Statistiche web
El tiempo - Tutiempo.net
695 692 764

Viernes, 07 de Noviembre de 2025

Actualizada Viernes, 07 de Noviembre de 2025 a las 08:27:58 horas

Caminando hacia la desmemoria (XLVIII)

La imagen a la que veneramos: el Santo Cristo de Telde

Reflexión del cronista oficial de Telde, Antonio María González Padrón, licenciado en Geografía e Historia

ANTONIO MARÍA GONZÁLEZ PADRÓN Jueves, 12 de Octubre de 2023 Tiempo de lectura: Actualizada Jueves, 12 de Octubre de 2023 a las 19:15:06 horas

Hace sólo unos días que tuvimos la oportunidad, un año más, de besar su Cruz. Puntual a su cita el 10 de septiembre, lo descendieron desde la hornacina del ático del Altar Mayor del Templo Basilical de San Juan Bautista hasta el presbiterio y de ahí, fue llevado yacente hasta el centro mismo del arco toral para junto a él, permanecer cerca de todos nosotros por espacio de doce jornadas, tiempo éste que separa su Bajada de su Subida, el pasado viernes día 22.

 

El Santo Cristo de Telde, que a lo largo de estos más de 500 años de estancia en la Iglesia Matriz teldense, ha[Img #972702] recibido devotamente el cariño y la admiración de creyentes y no creyentes, sigue siendo el icono indiscutible de la urbe. Los primeros ven en Él la excelsa imagen del Redentor, contenida en ese magnífico cuerpo modelado por gentes de otros lares y, los segundos, el bellísimo resultado de expertas trazas renacentistas. En estos largos siglos, las gentes de Telde, y los foráneos que hasta Él se acercan, lo invocan como Santo Cristo de Telde, Santo Cristo de las Misericordias y también como Santo Cristo de las Aguas. Mas, de forma íntima, los parroquianos de San Juan Bautista lo llaman sencillamente Santo Cristo del Altar Mayor y para el Vulgo claramente es El Amparo Del Navegante, Consuelo del Agricultor, de Telde la Joya y el Bien Mejor; como evocan cantando una y otra vez su himno. Composición musical ésta, que cuando se interpreta sin acompañamiento de voces, se convierte en el Himno de esta Ciudad y Municipio. Éste es obra del Rvdo. P. Leandro Medina, en cuanto a letra y la música es de Arturo Canalejas. La forma clamorosa de exaltación de la Fe en Jesús Crucificado se refleja en otro himno de más reciente factura, con letra y música del sacerdote don Francisco González González, quien lo tituló Canción al Santo Cristo de Telde, contando con la armonización y arreglos para banda de don Víctor Ureña Revuelta.  

 

Recurrimos de nuevo al Dr. D. Pedro Hernández Benítez, sacerdote, arqueólogo, historiador, Cronista Oficial de la ciudad y párroco, para desvelar algunas cuestiones de indudable valor histórico-artístico y sentimental. Don Pedro, que tan denodadamente trabajó por la Historia de nuestra ciudad, nos dejó una verdadera joya bibliográfica en su obra magna, titulada: Telde, sus valores: Arqueológicos, Históricos, Artísticos y Religiosos. Y, entre sus páginas, nos reseña todo lo por él investigado sobre esta imagen… la popular imagen de Jesús El Cristo. Carteándose con más de un especialista de Arte Colonial Mexicano, supo de la existencia de otros tantos contemplados, generación tras generación, en muchos lugares de aquel antiguo virreinato. En Canarias también hay otros similares, como por ejemplo el de los Llanos de Aridane (La Palma) o el del Museo de Piedra de la Villa de El Ingenio (Gran Canaria) … el Dr. Hernández Benítez comprobó fehacientemente que nuestro Cristo tuvo que llegar a Telde entre 1550 a 1555. El por qué lo explica dicho historiador local de la siguiente manera: Haciéndose con el libro de Visitas Pastorales de los Señores Obispos de Canarias en la parroquia teldense, se hace notar que de él nada se dice en el relato de la visita de 1550, cuestión ésta que cambia en la memoria realizada, tras la visita de 1555.

 

La imagen que hoy luce todo su esplendor, gracias a una magnífica restauración realizada por Pablo Amador y Carolina Besora, en 1990, siendo cura párroco el reverendo don Francisco González González, no siempre tuvo ese aspecto. Centuria tras centuria se fue deteriorando, sobre todo en sus pies y manos, por acción y gran celo que tenían los feligreses, que a base de besos, caricias y frotamientos de trozos de pan, flores y plantas medicinales, fueron restándole policromía. Que se sepa el Santo Cristo ha tenido dos restauraciones, una en los años 40 del pasado siglo XX, realizada por el artista plástico José Arencibia Gil (1914-1968), bajo la atenta supervisión de don Pedro Hernández Benítez. En ese momento, la Imagen tenía un serio problema de conservación, pues los xilófagos (carcoma) habían hecho colonia en su interior. La gravedad del asunto fue decisiva para la drástica intervención, en la que se le abrió un hueco a nivel del bajo cráneo, extensible a la parte superior del cuello, para así introducir en su interior hueco, granos de pimienta negra, tratamiento usual a la hora de luchar contra aquellos insectos dañinos. Después se volvió a colorear el trozo recortado, pegando sobre él hojas secas de platanera y dejando su aspecto exterior como si nada hubiese pasado.

 

De esta acción restauradora, nada supo la feligresía pues se hizo en el más absoluto de los secretos, estando presente el cura Párroco, su sobrino don Pedro Cabrera Hernández (quien oralmente nos lo transmitió) el susodicho artista Arencibia Gil y el sacristán de entonces. Éstos se dieron cita a puerta cerrada a las 22:00 horas y realizaron toda la operación hasta las 06:00 horas de la mañana del día siguiente.

 

Llegados a este punto, no desvelamos nada nuevo si decimos que don Pedro aprovechó la ocasión para analizar los diferentes pigmentos, viendo que éstos podían estar formado por elementos naturales. Guardándose para sí y por lo tanto no desvelando que la naturaleza de la sangre, del rostro, la herida del costado, las dos manos, rodillas y pies estaban compuestas por unas manchas poliformes delicadamente dispuestas y de más que presumible origen humano; aunque también se pudo comprobar que otras tantas, superpuestas a las anteriores, eran chorritos de sangre de origen animal, concretamente de ave. Estas últimas fueron limpiadas y suprimidas en la casi reciente restauración, que ya hemos mentado con anterioridad.

 

Don Pedro Hernández Benítez, en una de sus famosas y populares conferencias radiofónicas en Radio Catedral, reseñó cómo la Venerada Imagen fue hecha según técnica de los Indios Tarascos, habitantes éstos de Michoacán (México). Asimismo, aseveraba cómo don Vasco Vázquez de Quiroga (1470-1565) creó unas misiones, en las que supo valorar las técnicas artísticas indígenas. Investigaciones posteriores, han atribuido a Matías de la Cerda la obra artística en cuestión. Llegados a esa opinión por comparación, entre otras obras del mismo autor y la del Cristo de Telde.

 

Dicha técnica indígena utilizada en el Centro y Norteamérica (Recordar que el México actual con Canadá y los Estados Unidos, forman la parte Norte del Continente Americano), permitió realizar máscaras rituales de muy sencilla hechura. Para configurar la venerada Imagen de nuestro Cristo, se comenzó armando una cimbra o esqueleto de caña, que venía a soportar las diferentes capas de telas (trapos), papel y hojas vegetales debidamente mojadas en engrudo; después se le dotaba de una capa uniforme de algo parecido a la escayola o yeso y, sobre ella, se plasmaban los diferentes colores que daban naturaleza propia a la efigie. De tal forma y manera que, a pesar de su metro ochenta de estatura, no supera en peso los seis kilos y medio. Es, por lo tanto, un Cristo procesional fácil de ser transportado sobre andas, ya que lo que realmente pesa es el madero. Hoy y desde mitad del siglo XVIII, recubierto de plata de excelente ley.

 

El misterio de su llegada a Telde se ha explicado, generación tras generación, a manera de leyenda historiada, con muy pocas variantes en sus diversas versiones orales. Así, hay quien dice que, tras una fuerte tormenta, el Cristo llegó flotando sobre las aguas del mar, hasta la playa de Bocabarranco y que, a Él, como si un salvavidas se tratara, se aferraban varios hombres y mujeres de raza negra. Éstos, al arribar a las arenas negras de nuestro litoral, elevaron la Cruz sobre sí misma y al Cristo en ella, haciendo varias hogueras en torno a las que danzaban con muestras de alegría traducidas en grandes saltos y gritos. Desde una atalaya cercana, los divisó un pastor que por allí tenía pastando a su rebaño y, sin pensárselo dos veces, se llegó a la ciudad para informar de lo visto a las autoridades civiles, militares y religiosas, que de forma casi inmediata, montaron una pequeña expedición con hombres armados a fin de apresar a aquellas gentes venidas del océano y así recuperar la tan Sagrada Imagen.

 

Otra variante nos dice que el Santo Cristo flotó sobre las aguas, pero recubierto por maderas en forma de cajón y que, al llegar los teldenses al lugar, vieron con gran asombro que de la caja salían unos rayos de luz, tan evidentes como los del propio sol y queriendo averiguar la fuente de tal prodigio, abrieron la caja para encontrase en su interior con un bellísimo Cristo Crucificado.

 

Fuere como fuere, lo cierto es que el Santo Cristo vino a través del cauce del Barranco Real hasta la Iglesia Matriz de la ciudad. Dedicada ésta, como ya hemos dicho con anterioridad, a San Juan Bautista.

 

Según nos relatan las diferentes fuentes orales, la tradición mantiene que la urbe entera acudió a su llegada y, desde ese mismo momento, este Crucificado robó para siempre el corazón de los teldenses.

 

También contaban nuestros abuelos y así lo reseña el propio don Pedro Hernández Benítez que en varias ocasiones, se intentó llevarlo a Las Palmas de Gran Canaria, pero bien por la abundancia de lluvias o por lo que los animales que tiraban del carro no podían resistir el enorme cambio de peso, siempre hubo que devolverlo al actual Templo Basilical.

 

En el año 2000, año Jubilar, el Sr. Obispo de la Diócesis quiso celebrarlo de una manera muy especial: El Encuentro entre la Patrona de la Diócesis, Nuestra Señora del Pino y la Venerada Imagen del Santo Cristo de Telde. Y así marchó éste hacia la capital insular por la antigua carretera que nos une con ésta a través de Jinámar. Pero este Peregrinaje, a cuya llamada acudieron casi 14.000 personas, será motivo de otro artículo. Para aquellos que deseen saber el resto de la historia y no quieran esperar, pueden leer la obra del sacerdote don Francisco González González, que con toda suerte de detalles y un importante número de fotos, acerca con verdadera precisión todo lo acontecido en los ochenta días, entre el 12 de abril al 30 de junio, desde la salida del Cristo, hasta su regreso, momento crucial, en el que se le hace entrega del Bastón de Mando, reconociéndolo como Alcalde Honorario y Perpetuo de la Ciudad de Telde y su Municipio.

 

Sólo adelantamos que el Santo Cristo partió, desde la Basílica Menor de San Juan Bautista, en un trono especialmente concebido para su traslado, popularmente conocido como cristomóvil, realizado con gran maestría por el ebanista teldense Manuel (Manolín) Lorenzo, el mismo maestro que realizara todas las tallas decorativas del Salón de Plenos de Las Casas Consistoriales teldenses.

 

Desde principio de la década de los sesenta del pasado siglo XX, la Bajada sólo ha sido suprimida en los tres años que duró la epidemia del Covid-19. Hoy más que nunca, sigue vigente y es palpable la devoción al Santo Cristo del Altar Mayor o de Telde. Miles de personas se acercan, a través de los 365 días del año, a rogar Su Milagroso proceder.

Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.96

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

Quizás también te interese...

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.