
Hoy más que nunca no debemos perder la memoria social y colectiva. El 28 de junio, celebramos el día del Orgullo lgtbiq, día de la diversidad en toda su expresión y esplendor. Esta fecha no debemos pasarla por alto, porque sobre aquellas cuestiones que dejamos pasar por alto, en la convicción de que la gente tiene memoria y recuerda lo importante, separando la paja del trigo, nos hemos damos cuenta a raíz de las últimas elecciones, que esa memoria social y colectiva tiene memoria de pez. De aquellas luchas, estos derechos y me viene a la memoria un meme del mundial de fútbol que circula nuevamente por las redes que dice - “Era un país tan pobre que gritaba más fuerte un gol que una injusticia”.
Dicen que el miedo es de cobardes si nos hace huir, si no le plantamos cara, si no exigimos no el tener privilegios, como algunos creen, sino que corrijan desigualdades, aunque seamos minoría. El reconocimiento a lo distinto, pero no por ello desiguales en derechos, en libertades, fortalecen a las sociedades que ve en ello fórmulas de integración y no de discriminación. Hay que plantar cara a quienes quieren volvernos a las cavernas, a esa ultraderecha y a sus cómplices necesarios, esa derechita cobarde y acomplejada.
Hemos soportado décadas de discursos de culpabilidad, de una homofobia interiorizada, de acusaciones desde los púlpitos, los estrados y las tribunas, años de armarización, por ese miedo que asumimos muchos y muchas durante años y años, de una negación al futuro, a nuestro futuro, al de nuestra familia, al de nuestros hijos e hijas, por esa perversa criminalización de estereotipos que se salen de la “norma”, o de lo que consideramos “normal”, por ese raro concepto acuñado por estudiosos de distintas disciplinas que tienen que ver con la psicología, psiquiatría o antropología, alienados más con creencias que con la esencia del ser humano, que han hecho de sus postulado dogmas.
Hay que acabar con los discursos de odio, que van calando en algunas personas y que, en los casos más extremos, provocan actos violentos de diverso tipo. El odio y la intolerancia no nos callarán. Hay que enfrentarse a los propios miedos, a quienes utilizan cualquier altavoz para propagar la justificación a estos hechos que atenta contra los derechos humanos. El alarmante crecimiento de agresiones a personas lgtbiq, pone de manifiesto la radicalización de los discursos y los efectos de estos sobre las personas. Los y las intolerantes quieren aprovecharse de nuestra tolerancia, de los mecanismos que la democracia ha puesto en sus manos para “curarnos”, para tirarnos a la papelera como todo aquello que no soportan, todo aquello que odian, su nacionalcatolicismo les define, son anti todos los derechos que hemos conquistado, quieren volver a la España en blanco y negro,
Tenemos que reflexionar como sociedad. No podemos seguir educando a nuestros hijos e hijas en el odio y el miedo a la diferencia. Este es un acto infame y cobarde. El odio en este caso, hacia hombres homosexuales o bisexuales es un dramático ejemplo del miedo con el que millones de personas pueden sentirse a la hora de expresar en libertad su propia sexualidad. El fanatismo y la intolerancia que han motivado los ataques a la misma esencia de los derechos humanos nos debe llevar a concienciar todavía más, de la necesidad de seguir trabajando para la igualdad real de los derechos.
Mucho se ha dicho sobre lo dañino que es todo tipo de discurso discriminatorio contra la población lgtbiq, pero es importante recordar que este discurso es dañino porque está respaldado por prejuicios, miedo y odio, que además siguen institucionalizados. El problema no está en las palabras, sino en que estas palabras se usan para difundir prejuicios violentos muy reales y muy populares. Y de nada sirve cancelar las palabras si se mantienen los prejuicios. Las cosas hay que llamarlas por su nombre, para que se reconozcan, para diferenciarlas, para reconocerlas, las agresiones a la población lgtbiq son delitos, atentan contra los derechos humanos y quienes lo hacen no deben representarnos.























Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.22