone a cada paso, en cada esquina, en cada patio de familia. Sufren, pero están libres de la dominación extranjera, han nacido en esta situación y la gran mayoría no echa en falta los lujos o excesos, que arropan los derroches que hacemos aquí. Un afectuoso y bello recuerdo para “el isleño” Ewin Vichot de Santa Clara.
No podemos enajenarnos de esa realidad, por el choque cultural que supone y, en el cual no sabemos quien puede tener más razón, si ellos con sus carencias o nosotros con nuestros excesos. Es un gran dilema, es difícil saber la respuesta correcta, tal vez habría que preguntarla a alguna persona de esas del continente africano que está a punto de morir de inhalación, bueno…tal vez no sepa a que nos referimos.
Nuestro personaje de la primera efemérides, Alonso Ruiz de Virués, no cabe la menor duda que fue una persona adelantada a su tiempo, que estaba por delante de lo que pensaban sus coetáneos religiosos, los cuales entendían al parecer que la palabra de Dios no se debía dar a los infieles o herejes, cuando en realidad eran ellos los que estaban necesitados de la misma y no el gremio de gente pudiente que la oían de forma figurativa y el pueblo llano que lo hacía por obligación social y evitar una acusación inquisitorial. Al parecer Alonso Ruiz, fue increpado en Telde por dar la palabra de Dios en medio de las chozas y barracones de Los Llanos de Jaraquemada a los esclavos negros y éste burlonamente respondió al Inquisidor: “Estaban sedientos de ella y del Amor de Dios”.
Esta claro que aquellos que pueden esgrimir una serie de virtudes tales como la humildad, la resignación, el amor, la comprensión, el respeto y la sensatez, son doblemente inteligentes a sus interlocutores, pudiendo con facilidad desvirtuar la acusación que se les pueda realizar respecto cualquier temática. Están seguros de lo que son y más aún de lo que han de contestar. Esta postura es inversamente incómoda para la mayoría y, por ello, no son reconocidos, pasando a engrosar esa larga nómina de personajes que han hecho la historia de forma anónima.
Guardamos en nuestra gena la parte positiva de lo relatado en esta crónica y nos la echamos a la espalda, emprendiendo una nueva caminata con rumbo Sur, nos dirigimos a la Playa de Melenara, donde visitaremos la calle La Luna, a fin de saber algo más del lugar de su ubicación y el satélite de nuestro planeta, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto cuídense.
Sansofé.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.48