Un león que había llegado a la madurez emprendió la tarea de formar una manada y para ello buscó una hembra en la extensa llanura, de pronto, un soleado día, escuchó en la lejanía el rugir de una leona que le respondió que sí a su propuesta; pero cuando iba a su encuentro se topó de frente con una hiena que, ni corta ni perezosa, le cortó el paso.
El León le dijo: "Que se apartara", "Que tenía prisa por encontrarse con su compañera", más ésta se negó mientras le advertía que de insistir en su actitud llamaría a sus hermanas y le darían muerte. El rey de la selva soltó una fuerte carcajada y salió corriendo tras la hiena mientras ésta pedía socorro a su clan y minutos antes de que las nombradas con tanta fuerza llegaran el león le dio muerte a la más imprudente de ellas.
Llenas de rabia las apestosas hienas rodearon a aquel guerrero melenudo y otra de ellas le atacó por la espalda, pero veloz como el rayo el rey de la selva se dio la vuelta y de un certero zarpazo la mató, momento en el que todas se abalanzaron, a la vez, sobre él y entre mordidas y zarpazos, cuando todo presagiaba la muerte de aquel orgulloso león entró en la brega "lucha" la leona que había aceptado su propuesta matrimonial.
Aquella inesperada aparición equilibró las fuerzas enfrentadas y la pareja de leones expulsó de aquel territorio a tal pandilla de carroñeras y juntos, después de curar sus heridas, formaron una prolífica extirpe que perpetuó la memoria de su hazaña en el tiempo.
Nota del autor: Cuento inspirado en el dibujo de los leones.























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