Con el instinto del salmón

Anda medio país a la gresca con las consecuencias indeseadas a las que ha dado lugar la conocida como ley del solo sí es sí. Más allá de los conocimientos jurídicos que uno tenga, y que te puedan dar más o menos argumentos para defender su redacción actual o sugerir su modificación, hay hechos que son irrefutables.

A día de hoy, según los últimos recuentos, más de 350 condenados por delitos vinculados con agresiones sexuales a la mujer han logrado rebajas en sus penas y poco más de una treintena han conseguido acelerar su salida de las cárceles.

Es evidente que nadie en el Gobierno central quiso una consecuencia así. El objetivo era otro: blindar aún más si cabe a la mujer ante un supuesto de agresión sexual. Pero a la vista está de que algo está fallando. Algo habrá que hacer. Por eso no entiendo la postura numantina de Unidas Podemos, instalada en el 'todos contra mí'. Ellos tienen la razón absoluta y el resto del mundo, o es facha, o es machista, o se equivoca.

Se comportan como el salmón, que nada a contracorriente, río arriba, para reproducirse. Al salmón le mueve el instinto. En cambio, no tengo claro qué mueve a Podemos en este caso, si es por intransigencia, por terquedad o por simple soberbia.

Por muy bien hecha que esté una norma, si deja un resquicio, por pequeño que sea, que beneficia al reo, al agresor, no deberían perder ni un solo segundo en taparlo. Eso es, al fin y al cabo, lo que pide la calle, y lo que mejor defiende a las víctimas.

El prurito de tener la razón está bien para la refriega política. Al mundano de a pie lo que le importan son los hechos. Y estos, Irene Montero, por el momento te llevan la contraria.