ASTICAN y la isla

Siempre he pensado que la ciudadanía canaria debería tener derecho a una visita anual al recinto portuario. El mismo explica, en silencio, discretamente, buena parte del desarrollo de Las Palmas de Gran Canaria y, por extensión, de la isla. Para lo bueno (generalmente) y para lo malo (pensemos en el tráfico de drogas o en las protestas portuarias cuya represión o efectos colaterales acabaron con vidas como la de Belén María). El puerto, en toda su extensión, es vital para Gran Canaria y el archipiélago. Y dentro del mismo Astilleros Canarios (ASTICAN) es imprescindible.

Germán Suárez Calvo es el presidente de ASTICAN, y su director ejecutivo. Es de trato afable, de buenos modales. Y los modales dicen mucho de la categoría de las personas, es mucho más que la tarjeta de presentación en sociedad. Es el saber comportarse, el valor del decoro. De momento, ha logrado que ASTICAN (que merece la pena rendirle una visita) no tenga conflicto social propio y, además, sea un puntal. Centrada en el mantenimiento y reparación de navíos de aquí o de aquellos que pasan por las islas, un punto geopolítico esencial, tan cerca del Sáhara Occidental y de la extracción de minerales y petróleo a lo largo de la costa africana, expande la marca.

Una marca que lideró su padre, Germán Suárez Domínguez, fallecido en 2019. Él tuvo su gran oportunidad cuando el Estado privatizó ASTICAN. No había llegado aún la época de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), estamos con el antiguo Instituto Nacional de Industria (INI). Y supo incluso sortear crisis para el Puerto de La Luz como fue la desaparición de la flota soviética, una dura pérdida. Aumentó el volumen de negocio y adaptarse a los tiempos sucesivos que es, a fin de cuentas, el principal reto de cualquier empresa que se precie. Natural de Utiaca (San Mateo) personificó uno de los referentes de esa generación empresarial que tuvo su punto álgido cuando casa el desarrollismo turístico del tardofranquismo con la consolidación de la democracia al amparo de la entrada de España en el espacio del mercado comunitario.

En ASTICAN, en el padre y el hijo, anida precisamente uno de los ejemplos principales en los que contrastar si los relevos empresariales en el marco familiar triunfan o retroceden. Germán Suárez Calvo mantiene el impulso. Y él, que tiene una querencia por las nuevas tecnologías, tuvo la habilidad de meterle el gusanillo al padre que, desde luego, enseguida quedó atrapado por lo digital.

Tanto que nos detenemos en el crecimiento y sostenibilidad del reto turístico en el sur de Gran Canaria, por mucho que esté sobre el tapete el debate, y con razón, sobre el arquetipo del todo incluido o las ganancias que se van fuera y no quedan en esta tierra, junto a la ciudad tenemos un polo de atracción de inversión que pasa por las decisiones que adopten empresas como ASTICAN. Un sector que requiere de mano de obra cualificada (recordemos que los trabajadores en los astilleros y la industria tienen mejores convenios colectivos que la hostelería) y que puede repercutir ingresos en la isla en distintas vertientes.