El intento del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, de que el Consejo de Seguridad aprobase la ayuda humanitaria urgente e impusiera una tregua entre Israel y Palestina se fue al traste amén de Estados Unidos. El único voto en contra, con capacidad de veto, hace que los bombardeos prosigan en contra del pueblo palestino. La peor decisión de la Administración Biden. Y eso que es demócrata; ¿qué diferencia habría con Donald Trump?
La soledad del representante estadounidense en el Consejo de Seguridad, Robert Wood, votando en contra nos pone entre la espada y la pared: ¿para qué sirve entonces la ONU? Si el clamor internacional es el cese de las hostilidades perpetradas por el Gobierno de Benjamin Netanyahu, y la ONU no lo consigue, ¿qué nos queda por hacer? Y encima Israel ataca a António Guterres cuando este advierte de la matanza que están haciendo contra la población, especialmente niños.
La situación que vive la franja de Gaza es más que inhumana e insufrible. Es inconcebible que esté aconteciendo un genocidio contra el pueblo palestino sin que los demás puedan hacer nada porque Estados Unidos respalda a Israel en lo que está haciendo. ¿De qué vale que la Administración Biden pida templanza a Benjamin Netanyahu si este luego observa que la ONU no detiene sus malditas maniobras de venganza?
Evidentemente, todo esto acabará peor. Día que pase sin que la ONU obtenga la paz temporal, da alas a la desconstrucción de la arquitectura internacional que nació tras la Segunda Guerra Mundial. El valor de los derechos humanos decae ante los hechos consumados de Israel. El mismo Estados Unidos que en soledad impide la petición de la comunidad internacional nos recuerda que ya invadieron Irak violando la legalidad internacional. Si el Derecho Internacional es papel mojado, impera la guerra y la pujanza del más fuerte que solo nos llevará a un universo de competición entre Estados Unidos y China.
La decepción que causa la Administración Biden y la dejadez de la Unión Europea, que incluso cuenta con el entusiasmo de Ursula von der Leyen hacia Benjamin Netanyahu, solo permite el pavor y la tristeza. La presidenta de la Comisión Europea ha sido pasiva ante el dolor del pueblo palestino. La franja de Gaza es un campo de concentración al descubierto. Y está siendo narrado al instante gracias a las redes sociales, pero no podemos hacer nada porque el propio secretario general de la ONU es paralizado por Estados Unidos e Israel. Lamentable.
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