Torres y Sánchez

Ángel Víctor Torres sí quiso el Pacto de las Flores. Desde el primer momento, sin titubeos. Fue su predilección instantánea. Pedro Sánchez no hizo lo propio con Unidas Podemos. Jugó a repetir las elecciones. Uno y otro tuvieron que optar, que preferir, en 2019 ante la conformación de sus respectivos gobiernos tras haber resultado vencedores en las elecciones.

Ambos tienen la facultad, Torres amén del nuevo Estatuto de Autonomía de 2018, de disolver el Parlamento (o las Cortes Generales en Madrid) y convocar comicios adelantados. Es el botón nuclear que disponen solo ellos, nadie más. Un botón nuclear que, claro está, su poderío late en consonancia de si la realidad social y el abanico demoscópico acompañan o no al jefe del Ejecutivo de turno.

Si depende del aruquense, en 2023 reeditaría el Pacto de las Flores. Si estuviera al albur de Sánchez, la cuestión de la gobernabilidad en Madrid se complica en relación a Unidas Podemos o, para ser exactos, el espacio que entonces ostente la plataforma de Yolanda Díaz que, ciertamente, está tardando en reaccionar. En 2019 Ferraz no dispuso cortapisas a sus barones territoriales para que suscribieran los pactos autonómicos que estimasen oportunos. Sin embargo, hacerlo en el ámbito estatal era harina de otro costal. Sánchez pensó que el multipartidismo era un mal pasajero y que tan solo era cuestión de tiempo retornar al bipartidismo dinástico que fue hegemónico desde 1977 a 2015. Esto último no regresará.

Tras el varapalo andaluz, tanto Sánchez como Torres no tienen estímulos políticos para provocar un adelanto electoral. Me refiero a un adelanto significativo en el calendario. Y, por tanto, lo presumible es que el presidente canario prosiga en el cronograma de las comunidades autónomas del régimen común (las que accedieron al autogobierno por la vía del 143 de la Constitución) y se celebre la cita con las urnas el cuarto domingo de mayo del siguiente curso. Así pues, el tablero político donde discurrirá la competición electoral estará sujeto a las coordenadas y agenda de 2023.

Ahora bien, ¿qué factor nos resta para seguir atisbando potenciales pactos? Tan solo la evolución del sistema de partidos, que no es poca cosa. Sánchez necesitará, si acaso, de los nacionalismos periféricos más el espacio de la gallega. La gran coalición a la alemana entre el PSOE y el PP (con independencia del orden) siempre será una hipótesis que penda en la actualidad. En el caso de Torres su margen de maniobra será considerablemente más amplio que el de Sánchez. A la opción del PP se sumará la de CC y, cómo no, la repetición del Pacto de las Flores si se alcanzara la cifra mágica de los 36 escaños en el hemiciclo isleño. A buen seguro, CC redoblará la presión sobre el PSOE en los próximos meses; tanto aquí como en Madrid. Esto le servirá para postularse en el archipiélago como alternativa por encima de la posible ‘miniola’ que los populares tuvieran a su favor en 2023. Pero si está por ver el número de diputados que logre el PSOE en las islas, otro tanto le ocurre a CC. Puede darse, por ejemplo, que uno y otro retrocedan en escaños. Es un sudoku. Y habrá que estar pendientes de las carambolas de la aritmética parlamentaria, al igual que en 2019. Eso sí, el margen de Torres es superior al de Sánchez para continuar como presidente. Una baza que, de emplearla sabiamente, le dará ventaja frente a sus adversarios.