
Esta semana nos deja la duda de qué sentido tenía permitir una sesión de investidura que se sabía de antemano que estaba destinada al fracaso. La única potencial virtud que podía ostentar era que activaba el reloj de los dos meses para la disolución automática de las Cortes Generales y la convocatoria de elecciones. Algo así ocurrió en 2016 cuando Mariano Rajoy rehusó el ofrecimiento del monarca y solo Pedro Sánchez fue el que encaró el trámite, para tranquilidad de la Casa Real. Este no era el caso ahora. Sánchez sí iba (y va) a arrostrar el objetivo de pedir la confianza parlamentaria.
La decisión de Felipe VI no acaba de entenderse. Menos aun cuando la Casa Real hizo alusión a la costumbre. En realidad, siendo conservadores, optaron por dar opción a las dos Españas, pero la primera (la de Alberto Núñez Feijóo) no tenía viabilidad ninguna y así ha quedado demostrado. Si acaso, ha permitido al gallego resistir dentro del PP por un tiempo, a la espera de qué hará Isabel Díaz Ayuso. Si la legislatura echa a andar y lo hace por el tiempo previsible, Feijóo no tiene el perfil de líder de la oposición que aguante cuatro años en la bancada aguardando por un segundo intento que a saber si le llegará o no.
A todas estas, Vox seguirá condicionando al PP. No hay forma desde el cuartel general de Génova de aunar a la ultraderecha con el PNV. Es decir, el PP está aislado. Y no parece que vaya a cambiar, incluso si llegase a absorber en su totalidad a la extrema derecha. El eco mediático de esta semana a son de la cita parlamentaria acabará por diluirse, y la soledad de Feijóo quedará patente. Los suyos pueden ser su peor enemigo, asoman las rivalidades internas. Ayuso otea el horizonte en aras de dar el salto estatal.
Puede Feijóo retornar a Galicia, como hizo Manuel Fraga tras fracasar varias veces en Madrid. No pudo con Adolfo Suárez ni con Felipe González. Está Feijóo metido en una ratonera, que es la del PP fruto de su política territorial, pero él puede salvarse retornando a la casilla de salida y quedarse gobernando en su tierra. Toca dejar que pasen unos meses y, si Sánchez permanece en La Moncloa, la cotización del gallego en Madrid bajará a marchas forzadas. Se marchitará por sí mismo.




























Olga Maria Rivero Santana | Domingo, 01 de Octubre de 2023 a las 13:34:27 horas
Fracaso está siendo éste sistema, donde "se usa" a los ciudadanos para ir a votar y luego se pasan por el forro (unos y otros) lo que el pueblo quiere. Son ellos, (la casta política,) los que se están cargando la Democracia, los que vuelven a poner, una y otra vez, en el abismo a toda una nación, dividiendo, enfrentando a unos contra otros. ¡Asco y vergüenza de política!
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