Recuerdo a su padre Manolito Trujillo viendo los entrenamientos de sus hijos junto a su cuñado, Lorenzo Miranda, padre también de otra gran familia de luchadores: los Miranda, en un local en el Parque Franchy Roca.
En 1958, al regreso de Sidi Ifni, donde había participado en la guerra del Sahara, Manolo Trujillo Artiles era un joven atlético y de notable envergadura que prometía mucho, a poco que mejorara sus conocimientos del arte de Camurria y Castro Morales, y que luchaba en el Unión Telde; lo que le hizo acreedor al sobrenombre de Pollo de La Barranquera.
Al año siguiente ya era un destacado luchador que hacía barridas, pasando a formar parte de las distintas selecciones y combinados que se conformaban en la isla y partiendo luchas con los mejores.
Fuerte, corajudo, arrollador, bregador incansable; nuestro ídolo, un titán que en medio de los entrenamientos era capaz de agarrar una luchita con la chiquillería que luego orgullosa lo pregonaba por todo el barrio. Y cabeza de cartel de una gran dinastía de luchadores conocidos como Pollos de La Barranquera del I al IV.
Paco, todo corazón, luchando sin reservas de principio a fin de la agarrada; Juan, el de menor talla, pero la bravura personificada, capaz de tumbar a hombres que casi le doblaban en peso; y Pepe, el más joven, "el verijilla" que parecía no iba a llegar lejos y terminó siendo un puntal de luchar muy elegante, con una cadera espectacularmente ejecutada.
Barranquera I también hizo sus pinitos como boxeador, compartiendo entrenamientos con una leyenda del boxeo grancanario: José Calderín Liria, el inolvidable "Kimbo", dirigidos por D. Pedro Monzón (Quico Monzón) y haciendo su presentación como peso pesado en 1962 ante el tinerfeño Perdomo. Deporte en el que no se prodigó por mucho tiempo.
Como tantos otros luchadores: "El Palmero", Manolo Collado, Santiago Henríquez o Momo Cabrera, cayó rendido a la proverbial belleza, simpatía y laboriosidad de las jóvenes de Ingenio, donde se casó y residió con su mujer, Juana Bolaños, y sus tres hijos.
Su vida deportiva estuvo plagada de tardes de gloria en los terreros y también de derrotas, que él siempre acabó aceptando como un reto para mejorar. Dejando lo mejor de sí mismo en los equipos de Telde, de Ingenio y del sur de la isla.
Luchador valiente, siempre aceptó los desafíos luchísticos que le plantearon, sin reparar en el nivel del contrario. Como el de rivalidad local con Guillermo Rocha "Pollo de los Olivos", entre dos jóvenes poderosos y de fuerte carácter. Contienda de alto voltaje, celebrada en el mítico Bar Telde, en la que Manolo gana las dos primeras, empata el del Valle de San Roque en las dos siguientes y en la última y definitiva Barranquera pone el 3-2 en el marcador.
Y otro ante Manuel Castro, "Estrella del Sur", extraordinario luchador de Ingenio, recientemente fallecido, al que venció por 3-1.
Hombre solidario participó en cuantos homenajes se le invitó, como en el del campeón de campeones Justo Mesa y en innumerables luchadas benéficas: unas a favor del deportista que se casaba, otras para socorrer a algún necesitado o para ayudar ante alguna catástrofe.
Su pasión por el arte de la lucha no disminuyó al colgar los pantalones, sino que la proyectó como Presidente del Maninidra. Llevando, además, la preparación física del equipo. En una época en la que ya destacaban luchadores como Tonono y Tomás del Toro.
Tras su retirada desarrolló una intensa actividad como sindicalista y como agitador social en la clandestinidad. Participando en casi todas las reivindicaciones políticas, sindicales y sociales de los últimos años de la dictadura, en la transición y en los primeros años de la democracia, llegando a ser Concejal del Ayuntamiento de Ingenio.
Donde su verbo apasionado, la defensa innegociable de sus ideas y de los más débiles le llevó a fuertes, aunque nobles, enfrentamientos con sus rivales políticos. Lo que nunca dejó un pozo de rencor, conservando la amistad y el reconocimiento de casi todos ellos.
A partir del año 1997 fija su residencia en Cuba y comienza esa labor impagable de difusión de la lucha en la isla caribeña. Tarea no siempre entendida y valorada por los responsables deportivos de la Comunidad Autónoma de Canarias.
Escribió dos libros sobre la lucha canaria, dejando constancia de sus ideas sobre este deporte y de algunos de los problemas en que estuvo inmerso en la década de los setenta del siglo pasado: "Cacicada en la Lucha Canaria" (1980) y "Diario de la Lucha Canaria en Cuba 1999".
En 2017 fue reconocido, merecidamente, como Hijo Adoptivo de Ingenio, distinción que le satisfizo plenamente y que llevó desde ese momento con notable orgullo.
El próximo domingo despediremos desde el Terrero de Ingenio a un personaje polifacético y singular que forma parte de la historia de nuestro deporte y de la intrahistoria de dos puebles hermanos como Ingenio y Telde, y de la isla de Gran Canaria por extensión.
Barranquera, lo haremos con un hasta pronto; pues estamos seguros de volver a encontrarnos en el Terrero de la Eternidad, lugar donde moran los espíritus de los hombres nobles y de los defensores de los derechos de los más desfavorecidos y de la libertad.
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