Si quieres cesar a alguien, césalo. Si no cuentas con esa persona, firma el decreto cuanto antes y listo. No tienes que fabricas relatos. Si acaso, apelas a la pérdida de confianza. Sin embargo, Juan Antonio Peña genera por sí mismo o acaso mal asesorado por su círculo más cercano, vaya usted a saber, una antesala de culpabilidad anticipatoria de aquel que será destituido del equipo de gobierno. No es que sean cesados, es que Juan Antonio Peña los envía al basurero político. Ocurrió con el exregidor Héctor Suárez y acontece ahora con la edila Pilar Mesa.
¿Cómo vas a invocar inacción de Pilar Mesa si te ha solicitado que la de
stituyas? Es decir, cuando todo el mundo desea seguir en la primera línea política al precio que sea, a veces con navajazos al compañero, la propia Pilar Mesa te insta a que la ceses. ¿A qué viene culpabilizar a la concejala de dejadez e irresponsabilidad? Es igualmente lo que aconteció con Héctor Suárez que para ser desterrado a la bancada de la oposición, desde Alcaldía expusieron una presunta trama de contratos interesados donde se mezclaba el dinero público. Vamos, corrupción de tomo y lomo. Aún Juan Antonio Peña (ni Ciuca) ha remitido a la Fiscalía las acusaciones vertidas contra Suárez ni tiene pinta que vaya a hacerlo. Esto no es serio. No se puede jugar con las personas y su credibilidad social de tal forma. La ciudadanía no es idiota.
En plena campaña electoral asistimos al intento de boicot de la presentación de la candidata de Nueva Canarias, Carmen Hernández, en el rincón de Plácido Fleitas. Protofascismo. Desde luego, y hasta donde sepamos todavía, no lo organizó directamente ninguna formación política de las que estaban entonces en la oposición, pero tampoco aquella manada con actitudes antidemocráticas brotó en la plaza de San Juan por ciencia infusa.
Cuando se traspasan límites en la vida pública, suceden cosas que luego revertirlas cuesta mucho. Ciuca judicializó la política en Telde cuando la primera edila era Carmen Hernández, ¿por qué Juan Antonio Peña desde que es alcalde no hace lo propio con Héctor Suárez? Obviamente, la pregunta se responde ‘per se’: vale embarrar la política como instrumentalización y degradación del adversario hasta que se alcanza el poder y después se impone una falsa calma. Es una doble vara de medir.
El episodio entre Juan Antonio Peña y Pilar Mesa, de haber persistido en el tiempo y desarrollarse en una empresa o en el ámbito de los empleados públicos, hubiese sido dirimido en un juzgado de lo Social. Las declaraciones de la concejala denuncian el ninguneo al que fue sometida por Peña. Se barrunta un desconcierto creciente en el mandato.


























Morgan | Viernes, 27 de Octubre de 2023 a las 21:30:00 horas
Os imaginais si la política fuese sin remuneración y solo fuese por vocación, qué politic@s serían quienes se presentaran y dijeran en sus repetitivos mítines: trabajaré para darle a mi pueblo lo mejor...bla,bla,bla? Quien será el guapito o la guapita que se atreva? OBRAS SON AMORES Y NO BUENAS RAZONES
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