Comenzamos un 8-M donde se quiere hacer destacar, que existen más cosas que nos separan, que las que nos unen. Pero no olvidemos que el feminismo es lo que marca la diferencia, y es la igualdad, y no solo por las mujeres que estamos, sino por todas aquellas que no están, que no conocemos. Por todas las mujeres del mundo, sobre todo, de aquellas que su lucha comienza por sobrevivir.
Lo que nos une como mujeres y sociedad es la desigualdad y la violencia que contra ellas se ejerce por el hecho de ser mujeres, en todas sus formas - violencia sexual, económica, física, psicológica, simbólica, matrimonios forzados, violencia obstetricia, mutilación genital femenina, prostitución y trata, violencia vicaria y tantas otras – y frente a ellas, los avances sociales y legislativos, y que ponen en el centro, los Derechos Humanos.
La gran mayoría de hombres y mujeres trabajan por lograr vencer la deshumanización salvaje, que invisibiliza la capacidad de una sociedad madura de acabar con las injusticias y generar las sinergias necesarias para seguir construyendo la igualdad, la libertad, la justicia, como valores superiores de nuestro estado de derecho. A veces es como si esto, que nos sustenta como sociedad, fuese un espejismo, porque cada día seguimos escuchando las noticias del asesinato de una nueva mujer, además delante de sus hijos e hijas, o incluso, con la muerte de alguno de sus hijos e hijas. Además, nos encontramos con las guerras silenciosas contra las mujeres como, en Afganistán, en Irán. La trata de mujeres en los países con conflictos bélicos, Ucrania, la República del Congo, en Libia, en Mali, en Siria, en Pakistán…
Vivimos en un tiempo de retrocesos, donde lo viejo sé quiere hacer nuevo, un tiempo donde generar crispación y confundir con mensajes de odio, sobre todo contra las mujeres y lo más significativo y peligroso, es la utilización de mujeres para atacar a mujeres y además llenas de ira, símbolo de un retroceso en el liderazgo de las mujeres con un sesgo de estructura violenta. Todo este espectáculo se ha convertido en un rédito político para aquellos movimientos que resurgen como si salieran del “Valle de los caídos”. Movimientos que salen de la más profunda oscuridad de un pasado, sin libertad, sin voz. Un mensaje caduco y de miedo, en definitiva, de control.
El poder ejecutivo tiene que hacer valer un debate de altura política e intelectual que nos merecemos toda la ciudadanía, y dejar de hacer discursos de una bajeza que no es la que una sociedad como la nuestra merece. Y por supuesto, el ataque a las mujeres y a los avances que ellas, junto a muchos hombres, y en favor de una sociedad igualitaria, siguen conquistando.
La Igualdad, como derecho que es, no es coyuntural; es estructural. Hay que normalizar estructuralmente la igualdad en cada uno de los sistemas de funcionamiento, para lo que es imprescindible un esfuerzo compartido, y una coherencia en todas las estructuras del estado de derecho.
Seguimos presenciando una auténtica cacería en el debate público y parlamentario, que se va trasladando a las plazas y a los mítines populistas, como vil chantaje para atacar al progreso y avance de una sociedad, y por supuesto de nuevo contra las mujeres y hombres que han trabajado a favor de la igualdad y la justicia.
Al mismo tiempo, seguimos viendo como mueren mujeres, como se quedan sus hijos e hijas huérfanos y tocados con heridas profundas que afectaran al desarrollo normal de sus vidas y, por tanto, redundan en una sociedad que genera desigualdad, minorías, y pobreza.
Las leyes, tan imprescindibles para seguir garantizando la igualdad y la seguridad de las mujeres y las niñas, se utiliza en este momento como un arma para dividir. Las leyes avanzan, y como expone la men egis (voluntad del legislador) de una norma jurídica, donde determina su alcance y contenido, es el de acudir al preámbulo o exposición de motivos, donde el órgano que la produce explica la ratio legis (la razón o motivo de la ley), la ciudadanía vemos como se hacen realidad leyes progresistas y necesarias para la consecución de los derechos de todas.
Pero lo que me pregunto, es si realmente está preparada la sociedad para asumir el avance de las mujeres, para asumir una forma distinta de hacer valer la justicia, la igualdad, de liderar. Quizás a esto es lo que le tienen miedo esos totalitarismos y quieren conseguir manipular y hacernos creer que no estamos preparadas para seguir avanzando.
No tiene miedo la sociedad, tienen miedo ellos, a la sociedad.
La mirada de la Igualdad y la Justicia sigue con la hoja de ruta firme, ahora toca a la sociedad seguir con la mirada puesta en desaprender de los mandatos del patriarcado que nos ha sustentado, que son parte del pasado y que nos separa del objetivo marcado, y alejarnos de este control y miedo que quieren imponernos.
A las feministas nos unen los derechos de todas las mujeres y niñas, en alcanzar la igualdad real y la seguridad.
Este día nos sigue recordando lo queda por hacer, y los retos que seguimos teniendo como sociedad, pero también nos pone de manifiesto los avances y reconducir el debate político con altura intelectual.
Este 8-M seguiremos celebrando los avances y trabajaremos por corregir errores sin dar un paso atrás, tan solo con la mirada puesta en el presente y futuro de una vida que lleva como bandera la igualdad.
Hombres y Mujeres, pongamos la razón y el sentido común en el valor de la vida, y no actuemos por reacción ante los demás, renazcamos de un tiempo erróneo y construyamos una vida decente, a la altura de la sociedad que nos merecemos.
La igualdad se aprenda ejerciéndola.
#8Marzo, abolicionista.
#8Marzo, contra la trata.
#8Marzo, ninguna tradición por encima de los derechos de las mujeres.
#8Marzo, contra la cultura de la violación
#8Marzo, defensa de lo público. sanidad y servicios sociales
#8Marzo, por los derechos sexuales y reproductivos, contra la explotación reproductiva.
#8Marzo, por el fin de los feminicidios.
#8Marzo, políticas públicas contra la brecha laboral.
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