
El viento del sudeste ha empujado ese lunes hasta la playa de Salinetas una capa aceitosa de color verdoso y maloliente que los vecinos atribuyen a los restos de pienso que se utilizan para la alimentación de las lubinas y doradas criadas en las jaulas marinas cercanas.
Salinetas, lamentan estos vecinos enojados, “es la única en el mundo que tiene viveros justo en frente” y encima “el Gobierno de Canarias ha dado permiso para colocar más jaulas, en contra de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, que informó que los barcos que entran en el muelle de la Cinsa tienen problemas para maniobrar”.





























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