Un par de libros

Si pertenece al club de los que no soportan los centros comerciales, menos por estas fechas, piense seriamente en rendir visita a una librería acogedora, urbana o de pueblo, donde recolectar los regalos pertinentes. Se ahorrará colas, disgustos, atascos y otros sinsabores. Y el regalo seguro que surte efecto; si la otra persona no estila leer, pues será una manera sutil de iniciarle en ese camino que, una vez que se comienza, ya no tiene vuelta atrás y te cambia la vida.

El libro en soporte papel ha resistido la Gran Recesión de 2008 y la pandemia. Que ya es decir. El libro es un sujeto heroico, incansable a los quebrantos del azar. Así como con los periódicos de papel se mantiene el debate a cuenta de los medios de comunicación digitales, en las librerías ese asunto está, por completo, cerrado. Triunfa el papel. Por tanto, una novela o un ensayo es un obsequio deseado. Entrar y salir a una librería, a una buena librería, de las de verdad, reconforta y calma el espíritu. Es medicina pura. Un hábito precioso a practicar durante todo el año. No solo en Navidad. Se edita y se reedita a machamartillo. Y hay una multitud de editoriales independientes que resisten y vencen al paso del almanaque.

Encima, leer otorga numerosas ventajas: amplía el vocabulario, ejerce la reflexión, te hace más crítico… Vamos, toda una inversión. A buen seguro, se editan más libros de los que el mercado demanda. Cabe pensar que aquellos títulos que no merecen la pena, acaban siendo soslayados bien por los consumidores o por el mero transcurso del tiempo. Por otro lado, hay auténticas joyas que, por desgracia, no se reeditan; solo cuando una institución pública toma la iniciativa.

Cerramos 2022 con la convicción de que las librerías tienen una larga vida por delante. Y eso que han tenido que sortear imprevistos de toda laya. Pero si han llegado hasta aquí, seguirán estando presentes entre nosotros como templos de la cultura y el entretenimiento. Los cines de las galerías comerciales, por ejemplo, es otro cantar. Pero las librerías siguen intactas ante su clientela habitual. Malo para aquellos municipios que no tengan un lugar donde ir a buscar las últimas novedades o hacer encargos.

En fin, pase de los mensajes de la sociedad de consumo. Evite los centros comerciales. Descanse. Y, si se tercia, vaya a una librería a cumplir con los regalos navideños. Le estará haciendo un favor a la otra persona y, de paso, a sí mismo. Si la sociedad lee en su conjunto, nos irá mejor a todos. No hay nada más reconfortante que ser sabedores de que los paisanos tienen inquietudes y afán por tener criterio propio. Leer y leer. Y leer prensa. Y ensayos y novelas. Leer para ser libres. No es poca cosa. Muchos se mueren sin saber que son esclavos sibilinos de la imposición caprichosa de las estructuras de poder. Servilismo ciudadano anestesiado por las tarjetas de crédito.