Delegado por bandera de obediencia

JOSÉ CARLOS MARTÍN

Esta vez no fue un policía local el que evitó el izado de la bandera canaria que se agita jubilosa en una de tantas fiestas populares del archipiélago. Esta vez no fue un mando de la policía del Estado, por orden de sus mandos, el que retiró el derecho a la libre expresión de un canario a portar la tricolor en una celebración deportiva.

Esta vez fue todo un delegado del gobierno español, usando toda la fuerza que da su ley y su interpretación sesgada de lo que son derechos fundamentales, el que vulneró una de las esencias de la democracia y ordenó, en connivencia con una justicia rápida que es eterna para los corruptos, que la bandera canaria no se iza (y punto) ni que lo acuerden en pleno y por mayoría instituciones democráticas canarias de primer nivel.

Para la bandera canaria, la tricolor de siete estrellas, sigue sin haber democracia en la Canarias que sigue demostrando con ello que es colonia. Aquí no había guerra de banderas, sino un exabrupto más de ese pensamiento único que cada vez recupera más manifestaciones del franquismo y nos sume en una dictablanda sin rechistar. Al parecer en las fachadas de nuestras instituciones si cabe la bandera Palestina, la saharahui y la transexual, pero no la canaria que más presencia tiene en las calles de su propia tierra. Intuyan cual es la razón.

El delegado del gobierno español en Canarias, con su obediencia debida, con su torpe interpretación de los hechos que en sí iban a darse, lejos de ganar crédito en Génova para ser sucesor de Soria, sólo ha demostrado al resto de la población y con hechos cuan evidente es que el PP es un partido sin cintura democrática, sin ninguna vocación de superar su triste pasado y peor presente.

Cumple con su deber el delegado, celoso él de una Constitución que sin embargo se pasa por el forro otros tantos derechos fundamentales pisoteados por la acción de su gobierno de partido único, más abstención técnica. Cumple con su deber el delegado, como aquellos gobernadores civiles del franquismo, dándole alas a una bandera tricolor que un día fue perseguida y reprimida y hoy, gracias a él, sabemos que sigue produciendo pavor a quienes no quieren que nada cambie en esta Canarias maltratada, ninguneada y expoliada por los de siempre, "necionalistos" incluidos.

La juez rápida y veloz que atendió al delegado y canalizó el terror que nuestros representantes tienen a quebrar eso de "con lealtad al rey, hacer y hacer guardar la constitución" que por imperativo juran o prometen, esa misma juez que dejó tirada a una activista saharahui más de treinta días en huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote, "para no disgustar a la dictadura marroquí", ha corrido en una tierra donde por el contrario innumerables casos de corrupción política del PP duermen el sueño de ...los sinvergúenzas.

Somos colonia y los seguiremos siendo, no sólo porque el Estado lo crea y quiera así, sino porque nuestros representantes a lo mejor no lo son tanto cuando de echar el resto se trata.

Sr. Hernández Bento, delegado por la gracia de Soria y por su obediencia debida: gracias por hacer que se caiga la venda de unos cuantos canarios más que aún pensaban que vivimos en democracia en esta colonia que aún es Canarias.

José Carlos Martín Puig es sociólogo.