
Una cosa es lo que se dice antes del 23J y otra bien diferente lo que se declare después de la cita electoral, donde ya primará el enfriamiento sobre la poesía de la campaña cargada de emociones. El PP podrá ganar pero no tendrá mayoría absoluta. El sistema electoral es el que es y, a poco que se conozca, se detectan las delimitaciones estructurales del mismo diseñado jurídicamente. Prima electoral, especialmente en las circunscripciones pequeñas y medianas, al partido más votado y una Cámara Baja de escasa envergadura (350 diputados). El sistema electoral fue concebido por las élites del tardofranquismo. De la ley a la ley, como diría Torcuato Fernández-Miranda. ¿Recuerda? No hay nada más que añadir, señoría.
Ayer en el periódico ‘El Español’ Alberto Núñez Feijóo reconoció que Vox no es un buen socio y pedirá diálogo con los llamados barones del PSOE (lo poco que queda). Esta operación tendrá la bendición de la Casa Real. Felipe VI sabe perfectamente que la entrada del neofascismo en La Moncloa es una estocada sangrienta para la Segunda Restauración borbónica; ya en fase de crisis desde hace una década. Su hija tendría muy difícil llegar a reina. Y un Gobierno entre Feijóo y la extrema derecha este 2023 recordaría lo que aconteció justo hace un siglo: el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera mientras Alfonso XIII miraba hacia otro lado. Aquello fue la última etapa de la Primera Restauración borbónica. La Constitución de 1876 quedó en papel mojado tras la asonada militar.
Por tanto, lo que dijo Alberto Núñez Feijóo va en serio. Otra cosa es que tenga posibles. En todo caso, si vamos a este escenario implicaría cambios en Canarias y Extremadura. El PP tendría que facilitar una moción de censura contra Fernando Clavijo para que Ángel Víctor Torres sea presidente otra vez. O bien el propio Clavijo, con las prisas de que el PP traicione a CC en este contexto, ofrezca al aruquense la Vicepresidencia. Todo se abriría. Y esto sería así porque el tablero político canario viene determinado por lo que pase en Madrid. Y el sistema del 78, el de la Transición, está en fase de descomposición.
Alberto Núñez Feijóo el 23J no será José María Aznar en 1996 o Mariano Rajoy en 2011. Eso corresponde al mundo de ayer. Estamos en otra era. Una en la que el bipartidismo dinástico ya no maneja el destino político por sí mismo. Felipe VI lo sabe. En Madrid los grandes poderes lo saben. La crisis del sistema del 78 es la del PSOE, y la crisis del PSOE es la del sistema del 78. Son las dos caras de la misma moneda. Se retroalimentan. Sin el PSOE, y con el neofascismo en La Moncloa, Felipe VI tendría su reinado en serio peligro. Eso o vamos en España a un modelo autoritario al estilo turco. Vienen curvas.
























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